Hoy dejábamos Yogyakarta pero como nuestro vuelo era a mediodía, aprovechamos la mañana para dar un paseo por el barrio de río Coda, detrás de nuestro hotel. Nos acercamos hasta el puente Gondolayu, para admirar las vistas de las casas de colores que se encuentran repartidas por la orilla del río.
Cuenta la historia que el asentamiento de casas a lo largo del río fue construido por inmigrantes ilegales. Levantaron sus hogares sobre vertederos y alcantarillas abiertas. Las viviendas consistían en cartones cubiertos de láminas de plástico que se desintegraban con las fuertes lluvias. En 1983, el gobierno estaba a punto de demoler el poblado cuando se impulsó su reforma a manos del arquitecto Mangunwijaya que ganó el Premio Aga Khan de Arquitectura por su trabajo en los barrios marginales de la orilla del río.
La mayoría de las construcciones se apoyan sobre columnas o pilares debido a las malas condiciones del suelo y la topografía empinada de las orillas del río. Las viviendas están conectadas por callejones intrincados y escalones de terrazas y sus fachadas pintadas de bellos colores. Un curioso lugar para visitar que no deberías perderte.
A las 11h vino a recogernos el chófer de ayer, para llevarnos al aeropuerto (2h de trayecto, 25€), y dejamos Yogyakarta con muy buenas sensaciones. Nuestro siguiente destino: ¡Bali!.
A las 17:30h, aproximadamente, llegamos al aeropuerto de Denpasar. Vino a recogernos un chófer de la agencia Sonrisa Viajes, que contratamos para nuestra estancia en Bali. El trayecto nos costó 25€ y tardamos casi 2 horas en llegar a Ubud. Hay muchísimo tráfico en Bali, así que no hagáis muchos planes para un mismo día o no os dará tiempo de visitarlo todo. Nos instalamos en una villa en Ubud, The Village Guest House. Está muy cerca de la calle principal y nos encantó!. Ya estábamos listos para empezar a explorar la Isla de los Dioses!.