Después de desayunar en el hotel, empezamos el día explorando la zona de Sultanahmet. Visitamos las dos mezquitas más importantes y famosas de Estambul, Aya Sofía y la Mezquita Azul, el Hipódromo, una cisterna y varias mezquitas de la zona.
Junto a nuestro hotel, se encontraba la mezquita de Sokollu Mehmet Pasa, que formaba parte de un complejo de varios edificios y servicios entre los que se encontraba una madraza.
Para alojar a los estudiantes se aprovechó el patio superior entre cuyas columnas se construyeron muros creando unas pequeñas habitaciones.
El complejo también incluía una escuela primaria, baños que aún subsisten y son unos de los más antiguos de Estambul, un comedor de beneficencia, refugios para peregrinos y caravanas de los viajeros que se desplazaban y mausoleos.
En el interior destacan los azulejos de Iznik con diseños de flores en colores azul y verde. También son preciosos los paneles azules con caligrafía en color blanco, entre los que se encuentran escritos los 99 atributos de Dios.
El minbar es de mármol blanco con un techo cónico decorado con azulejos turquesa.
En la puerta principal destaca una bóveda de estalactitas típica de las mezquitas de la época. Sobre la puerta se encuentran fragmentos de piedra negra de la Kaaba de La Meca, también hay otros fragmentos en el mihrab y el mimbar. Fuera de La Meca, es el único lugar para poder venerar estos fragmentos de piedra.
Tampoco debéis perderos la Iglesia de San Sergio y San Baco, conocida como la Pequeña Santa Sofía, una mezquita que tiene su origen en una iglesia ortodoxa, convertida en templo musulmán durante el imperio otomano.
Este precioso edificio bizantino con una cúpula central fue erigido en el siglo VI siendo el modelo en el que se inspiraron para la construcción de Santa Sofía, uno de los mejores ejemplos de arquitectura bizantina temprana de Estambul.
Seguimos nuestro paseo hasta la cercana Santa Sofía o, como la llaman los turcos, Ayasofya, el símbolo de Estambul y uno de los lugares imprescindibles para visitar en Estambul. Fue construida durante el mandato de Justiniano entre los años 532 y 537 y es una de las obras maestras del arte bizantino.
Entre 1204 y 1261, Santa Sofía fue la iglesia del Papa. Después de funcionar como iglesia durante más de 900 años, en 1453 fue tomada por el Imperio Otomano y convertida en mezquita. Los otomanos dotaron a la iglesia de cuatro minaretes, una escuela teológica y un comedor público.
En 1935, Atatürk transformó el templo en un museo, hasta que, recientemente, en el año 2020 ha sido convertida de nuevo en una mezquita.
Situada en el punto más alto de Estambul, Santa Sofía define la panorámica de la ciudad. Sus cuatro minaretes y su cúpula de más de 30 metros de diámetro son la imagen más característica de la metrópolis turca.
El interior de Santa Sofía resulta sobrecogedor. Las dimensiones de la sala principal (70x74 metros), la iluminación difusa y las columnas monolíticas reciben a los visitantes con los brazos abiertos.
Lamentablemente, con la reciente reconversión de Santa Sofía en mezquita, las imágenes están prohibidas en el templo, por lo que se han colocado unas cortinas para cubrir los históricos mosaicos de la segunda planta, además de los enormes medallones que decoraban las instalaciones.
En la segunda planta también se conserva la tumba de Enrique Dándolo, duque veneciano que murió en Constantinopla en 1205.
No hay que perderse la llamada a la oración, en alternancia con la Mezquita Azul, situada justo enfrente, sin duda un espectáculo sonoro único e inolvidable.
Detrás de Santa Sofía se encuentra la calle de la Fuente Fría o Sogukcesme Sokagi, donde se encontraba las residencias de los Pachá, hoy en día son Patrimonio de la Humanidad.
Muy cerca se encuentra la fuente del sultán Ahmet III (Üsküdar Meydan) fue construida en 1728 para proporcionar agua a los viajeros y fieles que visitaban Üsküdar; originalmente se ubicaba a pie de mar pero fue trasladada con las reformas del puerto y ahora luce en las cercanías de la Mezquita de Mihrimah Sultan.
