A primera hora de la mañana, nos recogieron en un autocar y nos trasladaron a Halong, un trayecto de unas 3 horas y 30 minutos. Al llegar al puerto, nos hicieron esperar en una oficina, donde se llevaron nuestro equipaje y nos dieron unas tarjetas de identificación. Embarcamos en unas lanchas rápidas que nos llevaron hasta otro puerto, donde nos esperaba el barco del crucero.
Nos habían cambiado el barco que habíamos reservado a través de booking.com, ya que debido al COVID-19, prohibieron embarcar a los ciudadanos chinos y agruparon al resto en menos barcos. Salimos ganando, ya que nos pusieron en un barco de categoría superior, el Dora Cruises, con camarotes con balcón y vistas espectaculares del entorno.
En el barco teníamos incluidas todas las comidas, entradas y lugares para visitar, kayak, paseo en barco de bambú, una clase de cocina, pesca del calamar y Tai Chi al amanecer. ¡No había tiempo para aburrirse!
Nada más embarcar y tras instalarnos en nuestros camarotes, nos sirvieron la comida: varios platos de comida local para degustar. ¡Estaba riquísimo!
Seguimos navegando durante un rato, admirando el espectacular paisaje desde el balcón de nuestros camarotes.
La bahía de Ha Long, o Bahía del Dragón, es una zona marítima de 1.500 km² situada cerca de la costa norte de Vietnam, próxima a la frontera con China y a 170 km al este de Hanói, la capital del país. La bahía de Ha Long destaca por la gran cantidad de islas de diferentes formas y tamaños; bloques de piedra de origen kárstico que se levantan imponentes por toda la zona.
La bahía de Ha Long fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994 y, desde 2011, es una de las siete maravillas naturales del mundo, junto con las cataratas de Iguazú en Argentina, la Montaña de la Mesa en Sudáfrica, la Amazonia en América del Sur, la Isla Jeju de Corea, el Parque Nacional de Komodo en Indonesia y el río subterráneo de Puerto Princesa en Filipinas.
Cuenta una leyenda local que, cuando los vietnamitas luchaban contra los chinos que trataban de invadirlos, los dioses enviaron una familia de dragones para ayudar a defender la tierra de los invasores. Esta familia de dragones comenzó a escupir joyas y jade, que acabaron convirtiéndose en las islas e islotes que salpican la Bahía de Ha Long, uniéndose entre sí para formar una gran muralla contra los invasores. Muchos de los lugareños todavía creen que el dragón se encuentra entre sus aguas, al más puro estilo del Lago Ness.
Paramos en medio de la bahía, rodeados de pequeñas islas, y nos prepararon unos kayaks. Pudimos remar hasta una isla cercana y desembarcar. En la isla, exploramos unas cuevas rocosas antes de regresar al barco. Después del kayak, nos dimos un baño en el mar, saltando al agua desde el propio barco. ¡El agua estaba helada, pero no quisimos quedarnos con las ganas de darnos un chapuzón, así que no lo pensamos mucho y al agua!
Después de la cena, nos dieron instrucciones para la pesca del calamar. Probamos suerte con las cañas y, aunque nadie consiguió pescar nada, fue divertido.
Tras todas estas actividades, nos fuimos a descansar a nuestros camarotes. Por la noche, el barco estaba anclado, así que no se movía nada. Había sido un gran día. Dormir en un barco en medio de la Bahía de Ha Long es sin duda una experiencia maravillosa.