A primera hora de la mañana, salimos de Chiang Mai y subimos al Parque Nacional de Doi Suthep, a tan solo 16 km. Visitamos el Wat Pa Lat, el famoso Wat Phra That Doi Suthep, el Palacio de Invierno, un par de pueblos tribales, y admiramos las fabulosas vistas desde la cima del Monte Suthep.
Después de visitar el parque, nos acercamos a Baan Tong Luang, un recinto donde se agrupan varias tribus del norte, y que nos permite conocer a las "mujeres jirafa". Sin embargo, tuvimos mala suerte y estaba cerrado cuando llegamos.
De regreso a Chiang Mai, visitamos el Wat U Mong, un templo con túneles y cuevas. Acabamos el día entregando nuestro coche en el aeropuerto y regresando al hotel en taxi. Por la noche, nos acercamos al Saturday Walking Street, sin olvidar que estábamos en fiestas y toda la ciudad tenía un ambiente especial. ¡Otro día completito!
Empezamos el día visitando el Wat Pa Lat, en la carretera de subida al Parque de Doi Suthep. Este pequeño templo fue ideal para hacer la primera parada de la ruta. El templo está rodeado por una pequeña cascada que le da un ambiente fresco, y en su parte baja tiene una cueva con un conjunto de Budas sentados. Esta visita fue impresionante. ¡Estuvimos completamente solos! El entorno es idílico, en mitad de la selva, con puentes de madera y un sendero para recorrer todo el recinto. ¡Disfrutamos muchísimo!
Siguiendo la sinuosa carretera, y justo antes de llegar al Wat Phrat Doi Suthep, encontramos un mirador (Chiang Mai View Point), ideal para tomar unas buenas fotos de toda la ciudad de Chiang Mai.
Seguimos nuestra travesía hasta llegar al Wat Phra That Doi Suthep, sin duda uno de los templos más famosos de toda Tailandia y visita obligada en Chiang Mai.
Cuenta la leyenda que un monje llamado Sumanaost encontró, en el año 1300, una reliquia ósea que creyó pertenecer al mismísimo Buda. Tras llevarla a la ciudad, su primera parada fue el Wat Suan Dok Maik, donde, según la leyenda, se rompió en dos partes y ambas recobraron su forma de nuevo. En su creencia milagrosa, el rey Kue Na decidió conservar una parte en el templo y buscar alguna otra localización para la segunda pieza. Para elegirla, la hizo subir a lomos de un elefante blanco, que tras subir el monte Doi Suthep hizo sonar su trompa tres veces, indicando que este era el lugar elegido.
El templo se sitúa en la cima del Monte Doi Suthep, y lo primero que vimos fue una gran escalera de 350 peldaños flanqueada por dos gigantescas nagas o serpientes sagradas, de la mitología budista y símbolo de protección. Se puede subir (o mejor, bajar) andando o bien en funicular. Nosotros subimos en funicular y bajamos caminando.
Una vez en el recinto del templo, destaca la figura del elefante blanco de la leyenda, y la gran pagoda de oro de casi 20 metros que domina el emplazamiento.
En los alrededores del Wat Phra That Doi Suthep, observamos varios conjuntos de estatuas y murales que representan escenas de la vida de Buda, y un pequeño museo donde cuentan la historia de la construcción del templo y sus leyendas. Además, situada en la parte baja del complejo, se encuentra la cueva del monje (monk cave), famosa por albergar siempre a un monje que la cuida.
Siguiendo la carretera, a medio camino entre el monte Doi Suthep y el monte Doi Pui, se encuentra el Palacio Real de Invierno (Bhu Bhing Palace). Construido en 1961, actualmente es poco usado por la familia real, siendo contadas las ocasiones en que algún miembro lo visita en invierno (nosotros no lo visitamos).
Antes de comer visitamos un pueblo tribal Hmong: Maeo village. Los Hmong son una etnia que habita las montañas del sur de China, norte de Tailandia, Vietnam y Laos. Se calcula que son entre 4 y 5 millones. Tienen su propia cultura, arte y tradiciones familiares. También tienen su propio idioma, que se parece más al chino que al tailandés.
