Había llegado el momento de regresar a Cancún. Sin embargo, no desaprovechamos la oportunidad de explorar algunos de los encantadores pueblos mágicos que se encontraban en nuestro camino.
Nuestra primera parada fue en Izamal, conocida como la “ciudad amarilla o dorada”, por sus edificios coloniales pintados de este color; o como "la ciudad de las tres culturas", por su mezcla de estilos prehispánico, colonial y contemporáneo.
En Izamal podemos encontrar antiguas pirámides mayas, impresionantes conventos y casonas, artesanía y buena comida. No es por casualidad que desde 2001 esta ciudad forma parte de la lista de los Pueblos Mágicos de México, una distinción que la señala como una de las localidades más pintorescas e interesantes del país.
Uno de los principales atractivos de este singular Pueblo Mágico es, simplemente, perderse en sus calles. Las antiguas pirámides mayas se alternan con las viejas casonas coloniales, también amarillas y blancas, con sus placitas y parques, con capillas y pequeñas iglesias, pero si hay un lugar que destaca especialmente en Izamal, es el increíble ex-convento de San Antonio de Padua (entrada gratuita).
Desde la plaza mayor se sube por una rampa hasta el enorme patio porticado de acceso al convento, con fama de ser el segundo más grande del mundo después del Vaticano. Sus amplios espacios abiertos y arcos proporcionan un ambiente de paz y contemplación.
El convento fue fundado en 1549 por los franciscanos, quienes lo construyeron sobre los restos de una pirámide maya dedicada a Pap-Hol-Chac, una deidad de la lluvia. Esta fusión de culturas es un reflejo de la historia de Izamal.
La iglesia principal del convento es el santuario de la Virgen de Izamal, cuya entrada está flanqueada por frescos del S.XVI. En el interior se encuentra una imagen venerada de la Virgen de la Inmaculada Concepción, conocida localmente como "Nuestra Señora de Izamal". Muchos son los milagros que se le atribuyen a esta imagen del S.XVI, objeto de peregrinación desde hace siglos. Cuando el papa Juan Pablo II la visitó en 1993, le regaló una corona. Hay un pequeño museo que conmemora la visita del Papa y donde se puede ver la imagen de la Virgen ($25/persona).
Desde los jardines y ciertos puntos del convento, se puede disfrutar de una vista panorámica del pueblo y de las ruinas mayas cercanas.
Izamal también es conocida por su tradición artesanal. Al otro lado de la plaza, frente al convento, se encuentra el Centro Cultural Artesanal, ubicado en una antigua casona del S. XVI, que expone una colección de arte popular elaborado con barro, madera, metal, fibras vegetales y textil. En la tienda se venden artesanías típicas mayas como huipiles (túnica sin mangas), hamacas y figuras mayas.
En la esquina de la plaza se encuentran las famosas letras de colores con el nombre de la ciudad.
A unas pocas cuadras al noreste de la plaza está Kinich Kakmó, una de las pirámides más grandes de Mesoamérica. Tiene una base que abarca casi dos hectáreas y su altura alcanza aproximadamente los 34 metros, lo que la hace una estructura monumental en el paisaje de Izamal.
Su nombre significa "Guacamaya de Rostro Solar" en maya. Este nombre refleja la importancia de la pirámide en la mitología y cosmología de los antiguos mayas. Se cree que Kinich Kakmó fue un importante centro ceremonial dedicado al dios solar de los mayas, Kinich Kakmó, una deidad asociada con el fuego y el sol.
Hay una segunda pirámide en Izamal, la pirámide de Itzamatul, pero está peor conservada.
Después de recorrer las bonitas calles de Izamal, seguimos nuestra ruta hacia Cancún. En función del tiempo, se puede parar también en el pueblo de Uayma, que en maya significa “aquí no”.
Uno de los principales atractivos de Uayma es el Templo y Ex Convento de Santo Domingo. Esta majestuosa estructura fue construida en 1646 utilizando piedras extraídas de las cercanas ciudades arqueológicas mayas. Lamentablemente, la edificación original fue destruida durante la Guerra de Castas, por lo que en 1891 se llevó a cabo su reconstrucción. Durante este proceso, se procuró eliminar cualquier rastro de influencias españolas, lo que complicó el trabajo de restauración, que finalmente se culminó en 2005.
El templo es una gran iglesia con un atrio y un amplio patio, donde los franciscanos solían convocar a la gente e invitarlos a convertirse al catolicismo. Al comenzar los trabajos de restauración, se revelaron los decorados originales, destacando las figuras estampadas en las paredes internas y externas, adornadas con grandes y coloridas estrellas y rosetas que otorgan al lugar un aspecto alegre y acogedor, invitando a ser visitado (nosotros no paramos en Uayma).
Sin más demora, pusimos rumbo a nuestra siguiente parada del día, el Cenote Chichikán, donde aprovechamos para comer y darnos un refrescante baño de nuevo en el inframundo.
Nuestra visita correspondía al Paquete Alun, que incluye un recorrido maya por la aldea, baño en el cenote y comida en el restaurante Nool ($400, unas 3 horas en total).
Lo primero que hicimos fue darnos un baño en el cenote. Es de tipo abierto y hay que descender casi 60 metros para llegar a la bóveda. No es el más impresionante, el agua estaba algo turbia pero había bastantes peces e incluso alguna pequeña tortuga. Es impresionante la vista desde abajo.
Después de este refrescante baño fuimos a comer al restaurante Nool, en el parque del cenote. La comida muy básica y no mucha calidad. Lo único apetecible era la sección de tacos elaborados al momento.
Al acabar la comida hicimos el tour de experiencias mayas, muy similar al Pueblo del Maiz, en la Isla de Cozumel, pero con menos encanto.
El recorrido comienza con una inmersión en la historia y cultura de la civilización maya. Los guías locales, conocedores de sus tradiciones y costumbres, explican las historias y leyendas que han sido transmitidas de generación en generación.
Al entrar, nos dieron la bienvenida y nos pintaron las manos, como preámbulo a las experiencias que nos esperaban. Un túnel y el sonido de caracolas nos acompañaron hasta el siguiente punto, la aldea maya.
En la aldea maya pudimos ver casas tradicionales, demostraciones de rituales y prácticas tradicionales mayas y conocer los ingredientes típicos de la región, como el maíz, el cacao y la miel. Al final del recorrido hay una cancha del juego de pelota y un pequeño teatro. Toda la experiencia mucho más sencilla que el Pueblo del maíz, además los guías no iban pintados ni ataviados como los mayas de Cozumel. Aún y así fue divertido.
Al final de la experiencia nos ofrecieron participar en una ceremonia maya de purificación, y como nos apuntamos a todo, dijimos que sí. Nos llevaron a un rincón de bosque en el mismo recinto y nos purificaron con inciensos al mismo tiempo que recitaban unas oraciones en lengua maya (propina $200).
¡Ahora sí! Sin realizar ninguna otra parada, pusimos rumbo a Cancún (2 horas de recorrido + 1 hora más por cambio de huso horario). Nos instalamos en el mismo hotel del día de nuestra llegada, el Eco-hotel El Rey del Caribe. Como habíamos parado a comprar algo de fruta y snacks, ya no volvimos a salir.