Seguimos con la visita de la Mezquita Azul (Sultanahmed Camii) construida por el Sultán Ahmed I entre 1609 y 1616. La cúpula central tiene 23 metros de diámetro y 43 metros de altura. Cuenta con seis minaretes lo que, en el momento de su construcción, provocó mucha polémica, ya que la Meca también tenía seis. Posteriormente y para apaciguar a los fieles, en la Meca se construyó un séptimo minarete para marcar la diferencia.
Al entrar en la Mezquita Azul se entiende el porqué de su nombre: hay más de 20.000 azulejos de color azul que adornan la cúpula y la parte superior de la mezquita. Todos los azulejos fueron llevados de la ciudad de Iznik (Nicea). La iluminación de la mezquita proviene de sus más de 200 vidrieras y de las lámparas de araña que cuelgan del techo. En el momento de nuestro viaje (octubre de 2021, estaba en restauranción).
Junto a la Mezquita Azul se encuentra el Hipódromo. Aunque apenas se conserven unas piedras, no puede faltar la visita a esta zona. Fue construido en el año 200 d.c. y sirvió de centro de diversión para la gente de Constantinopla durante más de mil años, ya que en él se realizaban carreras de carros y los circos.
Destaca el Obelisco Egipcio, con más de 3.500 años es el monumento más antiguo de Estambul. Fue construido por el faraón Tutmoises II para formar parte de Templo de Karnak, siendo posteriormente transportado a la ciudad. En el s XIV los romanos le añadieron un pedestal de mármol.
La Columna de Constantino: Mide 32 metros de altura y fue construida por el emperador Constantino VII en homenaje a su abuelo Basilius I. En un principio fue recubierta por placas de cobre y bronce pero posteriormente fue expoliado.
Columna Serpentina: Es el segundo monumento más antiguo de Estambul (479 d.c). Conmemora la victoria contra los persas. Fue erigido en el templo de Apolo en Delfos (Grecia) y posteriormente transportada por Constantino el Grande.
La Fuente Alemana: Es el monumento menos antiguo de todos, ya que fue un regalo de Alemania recibido en el 1895.
Otro lugar imprescindible para visitar en Estambul es la Cisterna, aunque durante nuestra visita estaba cerrada por reformas (ya la habíamos visitado en 1994).
La Cisterna Basílica, también conocida como Palacio Sumergido, es la más espectacular de las múltiples cisternas que hay en Estambul.
Las cisternas son depósitos que se construyeron para que la ciudad tuviera reservas de agua en caso de ser atacada. La Cisterna Basílica fue construida en tiempos de Justiniano I (527-565) para abastecer al Palacio Bizantino. El emplazamiento (al que debe su nombre) fue el subterráneo de una basílica de la que hoy no queda nada. Para llenar la cisterna se recurría a los acueductos de Valente (aún existente) y de Adriano.
La cisterna de Yerebatan (Yerebatan Sarnıcı), tiene unas dimensiones de 140 por 70 metros y se calcula que podía almacenar unos 100.000 metros cúbicos de agua.
Tiene 336 columnas de 9 metros de altura. Los estilos de las columnas son muy variados, ya que fueron reutilizadas de antiguas estructuras y monumentos.
La visita se hace por unas pasarelas que van por encima del agua. Estas pasarelas fueron colocadas a finales del siglo XX, ya que anteriormente el paseo se hacía en barca.
Entre las 336 columnas de la basílica hay dos que tienen como base una cabeza de Medusa, el ser mitológico que convertía en piedra a todo aquel a quien mirara.
Hay diversas teorías sobre que significan esas grandes cabezas en el interior de la cisterna, aunque la teoría más aceptada es que se pusieron ahí por fines prácticos, para ser usadas como base de las columnas.
Muy cerca se encuentra la cisterna de Binbirdirek (ésta sí pudimos verla). Aunque es más pequeña, este depósito subterráneo de agua sigue siendo asombroso.
