Hoy teníamos el día libre para recorrer la ciudad por nuestra cuenta. Podíamos habernos apuntado a una excursión a Masada y el Mar Muerto, pero optamos por recorrer Jerusalén a nuestro aire.
Cogimos un taxi en el hotel (también muy caro) y nos fuimos directamente a la Tumba del Jardín. Esta sepultura en Jerusalén se cree que fue la tumba vacía de Jesús de Nazaret por los protestantes y evangélicos.
La tumba cuenta con más de veinte pruebas arqueológicas contundentes que confirman la narración bíblica que la califican como la genuina tumba de Cristo. Algunas de estas pruebas son:
- Fue excavada en un costado del monte Moria, a las afueras de Jerusalén, en un lugar de tránsito de personas.
- En un peñón (Gólgota) que fue artificialmente extraído del monte Moria.
- En un lugar llamado de la Calavera, producto de una formación natural que desde dos ángulos tiene la apariencia de una calavera.
- Cerca de un jardín, con una gran cisterna de un millón de litros de capacidad para acumular aguas de lluvias en el invierno y regar las plantas en el verano.
- Con una tumba enteramente excavada en la roca, con el espacio demarcado para una enorme roca rodante en el frente de su puerta.
- Se podía apreciar desde afuera el lugar donde pusieron el cuerpo.
- Podían entrar a un vestíbulo desde donde también se podía ver el lugar donde pusieron el cuerpo.
- Espacios para que se sienten personas a la cabecera y a los pies de la tumba principal.
- Restos cercenados de una estaca de acero utilizado para sellar la entrada de la tumba, que fue cercenado cuando se abrió la tumba empujando la roca.
- El lugar principal excavado en la roca para poner el cuerpo fue ampliado rápidamente, demostrando que no fue el dueño original quien la utilizó finalmente, sino una persona más alta.
- Finalmente, la tumba quedó vacía.
- Existen evidencias de que fue un sitio muy visitado en el pasado, como un lugar para lavarse los pies, dado que debe haber sido un lugar venerado por los cristianos primitivos.
(Fuente: Wikipedia)
Tras esta visita, fuimos caminando hasta la Puerta de Damasco, y entramos en la ciudad antigua de Jerusalén.
Recorrimos la Vía Dolorosa, el camino que tomó Cristo, cargando con la Cruz, camino de su crucifixión. En este vía se encuentran marcadas nueve de las 14 estaciones del Vía Crucis. Las restantes estaciones se encuentran dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro. El itinerario tradicional empieza justo dentro de la Puerta de los Leones (Puerta de San Esteban), cerca de la localización de la antigua Fortaleza Antonia, dirigiéndose hacia el oeste a través de la ciudad antigua hacia la Iglesia del Santo Sepulcro.
En nuestro recorrido por Jerusalén por libre, pasamos por las diferentes estaciones, sus iglesias y cuevas, la cárcel donde estuvo Jesucristo y todos los rincones del barrio musulmán. Dejamos la visita del Santo Sepulcro para nuestro cuarto día de viaje, Belén y Ciudad Antigua. Hay que hacer mucha cola para visitar el Santo Sepulcro, así que os aconsejamos ir con tiempo, al menos dos horas o más antes del cierre, o existe la posibilidad de que no os dé tiempo a entrar. Solo hay cola para acceder al sepulcro, el resto de la iglesia se puede visitar sin problemas.
El recorrido de la Vía Dolorosa es el siguiente:
El Vía Crucis empieza en el Convento de Santa Ana, justo al cruzar la Puerta de San Esteban, considerada la iglesia de los cruzados mejor conservada de toda Tierra Santa. En su interior se conserva una cueva que se cree que fue el lugar de nacimiento de la Virgen María.
Además de ser considerada el lugar de nacimiento de María (y donde vivían sus padres, Ana y Joaquín), la iglesia podría estar construida sobre el emplazamiento de la piscina Probática o de Bethesda, donde Jesús realizó una curación milagrosa.
La Primera Estación es cercana al Monasterio de la Flagelación, donde Cristo fue interrogado por Poncio Pilato y posteriormente condenado.
Pilato mandó entonces azotar a Jesús. Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto rojo, y acercándose, le decían: «¡Salud, rey de los judíos!», y lo abofeteaban.
