Después de desayunar en nuestro hotel salimos a explorar la ciudad. Visitamos el Palacio de la Reunificación y el Museo de los Vestigios de la Guerra, dos de los lugares históricos más importante del país. Regresamos a la calle Dong Khoi para comer y después visitamos la Mezquita Central de Saigón y el barrio chino de Cholon. ¡Un no parar!
Nuestra primera visita fue el Palacio de la Reunificación. En el año 1975 se produjo la caída de Saigón, cuando el Sur de Vietnam se rindió ante las tropas del Norte del país, momento en el que un tanque nor-vietnamita atravesaba las verjas del Palacio. Esta fotografía se ha convertido en el símbolo de la reunificación de Vietnam.
Exteriormente es un edificio fabuloso, quizás uno de los pocos ejemplos de arquitectura vietnamita de la década de los sesenta. Aunque parece bastante austero por fuera, su interior alberga muchos tesoros históricos.
En el Palacio de la Reunificación se puede visitar prácticamente todo, incluso las antiguas estancias presidenciales. Se puede andar por despachos, salas de recepciones, el casino, habitaciones privadas, e incluso la cocina.
Todo está intacto, igual que en los años setenta, parece que no haya pasado el tiempo allí dentro. Incluso la colección de regalos presidenciales, llena de excentricidades.
Otra de las visitas más interesantes es el búnker y el centro de operaciones militares que hay en los sótanos. ¡¡Parece que estés metido en una película antigua de espías!!
Después de esta interesante visita nos dirigimos al Museo de los Vestigios de la Guerra, el más importante de Vietnam.
En el exterior del museo hay expuestas un montón de piezas de artillería y maquinaria de guerra pesada que fue capturada por el ejército del Vietcong al ejército americano.
Entre lo más destacado de estas piezas destacan los Tanques M41 y M48, vehículos lanzallamas M132 A1, bulldozer, helicópteros CH47, cazas F5, bombarderos A1 Skyrider, obuses M107, cañones sin retroceso y muchas bombas, entre ellas, la BLU-82, que era la que apodaban como «corta-margaritas», y que se usaba incluso para allanar la selva, así, sin matices.
También en el exterior del museo encontramos una recreación de las condiciones a las que eran sometidas los prisioneros de guerra vietnamitas. Hay expuestos elementos de tortura, de interrogatorios, y un memorial con las historias y las fotos de algunos de los que pasaron por allí.
Lo más inquietante son las conocidas como “celdas de tigres”, una especie de rectángulos hechos con alambre de espino que se ponían en el suelo y se metía a un prisionero dentro, de tal manera que sólo podía estar tumbado, no podía girarse, y no podía estar estirado del todo, obligándole a encogerse. Lo que hacían con estas jaulas de tigres era, con el prisionero dentro, sacarlas a pleno sol (o cosas mucho peores) durante horas, para torturar durante largos periodos.
También hay una parte dedicada a la red de prisiones del Sur de Vietnam, con una mención especial a la de la isla de Phu Quoc, que se la conocía simplemente como «El infierno sobre la tierra».
En la planta baja del Museo se pone énfasis en el previo a la Guerra, en especial en las reacciones de prensa y medios internacionales cuando se acercaba el conflicto. Consta de artículos, fotos y carteles de medio mundo mostrando el apoyo a los líderes comunistas de Vietnam.
La primera planta del museo tiene tres partes, pero el foco se pone en dos, a saber, el uso del Agente Naranja y sus consecuencias en la población y las atrocidades americanas en la guerra. Todo ello, documentado con fotos y muchas placas para leer.
El agente naranja en la Guerra de Vietnam
El agente naranja era un potente herbicida que usó el ejército americano para cargarse zonas de selva y poder entrar mejor a combatir. Pero, en 10 años, lanzaron más de 44 millones de litros del herbicida y las consecuencias en la población y en sus descendientes fue una atrocidad.
De hecho, se estiman entre 2 y 5 millones de afectados directos, entre población vietnamita y el propio ejército americano.
El agente naranja, además de herbicida, es un arma química muy cancerígena, que también provocaba malformaciones en los hijos de los afectados. En esta parte del museo tenemos fotos que documentan todo lo relacionado con el uso del agente naranja en la Guerra de Vietnam. Os aviso, no es agradable de ver.
