Ahora sí, descansados y listos para empezar a explorar, iniciamos una ruta por Beijing para conocer la Ciudad Prohibida, la Plaza Tian’anmen y el Palacio de Verano, los lugares imprescindibles que debes visitar en Pekín.
La Ciudad Prohibida se extiende desde la Puerta de Tian’anmen, situada al sur, hasta la Puerta del Poder Divino, que se abre ante el Parque de Jingshan. La distancia entre ambas puertas es de 960 metros, y la anchura de este complejo rectangular, entre las puertas este y oeste, es de 750 metros. Compuesta por ochocientos edificios y nueve mil habitaciones lujosamente decoradas, rodeada por un foso de cincuenta y dos metros de ancho y por un muro de diez metros de altura, la Ciudad Prohibida es un complejo que se puede dividir en dos partes: la Corte Interior y la Corte Exterior.
En la Corte Interior se puede contemplar la residencia habitual del emperador chino. En estas dependencias también se alojaban su esposa y sus concubinas. La Corte Exterior comprende la zona en la que el emperador concedía audiencias a quien lo solicitaba y donde celebraba sus coloridas fiestas en alguno de los salones principales: el Baohe, el Taihe y el Zhonghe.
Inicialmente, se cruzan grandes puertas y amplios patios, donde sucesivamente se encuentran los edificios denominados Salones de la Armonía. El más importante es el primero de ellos, el Salón de la Suprema Armonía, situado ante un enorme patio de 30.000 metros cuadrados.
Uno de los rincones más destacados es la Gran Escalinata de mármol, que encontraremos en la parte posterior del Salón de la Armonía Preservada. Se trata de una escalera construida con una sola piedra, de 16 metros de largo, con nueve dragones esculpidos.
A continuación, entraremos en la segunda zona de la Ciudad Prohibida, donde se hallan salones de menores dimensiones que eran antiguas estancias del emperador, como el Salón del Cultivo Mental. Estos edificios se disponen junto a zonas ajardinadas.
En esta área de la Ciudad Prohibida encontraremos otro de los rincones más destacados: el Muro de los Nueve Dragones. Se trata de un gran panel de 30 metros de longitud y 3,5 metros de alto, realizado con 270 piezas de cerámica de gran colorido, en el cual se representa a nueve dragones jugando con perlas, con un fondo de mar y de nubes. El número de dragones, nueve en este caso, es muy simbólico en China y representa la supremacía del emperador.
El Palacio Imperial se terminó de construir en 1420, y se dice que en su construcción trabajaron más de un millón de obreros. Desde entonces, y hasta que en 1924 el último emperador de China fue expulsado del palacio, en él residieron 14 emperadores de la dinastía Ming y 10 emperadores de la dinastía Qing.
La visita del Palacio Imperial se termina saliendo por la Puerta del Poder Divino, justo en el lado opuesto de la Plaza de Tian’anmen. Para finalizar, se puede subir a la colina que se encuentra justo enfrente, el Parque Jingshan, también conocido como Feng Shui, desde donde se tienen las mejores vistas panorámicas de la Ciudad Prohibida.
Después de visitar la Ciudad Prohibida, recorrimos la Plaza de Tian’anmen, ¡¡la plaza más grande del mundo!! Construida en 1949 tras la proclamación de la República Popular de China, la plaza cuenta con unas dimensiones colosales de 880 por 500 metros.
A lo largo de los años, la plaza ha sido escenario de diferentes acontecimientos históricos, entre los que destacan las protestas de 1989, que terminaron con la muerte de cientos de manifestantes y la declaración de la Ley Marcial en Pekín.
En la actualidad, la enorme plaza se encuentra completamente vigilada y solo es posible acceder a ella a través de los controles policiales situados en los extremos. El edificio más importante de la plaza, y del que esta toma su nombre, es la Puerta de Tian'anmen, ubicada al norte de la plaza y que da acceso a la Ciudad Prohibida. Desde esta puerta, conocida como La Puerta de la Paz Celestial, Mao Zedong proclamó la fundación de la República Popular de China en 1949.