Juan, Evangelio, XIX 1-3
La capilla construida en los años 1920 donde hubo un edificio erigido por los Cruzados, es ahora llevado por los Franciscanos, posee unas magníficas vidrieras representado a Cristo siendo martirizado en la columna, Pilatos lavándose las manos y la liberación de Barrabás. Sobre el altar mayor, bajo la cúpula central, se encuentra un mosaico en el que sobre un fondo dorado aparece la Corona de Espinas.
En este recinto podemos ver dos iglesias. La Iglesia de la Flagelación es un edificio erigido por los Cruzados, ahora llevado por Franciscanos, cuya capilla fue construida en el año 1920. El interior de esta humilde iglesia está lleno de imágenes y símbolos de este momento en el que Jesús sufrió los golpes de los romanos.
A la izquierda de la anterior se encuentra la Iglesia de la Condenación, donde Jesús fue obligado a portar la Cruz. Aquí encontramos un detalle muy interesante: el pavimento de la iglesia todavía tiene litoestratos, donde fue apoyada la cruz, e importantes vestigios del antiguo suelo de la calzada romana. En algunas de las piedras existen signos de un antiguo juego de dados, lo que da soporte a la hipótesis de que se trata del lugar donde los soldados romanos se jugaron las ropas de Jesús.
Un viaje a los subsuelos de una de las dependencias más adelante nos transportará de nuevo a esta época. Se trata del Convento de las Hermanas de Sion o Ecce Homo (14-17), antecesor del Arco del mismo nombre que es la fotografía más característica de la Vía Dolorosa.
El Arco del Ecce Homo rememora las palabras pronunciadas por Poncio Pilato mientras mostraba a Jesucristo al pueblo jerosolimitano. Solo una parte de este arco triunfal, erigido por Adriano en el año 135 a.C. para celebrar la caída de Jerusalén, es visible actualmente. El arco izquierdo, que no ha llegado a nuestros días, formó parte de un monasterio islámico, mientras que el derecho todavía se conserva dentro de la Iglesia del Ecce Homo.
Unos metros más adelante se encuentran unos oscuros y tétricos habitáculos que sirvieron de prisión de Jesús antes de su juicio. Estas misteriosas grutas son hoy una esotérica Iglesia Ortodoxa, donde la luz de unas velas, hacen que el lugar emane un halo fantasmal realmente estremecedor.
Siguiendo el olor del incienso, y dejando a un lado piedras con surcos que servían para poner los grilletes en los pies de los presos, llegamos a una sala grande donde se dice que estuvo apresado Barrabás y otra algo más pequeña llena de símbolos e iconos que sería en el que se encarceló a Jesús según los Ortodoxos.
La Tercera Estación rememora la primera caída de Cristo en su camino a la crucifixión. El lugar viene señalado por una pequeña capilla que pertenece a la Iglesia católica armenia. Es un edificio del siglo XIX renovado completamente por soldados católicos polacos durante la Segunda Guerra Mundial.
La Iglesia de Nuestra Señora del Espasmo conmemora el encuentro entre Jesús y su madre mediante un bajorrelieve cincelado por el artista polaco Zieliensky. Este encuentro, sin embargo, no aparece en los textos canónicos. En el subsuelo de la iglesia se encuentra el supuesto lugar del verdadero encuentro.
Una inscripción en el arquitrabe de una puerta indica el lugar del encuentro entre Jesús y Simón el Cirineo, que fue quien llevó la pesada cruz de Cristo hasta el monte Gólgota (Calvario), el lugar de la crucifixión. Este episodio es recogido en los tres Evangelios sinópticos. En la pared hay una marca en la que se cree que se apoyó Jesucristo.
Una iglesia perteneciente a Griegos Católicos conserva la memoria del encuentro entre Jesús y la mujer Verónica, cuya tumba también puede ser visitada en la misma. La reliquia de este encuentro, en el cual, según la tradición, Verónica limpió el rostro del Señor con un pañuelo de seda, en el que sus facciones quedaron impresas. Actualmente, existen diferentes iglesias que aseguran conservar el llamado Santo Rostro.