Atrocidades americanas en la Guerra de Vietnam
Por otro lado, en esta misma planta, hay otra gran exposición de las grandes atrocidades que hizo el ejército americano durante la Guerra del Vietnam.
Lo más increíble de todo es que la mayoría de las fotografías las tomaron fotoperiodistas americanos que iban con las tropas americanas. Las imágenes son duras. Hay una parte dedicada a la matanza de My Lai, en la que el ejército americano mató a un pueblo entero de 500 personas que eran campesinos.
Otra parte dentro de esta exposición está dedicada a otras atrocidades que cometió el propio ejército de Vietnam del Sur.
En esta exposición hay armas ligeras como pistolas o rifles, y dentro de esta colección la más destacada es la que usó el jefe de la policía de Saigón para matar de un disparo en la cabeza en plena calle a un Vietcong. La foto del acto es difícil de olvidar.
Destaca también la imagen “La niña del napalm”. El 8 de junio de 1972, un avión survietnamita lanzó una bomba de napalm en la zona de la población de Trang Bang. Allí se encontraba Kim Phuc con su familia. La niña, de apenas nueve años, fue gravemente quemada, y corrió fuera de la población quitándose los restos de su ropa en llamas. En ese momento, el fotógrafo Nick Ut tomó la fotografía y enseguida, llevó a la niña al hospital. Ella permaneció internada allí 14 meses, durante los cuales sería sometida a un total de 17 operaciones de injertos de piel con el objetivo de rehabilitar su cuerpo de las quemaduras sufridas durante el ataque con napalm.
Afortunadamente la niña se recuperó, después de 14 meses hospitalizada. Exiliada en Canadá, ejerce desde hace dos décadas de Embajadora de La Buena Voluntad en la Organización de Las Naciones Unidas, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
La reconstrucción de Vietnam
Por último, en esta primera planta, hay un resumen del antes y el después de la Guerra de distintas zonas de Vietnam, en ciudades tan importantes como Hanói. Se centra en las reconstrucciones de los años posteriores de la Guerra.
En la segunda planta del museo, quizá la menos interesante, hay una colección de objetos donados por asociaciones americanas de veteranos, desde medallas hasta uniformes y muchas otras cosas.
Bueno, seguro que salís con mal cuerpo, es un museo “horrible” de la crueldad de la Guerra del Vietnam, pero sin duda una de las visitas más importantes del país.
Como íbamos bien de tiempo, nos acercamos hasta la Pagoda Xa Loi ubicada en un bonito reciento con jardines. No se puede entrar en el interior de los edificios pero el entorno es agradable para pasear.
Regresamos en Grab a la zona del hotel y comimos por los alrededores, en Quán Ăn Hương Lài, un restaurante en el que los beneficios iban destinados a una causa social. Pudimos ver un desfile de dragones chinos por la zona de la catedral y nos hicimos algunas fotos con ellos.
En algún momento también podéis acercaros al Mercado Ben Tranh. En el mercado se puede encontrar ropa (el famoso traje Vietnamita Ao Dai), el típico sombrero cónico, calzado, complementos, joyería, ferretería, tiendas de mascotas, artesanía, flores, especias, frutos secos, alimentación y restaurantes. ¡¡Hay absolutamente de todo!!
Durante el día, los comerciantes y puestos se encuentran en el interior del edificio del mercado, pero al caer la noche (a partir de las 18:00), se cierra el mercado para dar paso al llamado Mercado Nocturno Ben Thanh. Una parte de los comerciantes montan sus puestos callejeros y sus estantes en el exterior del Mercado Ben Thanh y todos los restaurantes y puestos de comida, sin excepción, continúan su actividad a las puertas de Cho Ben Thanh.
Después de comer visitamos la Mezquita Central de Saigón, construida por los musulmanes del sur de la india en 1935. Este edificio color lima es un oasis de paz en plena zona de Dong Khoi. Cuenta con 4 minaretes y un estanque para abluciones antes de la oración. Hay que descalzarse para entrar.
A continuación cogimos un Grab y nos desplazamos hasta el barrio chino de Cholon para visitar sus impresionantes templos y pagodas.
