Después de aterrizar en Pekín en nuestro ya segundo día de viaje, tardamos varias horas en llegar a nuestro hotel, el Jianguo Garden. El tráfico era caótico y el aeropuerto estaba lejos de nuestro alojamiento.
Estábamos agotados, así que decidimos no salir, ni siquiera para explorar los alrededores. Nos quedamos a cenar en el hotel y pudimos comprobar que ni siquiera allí hablaban inglés. Sin ir más lejos, ¡pedimos agua y nos trajeron una tetera con agua para hacer té! Pero con paciencia nos hicimos entender y cenamos de maravilla.