En este punto del camino se deja atrás el Barrio Musulmán para adentrarse en el Barrio Cristiano, bajo influencia de uno de los centros más sagrados del cristianismo, el Santo Sepulcro.
El lugar de la segunda caída de Jesús y Séptima Estación está señalado con un pilar situado entre la Vía Dolorosa y la pintoresca calle del Mercado.
En el muro exterior del monasterio griego ortodoxo de San Charalambos, hay una cruz tallada ennegrecida por el tiempo. Este es el lugar donde se supone que Jesús encontró a las piadosas mujeres, como aparece en el Evangelio según San Lucas.
La tercera caída de Jesús es señalada con una columna de la época romana a la entrada del monasterio copto de Santa Elena.
Elena, “madre de Constantino”, parece ser que descubrió durante el S.IV una enorme cisterna en este lugar y decidió proveer su agua para beber en la construcción del centro religioso cristiano al final del Vía Crucis. Se puede acceder a la cisterna por unas claustrofóbicas escaleras.
Las siguientes Estaciones Penitenciales están situadas dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro, donde ocurre la muerte de Jesucristo.
En las últimas estaciones es donde Jesús fue despojado de sus vestiduras (X Estación), donde fue clavado en la cruz (XI Estación), donde murió (XII Estación), donde fue bajado (XIII Estación), y donde fue colocado en el sepulcro (XIV Estación).
Nos encontramos sin duda en la Basílica Cristiana más importante del mundo, la Iglesia del Santo Sepulcro o Basílica de la Resurrección. Las edificaciones que la forman pertenecen a los Griegos (los más), Latinos, Armenios, Sirianos y Coptos.
En el interior, nos encontramos con la XIII Estación, la Piedra de la Unción donde Jesucristo fue ungido antes de ser sepultado, y el aljibe donde fue encontrada su cruz siglos más tarde.
Subiendo por unas escaleras justo a la derecha de dicha piedra, se accede a las estancias correspondientes a las X y XI Estaciones, cuando Jesús es despojado de las vestiduras y es clavado en la cruz. Estamos en el Gólgota o antigua Colina del Calvario donde ángeles y modestos ornamentos cubren diversos altares que representan y conmemoran estos momentos, todo iluminado apenas por la luz de unas velas.
En la zona más central se encuentra el lugar que más devotos atrae. Se trata de la piedra marcada con un disco de plata cuyo agujero ubicó la cruz de Jesús y donde murió, constituyéndose como la XII Estación.
Descendiendo nuevamente por unas las escaleras seguimos hacia los oscuros pasillos de la derecha, el deambulatorio, una caótica sucesión de capillas. La Capilla de Adán, debajo del Gólgota, dónde supuestamente fue enterrado el cráneo de Adán. La Capilla de Santa Elena, con un precioso mosaico en su suelo. Otro altar venera la Invención de la Cruz. Se dice que una revelación celestial llevó a Santa Elena (madre de Constantino) a peregrinar a Tierra Santa para desenterrar la cruz del lugar donde había sido escondida.
A través del deambulatorio y pasando por el Arco de la Virgen y la Capilla de la Magdalena, llegamos a una gran rotonda en cuyo centro se haya el Santo Sepulcro.
El Santo Sepulcro es el lugar donde fue enterrado Jesús, la XIV estación del Vía Crucis. Flanqueado por columnas, se encuentra la inmensa estructura que guarda el lugar sagrado que descubrió Santa Elena en su peregrinaje, un hueco horadado en la roca tapado con una gran piedra propiedad del rico judío seguidor de Jesús, José de Arimatea, a cuya sepultura se puede acceder desde esta misma sala.
Este tabernáculo rectangular de 8×6 metros sustituye los antiguos edículos del emperador Constantino en el siglo XI y el de 1808, y guarda en su interior la tumba de Jesús que se lleva adorando desde hace ya miles de años.
En el interior se encuentra la Capilla del Ángel, donde se reveló a las Santas mujeres que Jesús había resucitado. Por otra puerta se llega a una sala aún más pequeña, custodiada también por un religioso. En realidad, se trata de una pequeña cámara funeraria con una mesa de mármol sobre la roca bajo la que se supone se enterró a Jesucristo. No están permitidas las fotografías y apenas dejan quedarse unos pocos segundos en el interior, hay que dejar avanzar la cola lo más rápidamente posible.