En la parte sur de la plaza se encuentra la Torre Qianmen (también llamada Zhengyangmen), que acoge un museo de la historia de Beijing.
En los lados este y oeste, la plaza está flanqueada por dos imponentes edificios: el Museo Nacional de China y el Gran Palacio del Pueblo (sede del Gobierno).
En el centro de la plaza se alza el Monumento a los Héroes del Pueblo, un obelisco de granito de 38 metros de altura que presenta inscripciones de los más destacados líderes comunistas chinos.
El centro de la Plaza de Tian'anmen se encuentra ocupado por el Mausoleo de Mao Zedong, el edificio en el que yace el cuerpo embalsamado del líder comunista y fundador de la República Popular China. Antes de acceder al mausoleo, es necesario dejar las mochilas y las cámaras de fotos en la consigna situada junto a uno de los extremos de la plaza. Después, tras una larga y concurrida cola, es posible ver el cuerpo embalsamado del antiguo líder (nosotros no entramos).
Después de estas visitas, nos llevaron a una ceremonia del té que incluía una explicación y degustación de diferentes tipos de té y del ritual de preparación. Luego, fuimos a comer por los alrededores, en nuestra primera comida grupal. Todas las comidas que realizamos con este tour fueron similares: mesas redondas que giraban y nos permitían probar diferentes platos, cada uno más rebozado y dulce que el anterior, sin saber muy bien qué estábamos comiendo. No disfrutamos demasiado de la comida en China y llegamos incluso a cansarnos un poco de ella.
Por la tarde, visitamos el Palacio de Verano, situado en las afueras de Pekín. Utilizado como jardín imperial por varias dinastías, el Palacio de Verano se convirtió en un agradable refugio que la dinastía Qing utilizaba para escapar de los calurosos veranos de la Ciudad Prohibida.
Con una extensión de más de 290 hectáreas, el Palacio de Verano está dominado por el Lago Kunming, que ocupa una tercera parte del terreno. En torno a la calma y la tranquilidad transmitida por el lago, se suceden infinidad de templos, palacios y jardines que conforman un completo placer para los sentidos.
El Palacio de Verano es muy extenso y sería posible pasar varias horas paseando para descubrir cada uno de sus rincones. Algunos de los puntos más interesantes son los siguientes:
Torre de la Fragancia de Buda: Tras una vertiginosa subida a través de las empinadas escaleras, las vistas desde lo alto de la torre hacen que el ascenso haya merecido la pena.
Jardín de la Virtud y de la Armonía: El edificio de tres plantas, utilizado como teatro, fue el escenario en el que la compañía de ópera de la corte realizaba sus representaciones para entretener a la emperatriz Cixi. A determinadas horas se pueden ver algunas representaciones y bailes tradicionales.
Calle Suzhou: Esta agradable recreación de una calle comercial fue construida bajo las órdenes del emperador Qianlong y está formada por pequeñas tiendas que ofrecen algunos productos tradicionales y otros más turísticos.
Jardín del Gusto Armonioso: Las preciosas edificaciones chinas se reflejan en el agua mientras una naturaleza salvaje lo envuelve todo en este rincón tan especial.
Gran Galería: El gran corredor cubierto, que recorre 728 metros del Palacio de Verano, está formado por vigas de madera decoradas con más de 14.000 pinturas que muestran escenas de la historia y la mitología china.
El Palacio de Verano de Beijing es uno de los lugares más especiales de la ciudad y conviene reservarle varias horas para su visita. Las preciosas edificaciones del palacio se mezclan con la naturaleza para ofrecer a sus visitantes un tranquilo refugio, como el que disfrutaron en el pasado varias familias imperiales.