Visitamos la Pagoda de Phuoc An Hoi Quan. Este Templo, construido en 1902, es uno de los más bellos de la ciudad. Son especialmente interesantes los ornamentos rituales y armas de latón, y las tallas de madera de altares, paredes, columnas, lámparas y quemadores de incienso. Desde fuera se pueden observar las escenas de cerámica que decoran el techo, cada una con innumerables figuritas. A la izquierda de la entrada hay una reproducción a tamaño natural del caballo sagrado de Quan Cong. Antes de salir de viaje, los viajeros le dejan ofrendas, acarician su crin y hacen sonar la campana que lleva alrededor del cuello. Detrás del altar principal, con sus braseros de piedra y bronce, está la estatua del propio Quan Cong.
Muy cerca se encuentra la Pagoda de Quan Am, fundada a principios del S.XIX. Es uno de los templos más activos y vistosos de Cholon. En este templo se encuentra la estatua de Bodhisattwa, presente en las tradiciones budistas. Adopta sexo femenino o masculino según el país y, aunque no es un dios, representa un simple mortal que ha alcanzado la iluminación pero que ha renunciado al nirvana para ayudar a los demás a lograrla. Se cree que se reencarna en el dalái lama. Un poco rebuscado, ¿no? El techo está decorado con fantásticas escenas de cerámica. Otros elementos destacables son los paneles dorados y lacados de las puertas de entrada.
Nuestra siguiente visita fue la pagoda Thien Hau. Se trata de un templo budista dedicado a la diosa del mar de China, Mazu. Se cree que ella protege y rescata a los barcos y la gente en el mar volando alrededor en una estera o una nube.
Destacan también las tres estatuas de la ‘Señora del Mar’ que dominan el altar mayor. Hay que tomarse un tiempo para descubrir todos los pequeños rincones de este templo, ya que hay muchas esculturas, estatuas y obras de arte para descubrir.
Otra pagoda cercana que se puede visitar es la de Nghia An Hoi Quan. Una gran barca de madera cuelga de la entrada y, según se entra a mano izquierda, hay una enorme representación del caballo rojo de Quan Cong con su mozo de cuadra. En origen fue sede de una cofradía constituida a principios de S.XIX por chinos procedentes de Yian. Quan Cong, general chino divinizado de la época de los tres reinos (184-280), ocupa su lugar en una vitrina de cristal tras el altar principal, con sus ayudantes a los lados.
También podéis acercarnos a la Mezquita tamil. La escueta ornamentación de este lugar, contrasta con los templos budistas y taoístas del barrio de Cholon. Destaca el estanque de abluciones del patio y el mihrab embaldosado en la pared de la sala de oración, en dirección a la Meca. La mezquita fue construida por tamiles en 1935, pero desde 1975 ha sido utilizada por musulmanes malayos e indonesios.
Un poco más al sur se encuentra la Pagoda de Tam Son Hoi Quan. Este templo, que conserva aún mucha de su ornamentación original del S.XIX, lleva el nombre, en vietnamita, de la localidad china de Sanshan (Tres Montañas). Está dedicado a Me Sanh, diosa de la fertilidad, a la que acuden las mujeres que quieren tener hijos. En el altar principal también se venera a Mazu, diosa del mar. Entre otras destacables figuras destacan Quan Cong, con su barba negra, sus dos guardianes, y su caballo rojo.
Muy cerca de aquí se encuentran las herboristerías tradicionales. Calles llenas de puestos y tiendas interesantes. Y algo más alejado está el mercado de mayoristas de Bin Tay y la iglesia de Cha Tam. En función del tiempo disponible, se puede recorrer esta zona, aunque está algo sucia y descuidada y no invita mucho al paseo. Nosotros nos desplazamos todo el tiempo en Grab, incluso para pequeñas distancias, ya que era imposible cruzar una calle con el tráfico y el desorden que había en la zona. Es toda una aventura.
Ya de nuevo en el hotel, por la noche nos acercamos a la explanada que hay delante del edificio de la Ópera para ver el espectáculo de luz y sonido. Cenamos de nuevo en Jaspas y regresamos rendidos a nuestro hotel.