Seguimos nuestra ruta cruzando Suiza en dirección este. Visitamos las tierras de Heidi, el principado de Liechtenstein, y finalmente entramos en Austria para pasar la noche en Innsbruck, en pleno Tirol.
Nuestra primera parada fue Heidiland, el pueblo de Heidi. En el actual pueblo de Mainfield se encuentra la aldea de Heidi, que permite al visitante trasladarse a la Suiza del S.XIX.
Visitamos la casa de Heidi, con su bodega y la habitación de Heidi, con mobiliario de la época y figuras a tamaño real de los personajes. También tuvimos ocasión de fotografiarnos en la mesa de Heidi. La casa también alberga una increíble colección de libros de Heidi en todos los idiomas.
Enfrente de la casa, se encuentran los animales que tuvieron Heidi y Pedro, y en el pueblo, el edificio de correos y una tienda de regalos de Heidi para coleccionistas y aficionados.
El recorrido puede realizarse a pie o en coche. Parte desde Mainfeld, de la tienda de Heidi, bodega y museo de la autora (Johanna Spyri), a través del bosque, pasando por la fuente de Heidi, hasta su casa.
Después de esta visita nos dirigimos al principado de Liechtenstein, con una superficie de 24,6 km de largo y 12,4 km de ancho. Su capital es Vaduz, su forma de gobierno es una monarquía, y su idioma oficial es el alemán.
Vaduz es una ciudad pequeña pero llena de encanto. Situada a orillas del río Rin y rodeada por los majestuosos Alpes, combina historia, cultura y naturaleza en un espacio compacto pero fascinante.
Aunque Liechtenstein es uno de los países más pequeños de Europa, su historia es rica y peculiar. Vaduz se convirtió en la capital en el siglo XVIII, cuando la familia principesca de Liechtenstein adquirió el territorio. Desde entonces, ha sido el centro político y cultural del país, aunque mantiene un aire tranquilo y acogedor.
Uno de sus lugares más emblemáticos es el Castillo de Vaduz, situado en lo alto de una colina. Esta fortaleza medieval es la residencia oficial de la familia principesca, tiene unos 700 años y es propiedad de los príncipes de Liechtenstein desde 1712. Desde 1938 es la residencia de la familia del Príncipe y por tanto no se admiten visitas.
La casa de los príncipes de Liechtenstein es una de las familias nobles más antiguas de Europa y además una dinastía de grandes empresarios. Su colección de arte privada es una de las más importantes del mundo. Hans-Adam II es el primer príncipe nacido en Liechtenstein. El 15 de agosto de 2004 nombró al príncipe heredero Alois, casado con la duquesa Sofía en Baviera, como su representante delegando en él los asuntos del gobierno.
En el centro de Vaduz, el Museo Nacional de Liechtenstein ofrece una visión completa de la historia del país, con exposiciones sobre su evolución política, arte y cultura. Los amantes del arte pueden explorar el Museo de Arte de Liechtenstein, que alberga una colección de arte moderno y contemporáneo con obras de artistas internacionales y locales.
Vale la pena darse un paseo por Mitteldorf, el casco antiguo de Vaduz. Muchas casas en Mitteldorf y Oberdorf son monumentos de interés histórico.
Otro de los símbolos arquitectónicos más característicos es la Casa Roja, una construcción histórica que destaca por su color intenso y su torre de diseño tradicional. Para quienes disfrutan del turismo enológico, los viñedos del Príncipe de Liechtenstein ofrecen la oportunidad de degustar vinos locales en un entorno idílico. Vaduz también cuenta con una curiosa conexión con Suiza a través del Puente Viejo del Rin, un puente de madera que une ambos países y representa su relación cercana.
Si bien Vaduz es una ciudad encantadora, también es importante mencionar que Liechtenstein es conocido por sus altos precios. Desde la gastronomía hasta el alojamiento, los costos suelen ser elevados en comparación con otros países europeos, lo que convierte la visita en una experiencia exclusiva pero que requiere cierta planificación para disfrutarla sin sobresaltos.
Vaduz es una ciudad que sorprende por su tranquilidad y su belleza discreta. Aunque pequeña, ofrece una experiencia única para quienes buscan descubrir un rincón especial de Europa.
Otra posibilidad es recorrer la ciudad con el tren turístico, que nos ofrece información sobre la historia, los monumentos y la Casa del Príncipe, haciendo que este tour de 30 minutos de duración por el centro pase volando.
También se puede visitar el Museo filatélico, colección de sellos postales únicos de Liechtenstein, así como documentos, aparatos y máquinas de correo históricas y exposiciones especiales (entrada gratuita), o la Bodega de la Corte, bodega del Príncipe abierta a los visitantes, donde se pueden degustar y comprar vinos de los viñedos privados del Príncipe de Liechtenstein.
Después de visitar y comer en Vaduz, cruzamos la frontera con Austria y seguimos nuestro camino hacia Innsbruck, capital de los Alpes, atravesando la región de Voralberg, por un recorrido alpino de gran interés paisajístico.
El símbolo más famoso de Innsbruck, se encuentra en medio del barrio gótico, uno de los cascos antiguos de Austria más bonitos y mejor conservados.
Las fachadas, que en su mayoría conservan su aspecto de arquitectura gótica, datan de la época entre 1500 y 1540. Muy típico de este tipo de ciudad son los bonitos pasadizos abovedados que se extienden a lo largo de la antigua avenida principal, la calle Herzog Friedrich Strasse que llega desde el sur hacia el símbolo de Innsbruck, el Tejadillo de Oro.
El Emperador Maximiliano I mandó construir este mirador suntuoso en la antigua residencia del archiduque Friedrich IV, con ocasión de su enlace matrimonial con Blanca Maria Sforza de Milán. Adornado con 2.657 tejas de cobre, doradas al fuego, el Tejadillo de Oro caracterizó, por aquel entonces, el centro de Europa.
La Herzog-Friedrich-Strasse es la calle más característica. Atraviesa todo el centro en forma de L que gira a la izquierda y se aproxima al río después de ensancharse en una especie de plaza triangular. Está flanqueada por pórticos o pesadas laufen (arcadas), y casas burguesas con mirados decorados con emblemas de hierro forjado. Aquí se encuentra la casa de la Rosa Dorada, del S.XVI, dedicada al cristal de Swarovski; la casa de la Cruz Blanca (S.XV-XVI), donde vivió Mozart; el antiguo ayuntamiento y la torre de la ciudad.
Frente al tejadillo de oro se encuentra la posada del Águila Dorada, la más antigua de Austria (S.XVI). Por la Pfarrgasse se llega hasta la catedral de San Jacobo. También encontramos la casa de la Orden Teutónica.
Junto a la catedral podemos ver el Hofburg (palacio real), y detrás, la Höfkirche, iglesia de la corte o de los franciscanos, que alberga la sepultura del emperador Maximiliano I de Habsburgo, coronada por las estatuas de los hombres de negro (guardia de honor del emperador).
Después de dar un paseo por el centro, algo pasado por agua, cenamos en una taberna y nos fuimos ya para nuestro hotel. Nos hospedamos en el Best Western Hotel Mondschein.