Estuvimos un rato paseando por la Gran Galería y los jardines, y también dimos un paseo en barco por el lago. Fue una visita algo rápida para nuestro gusto, pero sin duda espectacular, por algo es ¡¡uno de los jardines más bellos del mundo!!!
Después de la visita, regresamos a Pekín y, ya por nuestra cuenta, salimos a pasear. Pasamos por la calle Fantasma, famosa por los faroles rojos de Beijing y llena de restaurantes abiertos hasta altas horas de la noche. En la calle Fantasma es difícil encontrar algo más que no sean restaurantes chinos, muchos de ellos especializados en comida picante. Se puede encontrar de todo, desde brochetas de cordero, pescado entero asado, cangrejos picantes y un montón de cocina de Sichuan.
Caminando, llegamos a la calle Wangfujing, una de las principales arterias comerciales de Pekín. Es una calle muy animada, repleta de grandes almacenes, centros comerciales y tiendas de souvenirs. En una de las callejuelas que salen hacia el oeste de Wangfujing se encuentra el curioso Mercado Nocturno o Calle Exótica.
Al caer la noche, la estrecha calle en la que se ubica el mercado de Wangfujing se convierte en un hervidero de gente. Decenas de puestecillos echan humo sin descanso mientras cocinan sus sabrosas brochetas de variados sabores. Estrellas y caballitos de mar, serpientes, arañas, escorpiones y otras alimañas son algunos de los ingredientes más peculiares que se pueden degustar. Estos exóticos aperitivos no son tan comunes en la comida oriental como pretenden hacernos creer, pero suponen un indudable atractivo turístico.
Ya en la Plaza Tian’anmen, hacia el este, junto al Parque Changhe Pu, se encuentran algunos templos y antiguos hutongs. Se conoce como hutong a los callejones que componen el casco antiguo de las ciudades chinas. En Pekín aún quedan muchas calles tradicionales, como el Da Tian Shui Jing Hutong (Hutong del Gran Pozo de Agua Dulce), donde se puede descubrir la verdadera vida tradicional china.
Otra zona a explorar son los hutongs del suroeste de la Plaza Tian’anmen. Construidos durante las dinastías Yuan, Ming y Qing, los hutongs de Pekín están repletos de viviendas ubicadas en torno a un patio cuadrado en las que los habitantes llevan una vida tradicional anclada en el pasado.
La mayoría de las viviendas no disponen de cuarto de baño, por lo que es muy común encontrar a sus habitantes dirigiéndose a los baños comunitarios o bien lavando la ropa en las zonas comunes del barrio. En los hutongs, los niños juegan alegremente mientras los mayores se dedican a sus tareas cotidianas.
Desgraciadamente, con el paso de los años, gran parte de los hutongs han sido demolidos para dejar paso a nuevas zonas residenciales y comerciales. Hasta el año 2000, aún se conservaban 4.500 callejuelas del viejo Pekín, pero gran parte de estas quedaron arrasadas por los planes de renovación de la ciudad debido a los Juegos Olímpicos del 2008.
Los hutongs al sur de la Plaza Tian’anmen se extienden alrededor de la calle comercial de Qianmen y se dividen en diferentes áreas. Mientras que en el norte los hutongs son anchos y ordenados, el sur presenta las callejuelas más estrechas y desordenadas. Destacan el Hutong de Jiuwan (el más retorcido), el Hutong Qianshi (el más estrecho) y el Hutong Sanmiao (el más antiguo).
Después de este largo paseo, cenamos en Qianmen y regresamos al hotel en metro. Hay que decir que los taxis no te paran en la calle, y en China no puedes comprar una tarjeta SIM de datos ni funciona Google Maps. Para desplazarte por Pekín, lo mejor es el metro. Los tickets se compran en las máquinas de la misma estación y hay que pasar rigurosos controles de seguridad para poder subir al tren. Finalmente, llegamos a nuestro hotel para descansar. Al día siguiente nos esperaba la Gran Muralla.