En nuestro recorrido, pasamos por las diferentes estaciones del Vía Crucis y visitamos algunos de los lugares más importantes: el Convento de Santa Ana, en cuyo subsuelo se encuentra el supuesto lugar de nacimiento de la Virgen María; la Iglesia de la Condenación, con parte de la calzada romana; el Convento de las Hermanas de Sion, con una cisterna romana en el subsuelo; la Prisión de Cristo, debajo de una iglesia ortodoxa; y la Iglesia de Nuestra Señora del Espasmo, en cuyo subsuelo se dice que tuvo lugar el encuentro de Jesús con su madre.
Nos sorprendió muchísimo el hecho de que bajo el suelo de la mayoría de las iglesias se encuentran tesoros arqueológicos de inestimable valor y, según la fe de cada uno, de gran importancia religiosa.
Seguimos callejeando por el barrio musulmán y tras pasar un control de seguridad, llegamos finalmente al Muro de las Lamentaciones, el sitio más sagrado para los judíos por ser el único trozo que queda de la muralla de contención del Templo de Jerusalén, que fue el primer templo de esta religión. Este lugar también es llamado como la Muralla Occidental o el Muro de los Lamentos, porque durante siglos los judíos han llegado allí a lamentar la pérdida de este templo.
Las rocas más bajas de esta muralla, conocidas como ashlars, son de los tiempos del Segundo Templo construido por Herodes, y están tan perfectamente talladas que se colocaron unas sobre las otras sin nada para pegarlas. En la parte de las plegarias se pueden ver trozos de papel con oraciones entre cada una de las rocas, así como judíos ortodoxos y otros judíos que llegan allí para recitar todo el libro de los Salmos.
Al Muro de las Lamentaciones pueden ir visitantes de todas las religiones y creencias, y de hecho es uno de los sitios turísticos más importantes de esta ciudad. Los hombres tienen que llevar un sombrero o gorro, o tomar uno de los cobertores de cabeza que están ubicados a la entrada de la zona de las oraciones, y las mujeres también deben utilizar chales y cobertores para las piernas. Esta sección está dividida para hombres y mujeres, manteniendo así las tradiciones judías ortodoxas.
Nuestra visita coincidió con varias celebraciones y pudimos ver cómo las llevaban a cabo con las familias separadas por una lona, hombres a un lado y mujeres al otro.
Junto a la zona de oración para las mujeres se puede ver una parte del Muro que está hecha por rocas más pequeñas, que en realidad pertenecían a la puerta que llevaba hacia el Monte del Templo. Hacia el sur, se pueden ver trozos de roca saliendo de la muralla, que es parte de lo que era una escalera con arcos que iba sobre la calle del mercado. La plaza que está en frente de este muro funciona como una gran sinagoga al aire libre, y allí se reúnen diariamente miles de devotos y se realizan, en ocasiones, servicios especiales.
Desde aquí se puede acceder a la Explanada de las Mezquitas, auqnue las horas de acceso son muy limitadas y hay que hacer cola, donde se encuentra la Cúpula de la Roca y la Mezquita Al-Aqsa (¡¡judíos y musulmanes separados por unos pocos pasos!!).
La Cúpula de la Roca es un monumento islámico en el centro del Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas. Los musulmanes creen que la roca que se encuentra en el centro de la Cúpula es el punto desde el cual Mahoma ascendió a los cielos para reunirse con Dios, acompañado por el ángel Gabriel. En honor a dicho episodio de la vida de Mahoma, el noveno califa, Abd al-Malik, construyó el edificio entre los años 687 y 691.
Los credos judío y cristiano afirman que fue en ese lugar donde Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac por orden de Yahveh o Dios, según los relatos del Génesis. El islam recoge también la tradición del sacrificio de Abraham (Ibrahim en árabe), aunque en la versión islámica el hijo no era Isaac sino el primogénito, Ismael. Según la tradición judía, desde esta primera piedra se construyó el mundo. Allí fue erigido el Sanctasanctórum, la parte más sagrada del templo de Jerusalén. Sin cambios esenciales durante más de trece siglos, la Cúpula de la Roca sigue siendo uno de los más preciosos y duraderos tesoros arquitectónicos del mundo.
