Para nuestra excursión de este día, habíamos reservado un coche con conductor, que nos llevó a visitar la ciudad romana de Jerash, el castillo de Ajlun, y por la tarde, la ciudad de Salt.
Nuestra primera parada fue Jerash. Los orígenes de esta ciudad se remontan a la edad de Bronce (3200 a.C.), pero alcanzó su máximo esplendor durante el Imperio Romano. Fue fundada por los romanos en el 63 a.C., llegando a ser una población muy relevante de la provincia romana de Siria. Tanto es así, que formó parte de la Decápolis, las 10 ciudades más importantes que marcaban los límites del Imperio Romano por sus límites orientales. En su época gloriosa del siglo III, llegó a albergar 20.000 habitantes.
Posteriormente, tras la invasión persa del siglo VI, las continuas incursiones musulmanas y el decline de las rutas de Oriente, fue perdiendo relevancia hasta caer en el olvido. Finalmente, fue literalmente tragada por la arena en el siglo VIII, a causa de varios terremotos, hasta que fue redescubierta en 1806.
En el recinto arqueológico de Jerash, se pueden ver los siguientes puntos de interés:
Arco de Adriano
Tal era la importancia de Jerash dentro del Imperio, que recibió hasta la visita del mismísimo emperador Adriano. Para conmemorar esta efeméride se levantó en el año 130 este triple arco triunfal que sorprende al visitante al poco de acceder al recinto. Llama especialmente la atención lo bien conservado que ha llegado hasta nuestros días. Su fachada está decorada con hornacinas que antiguamente contenían estatuas y la parte superior del arco esta rematada con relieves florales.
Hipódromo
Tras cruzar el Arco de Adriano se llega hasta el lugar preferido de las celebraciones públicas. El hipódromo cumplía también las funciones de circo romano, adecuándolo a las necesidades del evento. Posee una longitud de 245 metros, fue construido entre los siglos I y III y tenía una capacidad para 15.000 espectadores. Esto quiere decir que podía albergar casi toda la población de la ciudad. Y es que nadie deseaba perderse este tipo de celebraciones. Aunque gran parte de la gradería ha desaparecido, todavía se pueden contemplar parte de los arcos bajo las gradas y por donde accedían los gladiadores.
Plaza Oval (Foro romano)
Esta impresionante plaza es una de las obras maestras de la arquitectura romana. A lo largo de sus 90 metros de largo está rodeada por 56 elegantes columnas, recordando en cierta manera a la plaza de San Pedro del Vaticano. Era el foro de la ciudad y el lugar en el que confluían las principales vías. Las mejores vistas de la Plaza Oval se obtienen desde el Templo de Zeus. Era el principal lugar de socialización y escenario del mercado de la urbe.
Cardo Maximus
Esta empedrada calle era la principal de Jerash y, siguiendo el modelo romano, conectaba las puertas norte y sur, atravesando la Plaza Oval. A lo largo del Cardo Maximus se asoman algunos de los edificios más relevantes de la ciudad. Caminar por esta vía es realizar una auténtica inmersión en el Imperio Romano. Como consecuencia del continuo paso de los carros se han perpetuado las marcas en el adoquinado. Para observarlo, fijaos en las marcas longitudinales que discurren paralelas a la calle.
Ninfeo
Una de las características de las principales ciudades romanas fue el uso del agua para suministrar a la población y abastecer los baños públicos, que tanto gustaba a sus ciudadanos. Buena muestra de ello es el Ninfeo –o Nymphaeum-, una maravillosa fuente de enormes dimensiones y que, como su nombre indica, estaba dedicada a las ninfas. A pesar de no conservarse en su totalidad, resulta realmente cautivadora y según parece, debía contar con siete estatuas de leones de los que brotaban aguas de sus fauces. A pocos metros de allí también se encontraban las termas públicas que eran refractadas mediante un ingenioso sistema de calefacción con carbón.
Catedral
Al sur del Ninfeo, una elaborada escalera sube desde el cardus maximus a la única catedral de Jerash. Poca más que una modesta iglesia bizantina, se construyó en la segunda mitad del S.IV sobre antiguos templos. En su apogeo consistía en una impresionante basílica soportada por tres naves y lucía un magnífico portal finamente decorado con intricadas tallas de mármol.
Teatro norte
Los romanos eran grandes amantes de las artes escénicas y el teatro constituía uno de los principales pasatiempos. Pero este auditorio no solo servía para representaciones teatrales, sino que era el lugar escogido para las reuniones de los gobernantes de la ciudad. Por eso, en algunos de sus asientos todavía se pueden leer inscripciones con los nombres de los regidores de Jerash. El teatro contiene otra inscripción que hace referencia al recinto, llamándole odeón y datada en el siglo II, época en la que fue construido. Fue reducido a escombros tras un terremoto en el año 749.
Templo de Artemisa
No es difícil imaginar que este templo fue originalmente el más importante de la ciudad. Fue probablemente erigido durante el reinado del emperador Antonino Pío, en la primera mitad del siglo I. Dada la devoción de los habitantes de Jerash hacia Artemisa, el templo estaba profusamente decorado y recubierto en su exterior con placas de mármol. En su interior se alojaba una enorme estatua de la diosa.
Tras el edicto de Teodosio I el Grande que permitía la demolición de los edificios paganos, los materiales del templo de Artemisa se utilizaron para construir iglesias. Finalmente, el siglo XII también fue asolado por las llamas provocadas por los cruzados. Sin embargo, tras las labores de restauración, se pueden admirar once de las originales doce columnas del templo.
Templo de Zeus
Para la construcción de este templo, los romanos aprovecharon con maestría la orografía. Con intención de honrar a uno de sus principales dioses, levantaron su templo en la cima de una colina. Su construcción se demoró tan solo seis años, entre 161 y 166, y todavía se conservan 8 colosales columnas de su fachada principal. Desde allí se obtienen las mejores panorámicas de todo el complejo monumental de Jerash.
