Este día lo íbamos a dedicar a visitar los lugares imprescindibles de Hangzhou: el Lago del Oeste, el templo del Alma Escondida y la Pagoda de las Seis Armonías.
El Lago del Oeste está atravesado por los diques Su Shi y Bai Juyi. Dividido en cinco lagunas, y con islotes y montañas alrededor, bosques, grutas y manantiales, constituye un bucólico escenario salpicado de numerosos templos, pagodas e islas artificiales, que confieren a la zona una belleza incomparable.
Al norte del lago, destaca la Pagoda Baochu, que se encuentra en lo alto de la Colina de la Piedra Preciosa. En la ladera norte de la colina, hay un jardín, en cuyos pabellones se representan espectáculos tradicionales. Todo el personal va vestido con indumentaria de la época Song y el visitante tiene la oportunidad de trasladarse de un sitio a otro en palanquín.
En la colina también se encuentra la Cueva del Dragón Amarillo. Custodiando la entrada hay un bonito bosque de bambú y algunas casas de té. En el fondo, hay un manantial de agua que forma una bonita cascada; el agua brota de las fauces de una espectacular estatua de la cabeza de un dragón. Si se sigue caminando por los senderos, se llega al Complejo Taoísta Baopu y la cercana Terraza del Alba, desde donde se ven unas espectaculares vistas de todo el lago.
Al salir de la colina, nos encontramos de frente con una pequeña isla dentro del lago (Isla de Gu Shan), a la que se puede acceder por el puente de Xiling. Destaca el Pabellón de la Luna de Otoño en el Lago, lugar favorito del emperador Kangxi, y uno de los rincones más bellos del lago. En el famoso restaurante Louwailou, se pueden degustar algunas de las especialidades de Hangzhou, como el pollo a lo pobre o las gambas cocidas en hojas de té. En la isla también está la tumba de Su Xiaoxiao y el Museo Provincial de Zhejiang.
Al salir de la isla y seguir hacia el oeste, nos encontramos con otro de los lugares más destacados del lago, el Templo de Yue Fei. El templo fue construido en el siglo XIII para conmemorar la lealtad del general Yue Fei, que, a tenor de lo fastuoso del lugar, debía ser un general bastante fiel. Entre las cosas que más llaman la atención están las estatuas de dos soldados arrodillados, que simbolizan dos traidores. Es tradición escupirles, así que ya os podéis imaginar el espectáculo de todos los chinos escupiéndoles cuando pasan por delante.
Desde esa zona parte un bonito camino que cruza el lago de norte a sur, llamado paso elevado de Sudi. Llegando al final, hay otro embarcadero desde donde se puede contratar un paseo en barco. También se pueden observar los "tres estanques que reflejan la luna", que no son más que tres pequeñas esculturas de piedra que se iluminan por la noche.
Ya en la zona sur del lago, nos encontramos con el fastuoso Templo de Jingci (o Templo de la Pureza), y la Pagoda Leifeng. Desde el último piso de la pagoda se ven las mejores vistas panorámicas de la zona. También posee unos bonitos relieves tallados en piedra.
En el primer pabellón del templo, se halla una estatua de Buda, escoltada por dos enormes esculturas policromadas de los Guardianes del Cielo, modeladas con arcilla y paja de arroz. A su vez, el segundo pabellón acoge una colosal estatua de Buda realizada en madera dorada, en la que el príncipe aparece representado sobre flores de loto. El rasgo más distintivo del templo es la gran campana de bronce que se halla en el primer piso del pabellón. Con un peso de 10 toneladas, fue fundida en 1983 para sustituir a la original, que fue destruida en el transcurso de la Revolución Cultural (1966-1976).
La mejor manera de conocer el Lago del oeste es en barco, así que hicimos un pequeño crucero de media hora a bordo de una típica embarcación para poder observar las pagodas y la isla Gu Shan.
Después de navegar por el lago del Oeste, visitamos la Pagoda de las Seis Armonías. Construida en el año 970, es una de las más famosas de China. Su nombre proviene de los principios que predica el budismo: armonía del cuerpo, la mente, las palabras, las opiniones, la pobreza y la abstinencia.
