Salimos de Barcelona el jueves día 3 de noviembre, a las 9:10 a.m y llegamos a Bangkok el viernes día 4, a las 7:05 a.m (hora local). Tuvimos dos vuelos de 6h15min de duración, haciendo escala en Doha (Qatar), con un tiempo de tránsito de 3h15min.
Una vez en Bangkok, nos instalamos en nuestro hotel, en plena ciudad antigua. Dejamos nuestras mochilas y salimos para nuestra primera toma de contacto con el caos de la ciudad.
Nuestro hotel se encontraba en la calle Rambuttri, el Rambuttri Village Plaza, muy cerca de la famosa calle Khao San, destino mochilero por excelencia, dónde se puede encontrar absolutamente de todo!!.
A lo largo de la mañana, recorrimos el barrio de Banglamphu, en las inmediaciones de nuestro hotel. Empezamos visitando el Wat Bowonniwet, situado en la calle Phra Sumen.
Este deslumbrante templo, erigido en 1829, destaca por su magnífica chedi, visible desde gran distancia. Al igual que su exterior, los interiores del templo son igualmente fascinantes, con una sala santuario que alberga una bella imagen de Buda, datada en 1357. El Wat Bowonniwet es considerado uno de los templos más importantes de Bangkok y alberga, además, la Universidad Budista Mahamakut.
Siguiendo hacia el sur, tomamos la Th Rachadamnoen Klang, conocida como los Campos Elíseos de Bangkok. Más al este, pasado el cruce con Th Tanao, pudimos observar el Monumento del 14 de octubre, erigido en memoria de los civiles que murieron a manos del ejército el 14 de octubre de 1973, durante una manifestación en favor de la democracia.
Seguimos adelante y pasamos por el Monumento a la Democracia. Este monumento simboliza, con sus medidas, la fecha en que se estableció la monarquía constitucional, el 24 de junio de 1932. Las cuatro torres tienen 24 metros de altura, los 75 cañones representan el año budista 2475 (1932), y el pedestal, que contiene una copia de la constitución, tiene 3 metros de altura, haciendo alusión al tercer mes del calendario tailandés (junio).
Nuestra siguiente visita fue el Wat Ratchanatdaran, construido en 1846 por orden del rey Rama III. Lo que hace especial a este templo es el Loha Prasat, una edificación de 36 metros de altura, similar a los Loha Prasat de India y Sri Lanka. Aunque estos últimos son muy antiguos y actualmente están en ruinas, el Loha Prasat de Bangkok puede considerarse hoy en día único en el mundo.
Coronado por 37 agujas, en representación de las 37 virtudes que conducen a la iluminación, el aspecto exterior del Loha Prasat es realmente llamativo, lo que le ha valido el apodo de "castillo de metal". Su interior, aunque más sencillo, no es menos interesante.
Una escalera de caracol permite acceder a los diferentes niveles del edificio, cada uno con una función específica: la biblioteca, la sala de "meditación caminando" (un laberinto de oscuros y frescos pasillos en los que perderse), y la sala de "meditación sentado", hasta llegar al piso superior: el Nirvana. Aquí, una terraza ofrece un lugar agradable para detenerse y disfrutar de las vistas y tomar aire antes de continuar ascendiendo.
Sí, porque una vez en el Nirvana, una escalera exterior permite subir todavía un poco más hasta la torre central, donde se conservan las reliquias de Buda.
En el patio interior del templo, se encuentra el mejor mercado de amuletos de Bangkok, pero no está bien visto que los turistas los compren como recuerdo.
Muy cerca de aquí se encuentra el Monte Dorado, con su templo Wat Saket, uno de los más antiguos de Bangkok. Desde lo alto de esta colina artificial, se obtienen las mejores vistas de la ciudad. Se asciende por una escalera circular, bordeada de curiosos monumentos y tumbas. Durante el siglo XIX, estos terrenos se utilizaban como crematorio, y los cadáveres de los pobres se dejaban expuestos a los perros y zorros. Hoy, sin embargo, se celebra una fiesta con bailes y una procesión con velas en el mes de noviembre.
Siguiendo el curso de la Th Mahachai hacia el sur, llegamos al poblado de los cuencos de monje (Ban Baht).
Apenas queda una calle escondida de este poblado artesano, dedicado a la elaboración de los cuencos redondos que los monjes utilizan para pedir limosna. Aunque hoy en día se usan cuencos importados de China, gracias al turismo esta actividad artesanal todavía se mantiene.
Media docena de familias unen, con martillo, las ocho piezas de acero que representan, según se dice, los ocho radios de la rueda del Dharma (símbolo del sendero óctuple del budismo). Las junturas se sueldan con bronce fundido al horno de leña y, posteriormente, el cuenco se pule y se cubre con varias capas de laca negra. Producir un cuenco lleva un día entero. Si se adquiere uno, el artesano muestra encantado las herramientas y el procedimiento empleado.
Comimos por los alrededores. ¡Nuestro primer contacto con la comida tailandesa ya fue picante! Hacía un calor sofocante, apenas podíamos dar un paso y, además, estábamos sufriendo el jet lag y la falta de sueño. Pero seguimos adelante por Th Bamrung Meuang hasta llegar al Wat Suthat y el Sao Ching-Cha (columpio gigante).
El Wat Suthat está considerado el primer Templo Real de Tailandia. Es la sede de los sacerdotes brahmanes y, en mayo, celebran la Ceremonia Real de Labranza. Comenzado por Rama I y finalizado en reinados posteriores, el wat alberga uno de los Budas de bronce más grandes que se conservan en estilo Sukhothai, así como enormes murales que representan escenas de la historia de la ciudad y de los llamados Cuentos de Jataka, las 24 vidas anteriores de Buda. El pedestal de la principal imagen de Buda atesora las cenizas de Rama VIII, hermano mayor del actual monarca.
Delante del templo se distingue un arco rojo conocido como el Sao Ching-Cha o “columpio gigante.” Construido en 1784, se utilizaba en una ceremonia brahmánica anual, presumiblemente durante el año nuevo brahmánico, para agradecer a Shiva los resultados de la cosecha del año y pedir su bendición para el año siguiente. Para ello, varios sacerdotes subían al columpio y, describiendo arcos cada vez más altos, trataban de recoger una bolsa llena de monedas de oro enganchada en uno de los pilares.
Debido a lo peligroso de la ceremonia, que a lo largo de los años se cobró varias vidas, ésta fue suspendida en 1835. Sin embargo, el columpio, una estructura sagrada en cualquier caso, permaneció expuesto a las inclemencias del tiempo, lo que requirió su restauración en 1959 y, más recientemente, entre 2005 y 2006.
Regresamos caminando hasta el hotel a través de Sanam Luang (campo de los reyes o terreno real), los jardines del Gran Palacio. Aquí tradicionalmente se celebran las Cremaciones Reales, el festival anual de cometas (febrero-abril) y la Ceremonia Real de Labranza, en la que el rey (últimamente el príncipe heredero) inaugura oficialmente el cultivo de arroz.
Pasamos por una serie de estrechos callejones que conducían al embarcadero, donde se encuentran los herbolarios y vendedores ambulantes de amuletos. Al pasar, ya todo estaba cerrado, así que no perdimos mucho tiempo en esta zona.
Después de la gran caminata y del calor abrasador, llegamos mareados y agotados al hotel. Tras un breve descanso, cenamos en la misma calle de Rambuttri y nos fuimos rápidamente a descansar.