Teatro Máximo
Este alucinante teatro construido entre el 81 y el 96 d.C. no deja indiferente a nadie. Fue el escenario de representaciones teatrales, concursos poéticos y actuaciones musicales. Las gradas tenían asientos para 5000 entusiastas espectadores, que asistían con regularidad a este tipo de eventos. Antiguamente poseía dos graderíos, de los cuales solo se conserva el del piso inferior.
Otros restos arqueológicos que podemos ver son varias iglesias, baños, casas, diferentes puertas de la ciudad y el Ágora.
A poco más de media hora se encuentra el castillo de Ajlun. De arquitectura árabe, el castillo de Ajloun fue construido en el siglo XII para proteger las principales rutas comerciales que llevaban al valle del Jordan a la vez que servía para defender las minas de hierro de esta zona. En el siglo XIII fue ocupado por los mongoles y el siglo XVI cayó bajo el mando de los otomanos.
Se accede por una rampa de unos 500m desde el centro de visitantes. Hay que cruzar un puente levadizo y recorrer los numerosos pasillos y salas del castillo, ahora vacío. Las vistas desde los puntos elevados son espectaculares (se puede ver Jerusalén en días despejados aunque nosotros no tuvimos suerte). En el centro de visitantes hay un pequeño museo con restos arqueológicos.
Después de esta visita, nuestro conductor nos llevó de regreso a Jerash para comer en un restaurante local con un menú cerrado de varios entrantes para degustar y barbacoa de carnes. Por la tarde visitamos la ciudad de As-Salt.
Este fascinante lugar ha conservado su encanto como una ciudad histórica bien conservada con hermosas calles estrechas y deslumbrantes casas antiguas. Cada elemento de As-Salt ha sido entretejido en su historia; desde calles bulliciosas y pintorescas escaleras, hasta sabores aromáticos y exteriores de piedra amarilla que caracterizan la ciudad. As-Salt tiene un ambiente único que crea un pueblo encantado como ningún otro.
El nombre “As-Salt” proviene de la palabra latina Saltus, que significa bosque. Situada en las tierras altas de la región de Al-Balqa, la ciudad está construida en la curva de tres colinas cerca del Valle del Jordán. Desde la antigüedad, incluidos los períodos clásico, bizantino, islámico y otomano, varias comunidades se establecieron en As-Salt.
Con sus callejuelas estrechas y su exquisita arquitectura otomana tardía, As-Salt invita a visitar sus mercados y espléndidas casas tradicionales.
Merece la pena explorar la ciudad a pie, ya que gran parte del casco antiguo solo es accesible por escaleras y lo mejor del zoco está en las calles peatonales. Se puede iniciar la ruta por la calle Dayr, fijándonos en las fachadas restauradas de las tiendas de madera y piedra ocre que aportan tanto encanto a la ciudad.
Se pasa por la puerta Beit Mismar y las maravillosas columnas del balcón de Beit Muasher, dos majestuosas residencias otomanas. A continuación, por la misma calle, se llega a la iglesia ortodoxa de As-Salt, el sitio de fe cristiana más visitado de la ciudad.
La antigua iglesia ortodoxa de Al Khader está dedicada a San Jorge y fue construida originalmente en una cueva antigua en 1682. Muchos creen que han ocurrido milagros en esta iglesia. Los musulmanes también pueden rezar aquí. El interior de piedra abovedado está repleto de iconos, y la mampara roja del presbiterio luce tallas de dragones vencidos por el Santo.
Cerca de la iglesia se encuentra el Beit Abu Jader, un pequeño museo de la historia local, con su fachada con arcadas, constituye uno de los edificios más encantadores de As-Salt.
Es recomendable pasear por la plaza Al Ain, originalmente un punto de encuentro para comerciantes en el centro de la ciudad, donde muchos residentes pasan algunas horas de sus días discutiendo noticias, jugando al tradicional juego de mangaleh y, a menudo, intercambiando libros.
La plaza sigue siendo un punto de encuentro para eventos culturales. Al Ain significa “manantial” en árabe y la plaza se llama así porque el agua de un manantial de montaña cercano solía acumularse aquí y los lugareños venían a recoger su agua de allí.
En la plaza también se encuentra la fantástica Mezquita otomana, con vistas a la zona del mercado tradicional. No se permite la entrada a no musulmanes pero podemos admirar su fachada.
Desde la plaza, unas escaleras suben al Museo del Antiguo Hospital Inglés (cierra por las tardes), desde el que se observa unas fantásticas vistas de la ciudad, y aún más arriba, en la cima de la ciudad antigua, se encuentra el castillo.
Ya de bajada, se puede recorrer la calle Hammam, la más encantadora de As-Salt. Su pequeño mercado que vende comida, especias y artículos de menaje, es encantador. A lo largo de la calle se encuentra la entrada de columnas de la Casa de Muhammed Al Bashir, construida entre 1890 y 1910 y que ahora es un café tradicional. Al lado está la Beit Al Sulibi, construida entre 1920 y 1930.
En esta calle también se encuentra el Iskandarani Café, de 1800, con una decoración típico otomana, donde aprovechamos para tomarnos el enésimo té de menta del viaje!.
En muchas de estas casas, durante el día, hacen demostraciones de artesanía local y costumbres de la zona, maquillaje con henna, rituales de boda, elaboración de pan de tomillo, ceremonia del té, etc.
Después de pasear por Salt, regresamos a nuestro hotel en Amán y como ya estábamos muy cansados, nos quedamos a cenar en el patio de uno de los restaurantes de nuestro hotel. Buenísimo!!