¿Habéis descansado, mosqueteros? Hoy hicimos una excursión de medio día a los andenes incaicos de Moray y las salineras de Maras. Reservados las excursiones de Cuzco a través de la agencia que nos recomendó nuestro hotel. Nuestro contacto fue Brysaida (+51 949 193 494) de www.vidastravel.com. El trato recibido por Brysaida fue excelente. Cada día nos escribía para saber cómo habíamos pasado el día y nos informaba de la hora de recogida del siguiente tour.
Este primer día en Cuzco salimos a las 8h en grupo reducido y con nuestra guía Yosi. La primera parada fue en un centro textil en Chinchero donde nos explicaron la técnica del trabajo con lana de alpaca.
Seguimos hacia el sitio arqueológico de Moray (incluido en el boleto turístico: S/130 para 16 sitios arqueológicos y museos, durante 10 días), un lugar con terrazas agrícolas que, a primera vista, parecen anfiteatros. Estas terrazas concéntricas fueron construidas por los incas como laboratorio agrícola. Cada una de sus terrazas cuenta con un microclima propio, de acuerdo a la profundidad a la que se encuentre, favoreciendo así el crecimiento de las plantas. Se cree que en estas terrazas se pudo cultivar las tan preciadas hojas de coca. Hicimos una corta caminata, asequible para todos los públicos, por 3 círculos de andenes.
Se han encontrado además piedras verticales en las terrazas, que marcarían los límites de las sombras del atardecer durante los equinoccios y solsticios. Esto sería útil para los cultivos e indicaría también un uso astronómico de este lugar.
El sitio de Moray pudo además servir a los oficiales incas para calcular la producción anual en diferentes partes del Tahuantinsuyo, lo que refuerza además la teoría que debió haber una casta social de élite, unos ingenieros, que realizaban los diseños de tantas obras de envergadura que se han podido encontrar a lo largo de todo el imperio inca.
Después de esta visita nos dirigimos a las salineras de Maras. Antes de la visita paramos en el pueblo, en una tienda de sal y chocolate.donde pudimos degustar diferentes tipos de chocolates y caramelos con sal. Ummmm…¡¡¡chocolate con sal rosa!!! ¡¡¡Me lo llevo!!
Las salineras están situadas en el Valle Sagrado de los Incas, un territorio lleno de paisajes increíbles y lugares arqueológicos únicos que tendremos ocasión de ir conociendo en varios días.
Las Salineras de Maras (3375m) cuentan con más de 3000 pozas, de distintos tamaños y dimensiones, las cuales son alimentadas por agua salada que brota del subsuelo de la montaña Qaqawiñay, a 3380 m sobre el nivel del mar. El intenso sol hace que el agua se evapore, dejando cristales de sal que luego son “cosechados” con un trozo de madera. La sal se va raspando y colocando en cestos para eliminar el agua sobrante. Después de unos días, se vuelve a abrir el paso de agua y el proceso se repite.
La sal de estas salineras es de color rosa debido a los elementos naturales del agua de la montaña, que incluye magnesio, calcio, potasio y silicio. Sólo hay 4 lugares en el mundo de donde se puede extraer sal rosada y Maras es uno de ellos.
Existe también un origen mítico de las Salineras de Maras, relacionada con la leyenda de Los hermanos Ayar. Ésta relata la historia de Ayar Cachi, uno de los hermanos que, junto con Manco Cápac, emprendieron el viaje para fundar el Cusco. Ayar Cachi era el más fuerte de los cuatro hermanos, capaz de lanzar una piedra a la montaña y formar una quebrada. Los demás hermanos temerosos del poder de Ayar Cachi, mediante engaños, lo encerraron en una cueva tapiándola con una piedra. Las lágrimas de ira de Ayar Cachi formaron las múltiples pozas de agua salina, las cuales luego se convertirían en las Salineras de Maras.
La caminata en Maras es algo dura. Hay una bajada muy pronunciada con escaleras, que después, obviamente hay que subir, y entre el calor del mediodía y la altitud, a mi madre le costó bastante. Pero despacito conseguimos hacer el recorrido completo.
Después de estas interesantes visitas, regresaros al Cuzco sobre las 14:30h, y comimos junto al hotel, en el restaurante Local, ¡¡un lomo saltado exquisito!!.
Por la tarde, Julián y yo salimos a pasear por el Barrio de San Blas (mi madre volvió a quedarse en el hotel, otra vez con oxígeno). En el Barrio de San Blas podemos encontrar antiguas casonas y calles estrechas, una muestra de la increíble belleza de la ciudad de Cuzco. San Blas, también llamado el “Balcón de Cusco”, es un lugar mágico en el que en su recorrido tanto diurno como nocturno, nos transportará al ambiente más bohemio de la ciudad, con sus talleres de artesanos y sus rincones pintorescos.
Durante la época de los incas, la zona correspondiente al barrio de San Blas fue llamada ‘T’oqokachi’, palabra quechua que quiere decir ‘Cueva de sal’. Después de la invasión española, el lugar pasó a llamarse San Blas en honor al obispo de Sebaste que vivió en el siglo III.