La palabra Binbirdirek significa 1001 columnas, aunque su número es de 224. Aquí se llevan a cabo varios eventos como desfiles de moda, exposiciones o cenas elegantes.
Después de visitar esta zona, se puede pasar por el Gran Bazar. El Gran Bazar (Kapalıçarşı) es uno de los mercados más grandes y antiguos del mundo. El área cubierta donde se encuentra tiene 45.000 metros cuadrados y en él trabajan unas 20.000 personas. El número de visitantes diarios oscila entre los 300.000 y los 500.000 dependiendo de la época. Cuenta con más de 3.600 tiendas que se distribuyen en 64 calles. Para acceder al recinto hay 22 puertas.
Los orígenes del Gran Bazar se remontan a la época de Mehmed II, cuando en 1455 construyó cerca de su palacio el antiguo bazar (Eski Bedesten). Al igual que en muchísimas otras ciudades, alrededor de este edificio se fueron instalando talleres de artesanos formando calles gremiales.
Con el tiempo los edificios crecieron en número y las calles fueron cubiertas. Poco después todo el complejo fue amurallado.
Pasado el Gran bazar se encuentra la Plaza Beyazit, una de las más bellas y con más vida de toda la ciudad. En tiempos de los bizantinos se llamaba el foro de Teodosio, y era el foro más grande de la ciudad. Hoy en día turcos, turistas, estudiantes y vendedores de comida conviven en ella sin problemas. Es un lugar perfecto para observar y curiosear. Nosotros comimos en esta plaza, en un Kebab.
Entre el Gran Bazar y la Plaza Beyazit, se encuentra el bazar de los libros antiguos Aunque es sólo una calle, merece la pena buscarla ya que es un rincón con mucho encanto y muy fotogénico.
Visitamos también la Mezquita de Beyazit. Su construcción se inició durante el mandato del sultán Fatih, aunque fue su hijo, Beyazit II, quien la modificó dándole su aspecto actual en los inicios del siglo XVI.
La mezquita resulta imponente con su gran cúpula central, minaretes y semicúpulas (recuerda bastante a Santa Sofía). Lo más interesante es su hermoso patio interior, con suelos de mármoles de distintos colores y con el elegante pórtico que lo rodea. 20 columnas de granito rojo y blanco sujetan los arcos que forman este pórtico cubierto por 25 semicúpulas. El conjunto, con la tradicional fuente en el centro, resulta realmente armonioso y da idea de la importancia de esta mezquita imperial.
Su planta es de cruz latina invertida, y del interior destaca el rico revestimiento de paredes y cúpulas con mosaicos de cerámica que crean originales diseños, relieves y antiguas escrituras otomanas que embellecen el espacio diáfano.
Detrás de la mezquita podemos ver el mausoleo del sultán Beyazit y el de su familia, ambos en roca caliza verde. En la plaza también destaca el edificio que actualmente es la biblioteca de Estambul (antigua escuela primaria que pertenecía al «complejo» de la mezquita) y, en el extremo opuesto, la puerta que da acceso a la Universidad. En el momento de nuestro viaje, la plaza estaba en obras y apenas se podía pasar.
Otra de las visitas imprescindibles en Estambul es la Mezquita de Solimán el Magnífico es una de las mezquitas más bellas, famosas y visitadas de Estambul.
Fue construida entre los años 1520 y 1566 por orden de Solimán I, más conocido como Solimán el Magnífico, uno de los sultanes otomanos más ricos y poderosos de la historia, quién encomendó al reconocidísimo arquitecto Mimar Sinán su diseño.
La Mezquita deja impresionados a los visitantes por su tamaño, su sencillez, sus excepcionales azulejos de Iznik que decoran el mihrab, por sus preciosas vidrieras que proyectan una inmensa luz a través de sus 138 ventanas y por sus imponentes columnas. Posee cuatro minaretes, dos de ellos con tres balcones y los otros dos con dos. Los hizo construir así Solimán para recordar que fue el cuarto Sultán desde la conquista de Estambul y el décimo desde la fundación del imperio otomano.
