Ahora sí, cogimos un coche de alquiler y pusimos rumbo a Kanchanaburi. Antes de llegar a nuestro destino, paramos a visitar unos cuantos templos.
Nuestra primera parada fue el Wat Samphran o Templo del Dragón. El Wat Samphran es un pequeño templo ubicado a 40 km de Bangkok, en la provincia de Nakhon Pathom, cuya principal atracción es una torre roja de 17 pisos rodeada por un enorme dragón. Es un templo apenas visitado por los turistas, no sale en ninguna guía.
En la base del templo se pueden ver y tocar las patas del dragón, delante de las cuales hay una oración budista escrita en tailandés.
Dentro del edificio hay un ataúd del Monje Phra Jam Long, ex Abad de este templo, quien empezó la construcción del mismo y que, dicen, pasó 38 días en este ataúd sin respirar y sin que su corazón latiera, para, después, despertar.
Se puede subir por dentro del dragón hasta la cima. Además de las bonitas vistas que hay arriba, en lo alto del edificio hay una representación del nacimiento de Buda. Se puede ver a Buda recién nacido, cuando, según cuenta la leyenda, ya podía andar y por donde pisaba aparecían flores de loto.
Si se sube un poco más, a la terraza, uno llega a la cabeza del dragón. Los visitantes, si quieren, pueden tocar la barbilla del dragón y pedir un deseo. Además del edificio con el dragón, los alrededores del templo cuentan con varias estatuas interesantes que vale la pena visitar.
En los jardines del templo hay varias zonas de esculturas donde puedes ver a muchos locales haciendo sus ofrendas.
Seguimos rumbo hacia Kanchanaburi, y antes de llegar hicimos otra parada. Visitamos los templos de Wat Tham Suea y Wat Than Khao Noi, son dos pero en realidad están uno al lado del otro.
El Wat Tham Suea o monasterio de la cueva del Tigre, está construido en un estilo mixto, tailandés y chino, y se encuentra en lo alto de una colina visible desde lejos. Se puede subir por las escaleras o en un pequeño funicular. En la cima se encuentra la estatua de Buda, sentado en la postura de dar bendiciones. Está cubierta de mosaico de oro y protegida por una estructura en forma de concha. En la parte inferior de la gran estatua hay otras pequeñas imágenes de Buda donde los locales hacen ofrendas. También cuenta con una especie de carril con unos cuencos donde depositar donativos en forma de monedas.
A la derecha de la imagen de Buda hay una gran estupa de 69 metros de altura y 29 metros de ancho. Una escalera en el interior del edificio conduce a la cima, en cada piso, hay una fila de estatuas de Buda y múltiples ventanas para ver las vistas y contemplar la imagen de Buda con el telón de fondo de los campos de arroz y las montañas.
A la izquierda de la estatua hay un par de templos, uno más grande y otro más pequeño, donde los fieles entran a realizar oraciones y demás ofrendas.
Al vecino templo de Wat Than Khao Noi, sólo se puede acceder por las escaleras (¡y hay unas cuantas!). Está situado en la cima de la colina y ofrece unas impresionantes vistas de toda la ciudad de Nan.
Como todavía era pronto, antes de llegar a Kanchanaburi visitamos el cercano templo de Tham Khao Poon, situado dentro de una cueva. Todo el lugar está lleno de increíbles estalactitas y estalagmitas y en los nichos o relieves de las paredes se pueden apreciar diversas estatuas o esculturas de Buda.
Este templo cueva está dividido en 9 salas, la Phra Buddha Saiyas, en la cual está la escultura del Buda reclinado, Jorrakae conocida como la sala del cocodrilo, la sala Ja-Ae, Mai Dern, Phor Poe Reussi, Soi Yoi, Kaew room conocida como la sala de cristal, Thape Ni-Mitra que se refiere a la buena visión y por último la sala Thape Prasittisopol.
Se puede recorrer la cueva a través de varios pasajes, unos más estrechos que otros y en los que también viven murciélagos, los cuales vuelan durante la visita de turistas y locales, pero son completamente inofensivos.
Este templo también tiene una parte importante en la historia en cuanto a la Segunda Guerra Mundial, pues se dice que los japoneses durante esta época usaron la cueva como lugar de tortura para sus prisioneros.
Finalmente llegamos a Kanchanaburi y nos instalamos en nuestro fantástico hotel a orillas del río Kwai, el Good Time Resort. Una vez instalados, y algo más presentables, salimos a explorar la ciudad hasta que el jetlag pudo más que nosotros.
Comimos en un restaurante local en el centro de Kanchanaburi. Hay algunos restaurantes flotantes en el centro pero eran tipo buffet y no nos apetecía comer tanto. Llevábamos dos días sin dormir y con jetlag, así que probamos un pad thai en un pequeño restaurante y estaba delicioso.
Después de comer pasamos con el coche por los cementerios de Guerra. Quizás incluso más emotivo que el puente o los museos, son las hileras de idénticas tumbas en el cementerio cercano a la estación de tren. Aquí están enterrados los casi 7.000 prisioneros aliados. La mayoría de las losas memoriales están sin identificar, pero algunas tienen datos de los soldados, muchos de ellos eran muy jóvenes.