Maeo village es un pueblo prácticamente creado para el turismo, lleno de tiendas de souvenirs y parada de todos los tours que vienen desde Chiang Mai. No por ello está exento de encanto, tanto por su emplazamiento como por la posibilidad de ver a sus habitantes con los trajes típicos de su tribu y elaborando productos artesanos con los que se ganan la vida.
Desde la aldea partía un sendero en medio de la selva, con cascadas y flores tropicales, ¡una auténtica maravilla!
Había otro poblado, el Khun Chankian, pero la carretera era totalmente impracticable, así que nos tuvimos que dar media vuelta. Después de visitar Maeo Village, iniciamos el descenso de Doi Suthep y nos dirigimos rumbo norte.
Antes de seguir con las visitas, comimos en un restaurante local junto al río. Otro pequeño paraíso y momento de relax de nuestro viaje. Hacían pollos al grill buenísimos, y también opciones vegetarianas para nuestra sobrina Bea.
Por la tarde, quisimos visitar Bann Tong Luang Eco-agricultural Village, pero lo encontramos cerrado. Este pueblo agrícola fue construido expresamente para los turistas, con el objetivo de acercar las tribus del norte a la gente de forma más accesible y fácil.
El pueblo se compone de cinco tribus de las montañas: Lahu, Hmong, Palong, White Karen y Paduang (o mujeres jirafa). Las tribus están constituidas principalmente por refugiados que huyeron a Tailandia desde las fronteras vecinas de Myanmar (Birmania) o Laos.
El poblado es como un mercado artesanal, con puestos donde se presentan muchos recuerdos de fabricación local. Creado en 2005, el objetivo de la villa es preservar los estilos de vida tradicionales y los métodos agrícolas de las tribus de las colinas y las montañas. Esta Eco-agricultural Village proporciona una fuente de ingresos a través de la venta de artesanía.
Ya de regreso a Chiang Mai, hicimos una visita a uno de sus templos más importantes, el Wat U Mong, un templo cueva situado en la falda del monte Doi Suthep, al oeste de la ciudad, en un entorno totalmente natural, rodeado de bosques.
Fue construido en el momento de esplendor del Reino Lanna, que tenía su capital en Chiang Mai alrededor del año 1297, por el famoso Rey Manglai. Reúne todas las características de la cultura Lanna de la época, con claras referencias a sus orígenes y raíces del norte de la India. Una de las partes más famosas del templo es su réplica del Pilar de Ashoka, similar al existente en la antigua ciudad india de Vaishali.
El "wat del bosque" no solo ofrece un entorno indispensable para la meditación, sino que también es célebre por su red de túneles bajo el terraplén de la chedi principal. Al parecer, estos túneles fueron creados para el monje clarividente Thera Jan hacia 1380. Posteriormente, el monasterio fue abandonado y no volvió a abrirse hasta que un príncipe local financió su restauración a finales de la década de 1940, convirtiéndolo en una comunidad monástica hasta 1960, época en la que falleció.
Durante la visita, vimos la Gran Estupa Principal, con sus diferentes cuevas (umong) que dan nombre al complejo. Es imprescindible recorrer sus túneles y disfrutar de este entorno, con sus cuevas con inscripciones y figuras de Buda.
Al ser una superficie natural en mitad del bosque, también encontramos el Gran Estanque y los Árboles que Hablan, un lugar donde los monjes y visitantes se relajan, y donde pueden verse ciervos, tortugas e innumerables peces. También encontramos varios árboles centenarios con inscripciones en inglés y tailandés con proverbios budistas. Además, se encuentra una grotesca imagen de Buda en ayunas, con prominentes venas y costillas, junto a una muy venerada chedi.
Además, destaca el Pilar Ashoka, réplica del famoso Pilar de Ashoka de la ciudad de Vaishali, en la India, y una zona de esculturas de Budas en el suelo, entre la Gran Estupa y el Estanque. Aunque el templo fue abandonado durante siglos, se cree que estas esculturas fueron construidas con esa intención y con los restos de antiguas construcciones.
Después de esta visita, nos acercamos al aeropuerto para devolver el coche y regresamos a Chiang Mai para cenar. Nos acercamos al mercado del sábado, el Saturday Walking Street, abierto hasta medianoche, y tras dar un paseo entre infinidad de puestos de artesanía, comimos allí mismo, en un bar marroquí.