Tanto Solimán, como su esposa Roxelana y el propio arquitecto están enterrados en el cementerio situado detrás de la Mezquita.
En el mismo patio de la mezquita hay un bar con unas vistas espectaculares donde hicimos un alto en nuestro camino y nos tomamos unos tés con pastelería turca.
En el mismo barrio se encuentra Rüstem Pasha Camii, en la zona de lo que fuera el antiguo mercado de Eminönü y es una de las joyas mejor guardadas de Estambul.
No es uno de los monumentos más conocidos, porque una de sus particularidades es que está edificada sobre los soportales de lo que fueran los puestos del mercado, así que no se ve fácilmente paseando entre el entramado de pequeñas calles que dan forma a este barrio. Si no sabes que tienes que meterte por los soportales y subir unas escaleras, probablemente pase desapercibida. Nosotros tuvimos que esperar a que acabase la oración para poder acceder.
Es una mezquita otomana, construida entre 1550 y 1561 por el conocido arquitecto de la época Mimar Sinan en honor del gran visir Rüstem Pachá, yerno del sultán Solimán el Magnífico.
La mezquita no es muy grande y lo primero que sorprende es encontrártela en la «azotea» de un edificio. Ya desde aquí, se ve su bonito arco de entrada, formando un bello pórtico, la cúpula central, rodeada de semicúpulas, y su elegante minarete. La sorpresa espera en el tranquilo interior porque sus paredes revestidas de azulejos son una verdadera maravilla. Estos mosaicos de azulejos (procedentes de Iznik) crean armoniosas decoraciones florales y abstractas que hacen que la mezquita resulte deslumbrante.
Las pequeñas piezas (más de 2.000) se reparten por todo el recinto formando sorprendentes combinaciones de colores y diseños en las que predomina el color azul, pero lleno de matices. Fijaos también en los ocho pilares que sujetan las cúpulas, también adornados, y en el espacio destinado a la oración.
Justo al lado de esta mezquita, se encuentra el Bazar de las Especias y la Mezquita Nueva.
La Mezquita Nueva o Yeni Camii, tiene ya casi 400 años de antigüedad, se construyó entre los años 1597 y 1663 por orden de las madres de los sultanes Mehmet III y Mehmet IV respectivamente tras una serie de problemas políticos, religiosos y financieros.
Con el Cuerno de Oro como espectador de lujo se alza esta imponente Mezquita Nueva con sus espectaculares bóvedas y sus dos minaretes dominando el horizonte. Su interior no le va a la zaga, con sus magníficas vidrieras, todo construido con azulejos de Íznit, oro y mármol. Posiblemente la Mezquita más bonita de Estambul junto con la Mezquita Azul (también estaba en restauración).
Junto a la mezquita se encuentra el Bazar de las Especias, también llamado Bazar Egipcio (Mısır Çarşısı), es uno de los mercados más antiguos de Estambul y uno de los mejores lugares de la ciudad para comprar productos típicos como especias, dulces o frutos secos….¡¡¡y también chuches!!!
El Bazar Egipcio está construido en forma de L y cuenta con 6 puertas de entrada, es un mercado muy colorido y los tenderos decoran sus puestos de tal forma que visitarlo es un placer para los sentidos.
Los inicios del Bazar de las Especias de Estambul se remontan a 1663. Se construyó al mismo tiempo que la Nueva Mezquita y adyacente a ésta con el objetivo de mantenerla económicamente.
El nombre de Bazar Egipcio proviene de cuando Estambul marcaba el final de la ruta de la seda y era el centro de distribución de toda Europa,. De hecho, desde el siglo XIII ya comerciaba especias con Venecia.
Durante el siglo XV, las especias llegaban de la India y el sudeste asiático hasta Egipto, y desde aquí a Estambul por el Mar Mediterráneo.
Después de todas estas visitas y de disfrutar de las vistas del puente Gálata y la puesta de sol, regresamos al hotel en tranvía y cenamos de nuevo en su fabuloso restaurante siempre hasta los topes..