Por la mañana de nuestro segundo día de crucero, comenzamos el día con una clase de Tai Chi en la cubierta, mientras veíamos el amanecer. Estábamos rodeados de niebla y de pequeños islotes. La experiencia fue increíble, aunque muy pocos se levantaron tan temprano para disfrutar de este momento. ¡Nosotros no queríamos perdernos nada y allí estuvimos!
Después de desayunar, continuamos navegando un rato hasta que un speed boat vino a buscarnos y nos llevó hasta una isla flotante. La mayoría de los cruceros visitan algunos de los pueblos flotantes de la bahía. Estos pueblos se construyeron inicialmente para que los pescadores pudieran vender la pesca de la noche anterior, pero pronto comenzaron a construir casas, colegios, tiendas y hasta una estación de policía flotante, junto con pequeñas piscifactorías.
Desembarcamos y recorrimos las plataformas de la pequeña isla, observando el criadero de peces que tenían instalado allí. Luego, embarcamos en unos botes de remos para explorar la Dark and Light Cave.
Situadas en la bahía de Lan Ha, estas dos cuevas son en realidad una sola, conectadas entre sí. La cueva oscura tiene 100 metros de largo y muy poca luz, mientras que la cueva de la luz cuenta con numerosas aberturas por donde se filtra la luz natural. La cueva de la luz está siempre accesible, mientras que la cueva oscura no siempre se puede visitar debido a las mareas.
Después de esta aventura, regresamos al barco y nos sirvieron un almuerzo, nuevamente exquisito y con muchos dulces. ¡Ya estábamos listos para desembarcar!
Atracamos en un puerto local y regresamos en una lancha rápida a Halong, donde nos estaban esperando para llevarnos de regreso a Hanoi. Llegamos a las 15h, nos volvimos a instalar en el mismo hotel, el Trang Trang, y salimos a pasear de nuevo por el caos de Hanoi.
Fuimos hasta el Templo de Bach Ma, construido en el siglo IX. El Templo del Caballo Blanco es uno de los más importantes de la ciudad y honra al genio mitológico Long Do, considerado el fundador de Hanoi. La gente visita este templo para pedir suerte para todo el año.
La leyenda cuenta que en 1010, cuando el rey Ly Thai To (974-1028) escogió a Thang Long, hoy día Hanói, como sede del imperio, trató de levantar la muralla de la ciudadela, sin embargo no podían construirla.
Ly Thai To visitó el tempo y salió de él transformado en un corcel blanco, quien hizo posible la edificación de la muralla sobre un terreno húmedo y movedizo. Así quedó fundada la capital.
Para rendir tributo a Long Do, el rey Ly Thai To, fundador de Hanói, puso el nombre de Caballo Blanco al templo. Bach Ma o Caballo Blanco sufrió modificaciones durante cada una de las dinastías feudales y conserva ahora las del período de la última dinastía feudal Nguyen (1802-1945).
A poca distancia se encuentra el Mercado Dong Xuan, un edificio cerrado de dos pisos donde venden ropa y recuerdos. Estaba bastante descuidado y sucio, así que no tardamos en salir de allí.
Desde la entrada, pedimos un Grab hasta otra de las calles imprescindibles en Hanói: la calle del tren. La vía de tren que recorre la ciudad de Hanói fue construida por los colonos franceses en 1902. Desde su construcción, prácticamente no se han efectuado mejoras en la vía, por lo que su estado es algo precario, como sucede en muchas otras vías de Vietnam. En 2018, hubo más de 260 accidentes de ferrocarril, en los que 124 personas murieron y 184 resultaron heridas.
La conocida como Train Street se encuentra en el casco histórico de la ciudad y, aunque pueda parecer extraño, sigue operativa; es decir, los trenes siguen circulando a diario. La curiosidad es que, en pocos metros y a ambos lados de la vía, se concentran casas, cafés y vendedores ambulantes. No obstante, desde el 10 de octubre de 2019, la calle se ha cerrado al público debido a la gran afluencia de turistas. Pudimos pasear por la calle aunque no vimos pasar el tren. Cuando pasan, cierran la calle y ya no dejan pasar. ¡Estuvimos tomando algo en un bar a pie de vías!
Regresamos al hotel nuevamente en Grab y aprovechamos para hacer algunas compras. Cerca del teatro de las marionetas hay muchas tiendas de North Face, así que compramos algunas cosas tanto para nosotros como para regalar.
Para no perder la costumbre, fuimos a cenar a “nuestro restaurante”, el Down Town, donde disfrutamos, una vez más, de sus delicias culinarias.