Visitamos el Museo De Guerra Jeath (iniciales de los seis países que colaboraron en la construcción del ferrocarril: Japan, England, América, Australia, Tailandia y Holanda). Este museo muestra una visión real de las terribles condiciones en que vivieron los prisioneros de guerra. El edificio es una copia de las cabañas de bambú usadas para arrestar a los prisioneros durante la guerra. Hay exposiciones de pinturas, muchas fotografías, periódicos de la época que detallan los crueles métodos de tortura usados por los japoneses.
La historia de este museo, y del templo budista que hay al lado, gira en torno a la figura de Takashi Nagase, un intérprete japonés que servía de traductor en los interrogatorios del ejército japonés en la segunda guerra mundial, destinado concretamente en la zona de la construcción del ferrocarril de Tailandia a Myanmar. Allí se interrogaron y torturaron a prisioneros de guerra, entre ellos un inglés llamado Eric Lomax.
El caso es que el japonés, finalizada la guerra, decidió redimir sus acciones colaborando con los aliados para localizar en la selva los cadáveres de miles de prisioneros obligados a trabajar en las obras del «ferrocarril de la muerte», que debía unir Bangkok y Rangún para abastecer al ejército japonés. Cuando volvió a la vida civil, Nagase se hizo budista e impulsó diferentes iniciativas para promover la reconciliación entre veteranos de la guerra del Pacífico. Se le tachó de traidor al decir públicamente que el emperador de Japón debería pedir perdón por lo que se hizo en la guerra en su nombre.
Años más tarde participó en la fundación de un templo budista y del museo de la guerra JEATH, y también de la Fundación por la paz Río Khwae, que ha dado más de mil becas a los alumnos de Kanchanaburi, y ayudó a construir monumentos a las víctimas de guerra en diferentes lugares en Tailandia. Con todos estos actos consiguió prácticamente el perdón de todos aquellos a los cuales había hecho de intérprete en los interrogatorios.
La cuestión es que todo esto llegó a oídos de la mujer de Eric Lomax, la cual envió una carta a Nagase diciéndole que a su marido todavía no le había pedido disculpas. Por entonces Eric, que trabajaba de profesor en la universidad, todavía padecía de crisis nerviosas provocadas por el paso en el campo de prisioneros y los interrogatorios. El caso es que Nagase le contestó a la mujer diciéndole que deseaba ver a Eric y pedirle perdón, y para ello se concretó la visita en el puente sobre el río Khwae. Fue entonces cuando el japonés pidió disculpas a Eric y éste se las concedió y le perdonó. Después de aquello Eric dijo que encontró la paz interior. Eric Lomax sacó un libro llamado The Railway Man que ha sido llevado a la gran pantalla (2013) protagonizado por Nicole Kidman y Colin Firth (“Un largo viaje”).
Finalmente nos acercamos al símbolo de la ciudad, el “Puente sobre el río Kwai”, aunque el río ni se llama Kwai ni queda nada del antiguo puente.
Durante la II Guerra Mundial la antigua Birmania fue un objetivo clave para los japoneses y británicos que luchaban entre sí por el control del Océano Índico. Esta lucha tuvo como factor importante Tailandia como nudo de comunicaciones y abastecimiento de material y tropa para el ejército japonés. Para ello idearon la construcción de una línea de ferrocarril que uniera la capital de Tailandia, Bangkok, con la capital de Birmania, Rangún. Esta línea pasaba cerca de Kanchanaburi cruzando el Río Kwai hasta llegar hasta Birmania. Para esta construcción los japoneses decidieron empezarla por ambos lados de la ruta a la vez y utilizaron para ello prisioneros de guerra británicos, australianos, holandeses, franceses y trabajadores locales tanto tailandeses como birmanos.
La construcción de la ruta conllevaba atravesar junglas y montañas, que unidos a las pésimas condiciones de vida, hicieron que fueran miles los muertos en esta construcción de ahí que se conociera la línea de ferrocarril como el tren de la muerte.
Esta línea de ferrocarril para unir ambas capitales comenzó a construirse en el año 1942 y se consiguió terminar en el año 1943, tardando casi un año en total. Esta duración tan larga fue gracias a los continuos sabotajes que hacían los propios prisioneros de guerra que sabían el valor que tenían para los japoneses. Se calcula que fallecieron cerca de 13.000 prisioneros aliados y cerca de 80.000 civiles tailandeses y birmanos convirtiendo la construcción del ferrocarril en una auténtica carnicería por las condiciones de trabajo.
El famoso Puente sobre el Río Kwai fue bombardeado varias veces por la aviación británica que consiguió destruirlo y dejar aislado al ejército japonés durante la batalla final en la guerra en Birmania y así expulsar al ejército nipón del país.
Toda esta historia es conocida por 2 motivos: La publicación del libro "El Puente sobre el Río Kwai" del francés Pierre Boulle, y la posterior adaptación al cine de la novela en 1957 por Dave Lean que convirtió la banda sonora del compositor Mitch Miller en una de las más importantes de la historia del cine. A día de hoy todavía queda parte de la ruta abierta al público. De hecho, se puede viajar por la misma línea entre Kanchanaburi y Nom Tak. Sigue quedando el mismo Puente sobre el Río Kwai que fue reconstruido por los japoneses en concepto de daños de guerra.
Exhaustos a más no poder, regresamos a nuestro hotel. Nos dimos un baño en la piscina y nos fuimos derechos a la cama.