Es una alta torre de 60 m de altura, con 7 pisos interiores y 13 exteriores. Fue construida en ladrillo y madera en el año 970 y, a lo largo de los siglos, ha sufrido diversas restauraciones y reconstrucciones. En la actualidad, los edificios del monasterio se han transformado en tiendas de regalos y salones de té. En un pabellón situado dentro del recinto y al este de la pagoda se expone una interesante muestra de la historia de las pagodas en China: fotografías y reproducciones en escayola y madera permiten seguir la evolución histórica y arquitectónica de estas construcciones.
Nos dejaron tiempo libre para subir hasta lo alto de la pagoda y contemplar las espectaculares vistas de Hangzhou.
La siguiente visita del día fue el impresionante Templo de Lingyin, o Templo del Retiro de las Almas (o del Alma Escondida), uno de los más famosos de toda China.
Está situado en un estrecho valle entre dos picos, el Fei Lai Feng y el Pico Norte, rodeado por colinas y bosques al noroeste del Lago Oeste.
Se accede por la ladera del Pico Fei Lai Feng, que significa "Pico que vuela desde lejos". Según la leyenda, esta montaña llegó desde la India de manera misteriosa, como una demostración de la omnipotencia del budismo. Justo al cruzar la entrada se encuentra un riachuelo y ya se ven diferentes tallas de Buda esculpidas en la misma roca. Se empezaron a esculpir a partir de la segunda mitad del siglo X hasta el siglo XIV. La más antigua se cree que data del 951 y hay un total de 470.
El más conocido de todos ellos es el gordinflón y sonriente Buda Maitreya, con su prominente barriga que han frotado miles de fieles con la esperanza de conseguir buena suerte y un futuro próspero. También hay algunas cuevas en el interior de las cuales hay más esculturas de Buda. El recorrido por el río y las cuevas es fantástico.
El paseo hasta el Monasterio budista Yongfu es tranquilo y relajado, rodeado de bosques de bambú y mucha vegetación. Se van encontrando diferentes pabellones y templos, todos ellos con sus correspondientes salas de meditación, estatuas de Buda de diferentes estilos y tamaños, y los grandes incensarios donde los fieles queman las barritas de incienso y los papeles doblados donde han escrito sus deseos.
En uno de los pabellones se puede ver una exposición de fotografías sobre la vida de los monjes. En su máximo apogeo, el templo constaba de 9 edificios de varios pisos, 18 torres, 72 salas y 1300 dormitorios que cobijaban a más de 3000 monjes.
Actualmente, a pesar de ser enorme, no tiene nada que ver con cómo era antes de las sucesivas reconstrucciones tras los daños sufridos durante la Revolución Cultural y a distintos episodios de pillaje.
Se pueden visitar diferentes salas, la primera de las cuales es la Sala del Rey Celestial, que alberga una estatua de Maitreya, el Buda sonriente y barrigón. La siguiente sala es la del Gran Héroe, considerada la principal del templo y que contiene en el centro una magnífica estatua de 20 metros de Sakyamuni, el histórico Buda sentado sobre una flor de loto. Fue tallada en 1956 en madera de alcanfor y recubierta con 60 láminas de oro. Otras salas son la del Buda de la Medicina y la de Avatamsaka.
Otra de las salas que realmente impresiona es la Sala de los 500 Arhats, donde se encuentran 500 estatuas de bronce, todas ellas distintas, algunas tan divertidas como extrañas. En la gran sala, con forma de cruz esvástica, y a lo largo de sus cuatro brazos, se disponen los 500 arhats, que en el budismo significa todo aquel que ha alcanzado el nirvana y por tanto no volverá a reencarnarse. En el centro de la cruz gamada se encuentran cuatro bodhisattvas que representan los cuatro puntos cardinales.
Después de visitar este fantástico templo y de recuperarnos de la impresión, nos llevaron a una aldea para presenciar la ceremonia del té y degustar diferentes tipos de esta bebida tradicional, todo con vistas a las plantaciones. La comida también fue en esta zona, en un restaurante con excelentes vistas.
Ya de regreso al hotel, nos cayó una buena tormenta, así que tuvimos que esperar un buen rato antes de poder volver a salir. Dimos un paseo por un sucio mercado local y nos acercamos de nuevo hasta el lago. Junto al lago hay una fuente donde cada día se hace un espectáculo de luz y sonido, pero debido al tiempo se canceló. Acabamos el día tomando una merienda-cena en una cafetería antes de regresar de nuevo al hotel.