A primera hora de la mañana, salimos hacia nuestro siguiente destino, Jaipur, la ciudad rosa de Rajastán. De camino, pasamos por la ciudad de Ajmer y el pintoresco pueblo de Pushkar, uno de los lugares más sagrados de Rajastán.
Pushkar tiene cerca de 500 templos, consagrados a diferentes divinidades, así como 52 palacios. Destaca el templo de Brahma, uno de los pocos santuarios consagrados a este dios, situado junto a tres hermosos lagos, rodeados de ghats, donde todo hindú debe peregrinar al menos una vez en la vida para llevar a cabo el ritual sagrado. En Pushkar también se celebra la famosa feria del camello (durante la luna llena de noviembre). Cuando nosotros visitamos la ciudad, la feria había finalizado hacía pocos días.
Nada más llegar nos dirigimos a una pequeña sala donde dejamos nuestras pertenencias y nuestros zapatos. Cruzamos la calle ya descalzos (os aconsejo llevar calcetines) para visitar el Templo de Brahma.
El Templo de Brahma en Pushkar es un lugar verdaderamente especial y lleno de historia. Es uno de los pocos templos dedicados al dios creador Brahma en toda la India, lo que lo convierte en un destino de peregrinación muy importante.
Se cree que el templo fue construido en el siglo XIV, aunque la leyenda cuenta que el lugar donde se encuentra es sagrado desde tiempos inmemoriales. Según la mitología hindú, fue aquí donde el dios Brahma realizó un yagna (sacrificio de fuego) y creó el universo.
En su interior podemos encontrar la estatua de Brahma, la deidad principal del templo, representada con cuatro cabezas. También destaca la Capilla Roja y los patios y jardines del entorno del templo. Estaba prohibido hacer fotos en todo el recinto.
Después de visitar el templo y recuperar nuestro calzado, fuimos caminando hasta el lago.
Según la mitología hindú, el lago Pushkar fue creado por el dios Brahma. Se dice que un loto cayó del cielo y floreció en este lugar, creando el lago.
Este lago es considerado uno de los cinco lagos sagrados del hinduismo. Los hindúes creen que bañarse en sus aguas purifica el alma y libera de los pecados. Por ello, a lo largo de las orillas del lago se encuentran numerosos ghats (escaleras) donde se realizan rituales y ceremonias religiosas.
Son sentamos en sus ghats y participamos en una ceremonia donde se nos colocó un hilo en la muñeca y se nos pintó el famoso bindi en la frente.
Totalmente conectados con la espiritualidad del lugar, estuvimos un buen rato observando los rituales de purificación de los locales. Sin duda Pushkar es un lugar que no hay que perderse si viajas a Rajastán.
Después de estas visitas fuimos a comer a Ajmer y continuamos nuestra ruta hasta Jaipur. Llegamos ya de noche, justo para cenar en el hotel, el Fortune Select Metropolitan, y volver a reunirnos en el bar para degustar algún vino con frutos secos y charlar hasta las tantas. ¡Qué poco dormimos en este viaje! ¡Y que bien nos sentó!.