Según algunos cronistas, la momia del inca Pachacutec (emperador que mandó construir Machu Picchu) estuvo en el templo de Tococache (actual iglesia de San Blas) hasta que los españoles la tomaron y destruyeron.
Durante la república del Perú, los artesanos cusqueños se establecieron en San Blas. Desde entonces, el lugar pasó a ser famoso como el barrio de los bohemios.
Saliendo del hotel, lo primero que encontramos es la famosa Cuesta de San Blas (el hotel está al principio de la cuesta). En esta calla se encuentran numerosas galerías y talleres de importantes artistas cusqueños.
Al final de la Cuesta de San Blas se encuentra la Plazoleta de San Blas, un pequeño rincón en el que sentarse y descansar tras la subida de esa calle tan empinada. Aquí se puede visitar dos de los grandes atractivos de este barrio, la Galería de Hilario Mendivil y Familia y el Templo de San Blas.
La Galería de Hilario Mendivil y Familia es un taller de uno de los máximos representantes de la artesanía cusqueña. Su trabajo, que se desarrolló durante el siglo XX, destaca por las imágenes religiosas de cuello alargado que recuerdan a los de la llama y la alpaca, animales muy representativos de los Andes.
El Templo de San Blas es una de las grandes joyas de la arquitectura colonial de este barrio. Esta iglesia, que fue construida sobre una huaca inca y, posteriormente, reconstruida en 1650 tras un terremoto, cuenta con un increíble púlpito tallado en cedro, de autor anónimo, pero atribuido a artistas de la zona.
También subimos hasta el Mirador de San Blas para disfrutar de un precioso atardecer con una de las mejores vistas panorámicas de Cusco. Desde el mirador, atravesando unas cuantas calles empedradas y tramos de escaleras arriba y abajo, se llega hasta el acueducto de Sapantiana (se puede llegar también bajando desde el hotel por la calle Choqechaka hasta el final, y luego un tramo de escaleras).
Este acueducto es una arquitectura hidráulica colonial levantada sobre el rio p’ujru, cuya construcción fue impulsada por la orden Jesuita y el cabildo de Cusco, entre los siglos XVII-XVIII. Se trata de un muro colonial construido en arcos de cuatro niveles, y muy probablemente con elementos líticos de la huaca Sapantiana, situada solo a unos metros. Antes del 1950, aún transcurría agua por el canal que hay encima.
Desde el acueducto, y bajando de nuevo por escaleras, se llega a la calle 7 borreguitos, una de las calles más fotografiadas de Cuzco, incluso había un fotógrafo profesional y ¡cola para hacerse la típica foto de Instagram!.
La parte alta de la Calle Siete Borreguitos fue llamada Ccopapata, “el camino de la ceniza” en español, hasta los años 50, debido a que los vecinos tiraban ahí las cenizas de sus fogones. La parte baja, en cambio, fue llamada Taqsanapata, pues muchas personas iban desde el Centro Histórico de Cusco a lavar su ropa en el Río Puckro, muchas veces acompañados de sus borregos, para que bebiesen agua. De ahí surgió el nombre de la “Calle Borrego”.
Más tarde, se cambió el nombre a “Siete Borreguitos”, para completar el grupo de Calles que enigmáticamente comienzan con el número 7 en sus nombres, tales como: Siete Ventanas, Siete Culebras, Siete Mascarones, Siete Angelitos, Siete Cuartones, Siete Diablitos y, finalmente, la calle Siete Borreguitos. En la actualidad son conocidas como “Las Siete Calles 7 de Cusco”.
A lo largo de la calle 7 borreguitos podemos encontrar numerosas galerías de arte y tiendas de artesanía, además de coloridas puertas y más de 200 macetas con plantas, que los vecinos han contribuido a aportar a esta preciosa calle. Desde aquí se puede regresar a la Plaza de Armas por la calle Pumacurco.
Después de este paseo, y tras un breve paso por el hotel, asistimos a un espectáculo de danza tradicional en el Centro Qosqo de Arte Nativo (incluido en el boleto turístico). Fuimos dando un paseo desde el hotel (1km).
El espectáculo empieza a las 19h y el teatro es enorme, así que no conviene llegar demasiado pronto. En el espectáculo de música y danza, los participantes van vestidos con trajes típicos de la región. No tiene mayor encanto. Los trajes están muy bien pero los músicos no tenían mucha predisposición. Cuando no tocaban, se apoyaban en la pared y algunos parecía que se habían quedado dormidos. Daba un poco de penita verlos. Al acabar el espectáculo puedes entrar en una sala donde unos cuantos maniquíes exhiben los trajes del espectáculos…o hacer como nosotros, ¡¡que salimos corriendo de allí!! Hay una cafetería con dulces y snacks que puedes comer durante el espectáculo.
Después del show regresamos al hotel a descansar. ¡¡Al día siguiente nos íbamos a Aguas Calientes!!.