Después de desayunar, dejamos nuestro hotel en Galilea y nos dirigimos hacia la costa. Visitamos Acre, ciudad fortificada de los cruzados; Haifa, con sus jardines persas y el templo de Stella Maris; y Cesarea, con sus fantásticos restos romanos.
Nuestra primera parada fue en Acre, una bonita ciudad costera bañada por el mar Mediterráneo. Es una de las ciudades más antiguas del mundo y tuvo una gran importancia en la época de los templarios, cuando llegaron hasta aquí para recuperar Tierra Santa para los cristianos, durante la Tercera Cruzada. Los cruzados la llamaron San Juan de Acre.
La Marina es la zona del antiguo puerto, donde destaca la Torre de Moscas, la antigua torre de vigilancia del puerto. El Puerto de Acre era el más importante de Israel en la antigüedad. Fue construido en el período helenístico en el siglo III a.C. y no ha cambiado desde entonces. Sirvió como puerta de entrada a Tierra Santa durante el dominio de los cruzados en Acre.
Visitamos las fortificaciones medievales de los caballeros hospitalarios. Los hospitalarios son una orden militar de monjes cuyo objetivo era el cuidado de los peregrinos que llegaban a Tierra Santa durante la Edad Media. La orden fundó hospitales en Jerusalén y Acre. En el siglo XII construyeron la fortaleza que se puede visitar actualmente.
El Comedor o Sala de las Columnas es una de las más interesantes de la fortaleza. Lo más curioso es que este edificio estuvo sepultado hasta mediados del siglo XX, cuando se descubrió.
También destaca el túnel de los Templarios, que se extiende desde la fortaleza hasta el puerto, a lo largo de 350 metros. El túnel sirvió como pasaje subterráneo estratégico, y las murallas, construidas por Dahar el-Omar en 1750.
En Acre, además, hay varias mezquitas, un zoco, museos… ¡vaya, para pasarse aquí varios días!
Después de visitar la fortaleza de los Templarios, seguimos nuestra ruta hacia Haifa y desde el Monte Carmelo disfrutamos de una vista panorámica de la ciudad. Una de las características más llamativas de Haifa es su construcción por niveles. Con el mar a un lado y el Monte Carmelo al otro, los primeros arquitectos de la ciudad tuvieron que desarrollar un complicado plan de urbanismo que derivó en una arquitectura diferenciada en tres niveles distintos: centro (del que forman parte la ciudad vieja, el puerto y toda la zona de costa), ciudad media y ciudad alta.
Haifa es además considerada por los israelíes como un ejemplo de convivencia y tolerancia, dado que en la ciudad conviven judíos, musulmanes y cristianos. Dicha hibridez se ve reflejada en la fisionomía de la ciudad, en la que se mezclan indistintamente mezquitas, sinagogas e iglesias.
Desde el siglo XIX, una nueva religión de origen persa dejó su impronta en Haifa, después de que Baha’u’lláh, fundador del bahaísmo, decidiera establecer en el Monte Carmelo uno de sus dos lugares sagrados. Tras pasar más de 25 años preso en la vecina localidad de Acre, Baha’u’lláh quiso establecerse en esta ciudad, donde fundó el Centro Mundial Bahaí. Parte de este impresionante complejo son sus famosos jardines, únicos en el mundo. Patrimonio mundial desde el año 2008, los jardines Bahaí se extienden sobre 19 terrazas, de las que forman parte los jardines colgantes o jardines persas. Diseñado de manera circular, el parque está coronado por un espectacular templo, del que destaca su cúpula dorada de más de 40 metros de altura.
Visitamos el Monasterio de Stella Maris, en el Monte Carmelo. Dentro del monasterio se encuentra un monumento en homenaje a los soldados de Napoleón que se tuvieron que refugiar dentro de esta construcción en 1799. Destacar su espectacular cúpula con elementos decorativos y también el altar que se encuentra sobre una cueva.
Después de estas visitas, seguiremos nuestra ruta hacia la ciudad de Cesarea con su Parque Arqueológico. Cesarea Marítima tenía el puerto más grande de la costa este del Mediterráneo conocido como Sebastos, el nombre griego del emperador Augusto.
De la Cesarea romana podemos admirar un precioso teatro en tan perfecto estado de conservación que aún hoy se utiliza para representaciones teatrales y conciertos; los restos del palacio de Herodes I el Grande, de la segunda mitad del siglo I a.C.; el Templo de Augusto, la Palestra, una Basílica, las Termas, el Hipódromo y, cerca de éste, los vestigios del antiguo Puerto Romano cuyos restos no están sólo en superficie, sino también bajo el mar en lo que se conoce como el Museo Submarino. En él se encuentran los restos de un faro, el espigón de época romana, anclas y restos de un barco.
Para los cristianos, la ciudad de Cesarea tiene especial importancia porque fue uno de los primeros centros del cristianismo en la antigüedad. Aquí fue donde el Apóstol Pablo bautizó a Cornelio, un centurión del ejército romano que fue el primer noble convertido al cristianismo. Originarios de esta espléndida ciudad son Felipe el Evangelista y sus cuatro hijas, que eran profetisas. En su hogar fue donde el profeta Ágabo predijo el arresto de Pablo, quien efectivamente fue encarcelado por los romanos en esta ciudad durante dos años antes de ser enviado a Roma, donde moriría decapitado, según se cuenta.