Técnicamente, la Cúpula de la Roca no se considera una mezquita, pero sí es un lugar de culto para el Islam. Junto al Domo de la Roca con su cúpula dorada, en el extremo sur de la explanada se encuentra la Mezquita de Al-Aqsa con su cúpula plateada y, anexa al Domo de la Roca, se encuentra la Cúpula de la Cadena. El Domo de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa son los dos edificios más importantes de la Explanada de las Mezquitas. Alrededor hay varios museos y madrazas. Las mezquitas no se pueden visitar.
Nosotros no accedimos a la Explanada de las Mezquitas porque el acceso ya estaba cerrado. Así que, tras colocar nuestro deseo en el Muro de las Lamentaciones, nos fuimos a comer. Hemos de decir que esta experiencia fue una de las más emocionantes de nuestra historia viajera. Una vez más, seas creyente o no, tocar esas piedras, donde miles y miles de personas de todas partes del mundo han acudido para rezar, dar las gracias o dejar su deseo allí enterrado, te da una energía inexplicable. Es una sensación que te traspasa y no se puede explicar con palabras. Es simplemente intenso.
Después de comer en la zona del Muristán, y tomarnos uno de los tés de menta más caros de nuestros viajes, seguimos recorriendo el Barrio Judío, visitando las sinagogas y recorriendo sus callejuelas (ver Barrios de Jerusalén).
No hay que perderse El Cardo, antiguo tramo de calle de 200m de longitud de origen romano y bizantino. La calle se encuentra a 6 metros bajo el nivel actual de la ciudad y fue descubierta durante trabajos arqueológicos entre 1976-1985. Pueden verse restos de la calzada romana y un gran mosaico de un mercado romano donde hacerse fotos.
La Plaza Hurva está situada en el centro del barrio, junto a la Sinagoga del mismo nombre. La sinagoga Hurva se puede visitar, incluso subir a la torre, desde la que se obtienen magníficas vistas de la ciudad, la Cúpula de la roca y del interior de la propia sinagoga. La plaza es un lugar muy animado donde tomarse un descanso mientras se contempla el paso de gente.
También destaca el Complejo de las Cuatro Sinagogas Sefardíes. Este complejo de cuatro sinagogas fue edificado en periodos diferentes, y a partir de 1835 pasaron a estar comunicadas. La Sinagoga Eliahu Ha-naví, edificada en el siglo XVI y posteriormente restaurada tras la Guerra de los Seis Días, es la más antigua de las cuatro y en un principio fue concebida más como un centro de estudio de la Torá. La Sinagoga Yojanán Ben-Zakai, construida en 1610 en un lugar privilegiado que, según la tradición judía, es donde se encontraba Beit Midrash, una escuela rabínica que estableció el Sanedrín en Yavneh tras la destrucción del Segundo Templo. La Sinagoga Istanbúli es la más grande de todas y es utilizada por una congregación española y portuguesa. La Sinagoga Kahal Tsion, del último tercio del siglo XVIII, conforma la parte central del complejo unificado de las cuatro sinagogas, aunque en su origen fue un patio utilizado por las mujeres.
También dimos un paseo por el Barrio Armenio, donde visitamos la Iglesia de San Marcos, en cuyo subsuelo, una vez más, escondía una cueva donde se ubicaba la casa de María, madre de San Marcos.
En la esquina de la calle San Marcos con Khabad, se puede subir a las azoteas de la ciudad para ver las vistas de los barrios y del Santo Sepulcro.
Después de este impresionante recorrido, acabamos el día asistiendo al espectáculo de Luz y sonido en la Torre de David. En este espectáculo, se proyecta en 3D un resumen de la historia del pueblo de Israel sobre la muralla de la ciudadela. La producción y el sonido son fascinantes. Duración: 45 minutos (19:30 h, 65 ILS). Más que recomendado. Eso sí, en febrero hay que ir abrigados. Como veis, ¡¡¡las opciones son muchas!!!, así que a disfrutar.
Cenamos en un tailandés de camino al hotel y, tras un intenso día de emociones, nos fuimos a descansar.