Para terminar, podríamos decir que fue de Cesarea desde donde partió el procurador romano Poncio Pilato para juzgar al reo Jesús de Nazaret durante la festividad de aquella fatídica Pascua.
Por último, realizamos una breve visita de la ciudad de Tel Aviv-Jaffa, una región muy hermosa, bañada por el Mar Mediterráneo, y que cuenta con uno de los puertos más antiguos del mundo.
Se considera que el puerto natural se remonta a la época de la Edad de Bronce, y que estuvo habitado desde el año 7500 a.C. Por Jaffa pasaron los egipcios y la histórica ciudad es mencionada en la Biblia y en la Torá judía. También fue ocupada por los babilonios y destruida por los romanos durante la Gran Revuelta Judía del año 66. Jaffa también estuvo administrada por Bizancio y vivió la ocupación musulmana, de los cruzados y de Saladino.
En siglos posteriores, estuvo bajo el control de los cristianos y los otomanos, y fue atacada y destruida por Napoleón en 1799. De Jaffa salieron en 1909 las primeras familias hebreas que en las cercanías fundaron la ciudad de Tel Aviv, y con posterioridad, durante el mandato británico, en Jaffa se vivieron diversos conflictos entre árabes y judíos. Una vez declarado el estado de Israel, la ciudad de Jaffa fue el destino de miles de judíos procedentes de Europa, y en 1954 se convirtió en parte de la municipalidad de Tel Aviv, de forma que ahora es conocida como Tel Aviv-Jaffa.
Ahora Jaffa, con su laberinto de estrechos callejones y pasajes, se ha convertido en un enclave turístico. En un paseo por Jaffa se pueden encontrar galerías de arte, restaurantes, cafés y tiendas de souvenirs. Pasear por el recinto amurallado de la Ciudad Vieja, situado en una colina que da directamente al puerto, es como realizar un viaje al pasado.
Nuestro viaje llegaba a su fin. Después de estas interesantes visitas, llegamos a nuestro hotel en Tel Aviv y nos preparamos para nuestro último paseo y cena en Israel. ¡Vamos, vamos! Todavía nos queda una noche y ¡en Tel Aviv hay mucha marcha!
Tel Aviv es una ciudad moderna que poco tiene que ver con todo lo que hemos visitado hasta el momento. Los israelíes la llaman “el otro país”, tal vez porque la mayoría de la población es laica, o porque tiene un aire muy distinto al resto, completamente opuesta a Jerusalén. Es todo un enclave de Occidente en medio de Oriente.
En las calles se observa el estilo Bauhaus, alrededor del Bulevar de Rothschild. Un grupo de arquitectos que escapó de la Alemania nazi se estableció en la ciudad y construyó edificios que se pudieran adaptar tanto al desierto como al mar. Sus características son la simpleza, los colores claros, y los detalles únicos. Este estilo de arquitectura ha llevado a Tel Aviv a formar parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
En el corazón de la ciudad se encuentra el Shuk Hacarmel (Mercado del Carmelo), un mercado local que se ha convertido en la meca de la gastronomía callejera, con chefs de renombre que pujan por estar allí. Los vendedores ofrecen distintos productos locales como quesos, especias, zumos de frutas hechos al momento y lugares de comida por doquier. Siempre atestado de compradores y artistas del regateo, el mercado es una sinfonía de colores, sonidos y aromas.
Los martes y viernes se puede aprovechar para conocer la feria de artesanos de la calle Najalat Binjamin- a un paso del shuk-, donde venden algunas cosas únicas como las mezuzot hechos a mano. Todo hecho por artesanos de pura cepa, que tienen permiso para vender sus creaciones originales. La mezuzá es un pergamino sagrado para los judíos que se encuentra dentro de una cajita minúscula que se coloca en las puertas de las casas y que tiene versículos del antiguo testamento o Torá. Es el lugar ideal para comprar regalos. Las cafeterías de los alrededores están siempre abarrotadas.
Alrededor de esta zona, se encuentra el barrio de los yemenitas llamado Kerem Ha Teimanim. Medio derruido, formado por estrechos callejones, casas destartaladas llenas de grafitis y humeantes cocinas, es un mundo completamente al margen de la cercana Allenby St. Especialmente recomendables son los pequeños restaurantes de hummus de la zona.
Pero el mayor protagonista de Tel Aviv es sin duda el mar Mediterráneo. Hay diversas playas para todos los gustos. El balneario Banana Beach congrega a los bohemios que se juntan allí a tocar música o bailar frente a la orilla. El balneario Jof Hadatiím reúne a los judíos ortodoxos, y al lado se encuentra Hilton Beach, la playa gay. Como veis, ¡nada que ver con el resto del país!
Ahora sí, después de pasear por Tel Aviv , regresamos al hotel. Tocaba volver a casa.