Dejamos el paraíso y pusimos rumbo a la capital. Sin realizar ninguna visita, tomamos la autopista que nos llevó directos al aeropuerto, donde dejamos nuestro coche de alquiler y cogimos un uber hasta nuestro hotel en Amán, el Canary Boutique Hotel, donde pasamos las siguientes 4 noches. Una vez instalados, comimos en el hotel antes de salir a explorar. El hotel tenía dos restaurantes, uno italiano y el otro internacional, aunque podías pedir de las dos cartas en cualquiera de ellos. La ubicación estaba muy bien, muy cerca del centro en uber, y en una calle muy tranquila, aunque con una mezquita justo delante.
Después de comer salimos a dar un paseo por la ciudad baja. Lo mejor es perderse por las callejuelas del centro histórico, llenas de gente, tráfico y tiendas de todo tipo. Visitamos el Teatro, el Ninfeo, el Odeón y un par de pequeños museos.
Desde el hotel cogimos un uber hasta el Teatro Romano. Construido durante el reinado del emperador Antonius Piu entre el 138 y el 161 d.C, el teatro romano de Amman en Jordania, es simplemente espectacular. Grande y muy inclinado, podía albergar en su época a 6.000 personas. Ubicado sobre una ladera y orientado hacia el norte, protegía del sol a los espectadores. Aún hoy se utiliza para conciertos y espectáculos en la capital jordana.
El teatro conserva sus dos entradas laterales, una que conducía a la orquesta y la otra de acceso a los escenarios. Los asientos más bajos eran los mejores, como en los teatros de hoy, y la sección más alta, los asientos de la parte de arriba, eran conocidos como "Los Dioses" Y viendo las imágenes se entiende muy bien por qué. La empinada cuesta lo dice todo. Aunque estas localidades estaban lejos del escenario, la línea de visión era excelente, y la voz de los actores se oía con claridad debido a la inclinación. Sorprendente y arquitectónicamente impecable.
Merece la pena subir la empinada cuesta para escuchar desde arriba las conversaciones de las personas que se encuentran en la parte de abajo. En la zona de la orquesta también es muy curioso el efecto acústico. De una punta a otra se puede escuchar a alguien que hable en voz baja. Todo bien planificado y estudiado. Hay que buscar una pequeña cruz situada en el centro del semicírculo. Desde ese punto, la voz de una persona se puede escuchar desde cualquier lugar de los asientos del público, incluso un susurro. En la parte de arriba, por encima de los asientos, hay un pequeño santuario, con nichos vacíos, que no se sabe, a ciencia cierta, a quién estaba dedicado. En los trabajos de limpieza se descubrió parte de una estatua de Atenea.
A ambos lados del escenario hay dos museos alojados debajo de las bóvedas del auditorio. Visitaremos el Museo del Folklore con artesanía tradicional, herramientas, instrumentos musicales, telares, algunas armas y varios trajes. También hay una tienda beduina de pelo de cabra.
También visitaremos el Museo Jordano de Tradiciones Populares, con ropa tradicional, joyería y costumbres ancestrales. Podremos ver maniquís con los trajes tradicionales de los diferentes grupos étnicos del país.
Junto al Teatro visitamos el Odeón. Tiene 500 asientos y fue construido en el siglo II a.C. y se usaba para actuaciones musicales. No tiene la grandiosidad de su vecino, pero bien vale una visita, aunque sea corta.
También se pueden ver la fila de columnas que quedan de lo que fue el foro romano, que llegó a ser una de las plazas públicas más grandes del imperio romano (unos 100m x 50m). Hoy en día casi todo se encuentra soterrado bajo la ciudad moderna.
Un poco más abajo, por Hasheim Street, se encuentra el Ninfeo, una fuente pública romana construida en el siglo II. Este tipo de fuente, muy popular en las ciudades romanas, contenía una piscina de 600 metros cuadrados por tres metros de profundidad y estaba siempre llena de agua. Los restos que se conservan no están en muy buen estado y desde hace unos años se ha empezado un proceso de restauración para que recupere cierto encanto de su pasado.
A pocos pasos podemos ver la mezquita de Al-Husseini. Construida por el rey Abdalá I en 1924 y restaurada en 1987, esta pequeña mezquita se halla en pleno centro, donde antes se alzaba una mezquita construida en el año 640. Casi es más interesante por su bullicio que por su arquitectura, ya que es un popular punto de
encuentro local. Podemos contemplar su fachada y el ambiente del lugar (no se permite la entrada a no musulmanes).
Alrededor de la mezquita se encuentran los zocos. Se accede por el zoco de frutas y verduras que hay enfrente, con productos de Oriente Próximo, como dátiles saudíes, pistachos iraníes y aceitunas sirias.
Se tuerce a la izquierda y se pasa por la zona de panaderías, y después a la derecha por el zoco de la ferretería lleno de hervidores eléctricos y cazos gigantescos.
Se sigue por Petra Street donde huele a especias molidas y café tostado. A ambos lados de la calle hay tradicionales puestos de medicina árabe, reconocibles por los caimanes secos colgados, bandejas de estrellas de mar y cajones de hierbas y henna.
Una vez bordeada la mezquita, cruzando la calle se encuentra la minúscula tienda de recuerdos de Al Afgani (de 1870), repleta de juegos de ajedrez, sellos antiguos y muchos objetos curiosos.
Siguiendo por Basman Street pasamos por tiendas de trajes tradicionales, y justo antes del número 22, bajando unas escaleras, se accede al zoco de las mujeres, que rebosa de lencería atrevida. También se encuentran aquí las escaleras de colores.
A lo largo de nuestro paseo, hicimos una pausa para tomar un té de menta en un bar con balcón. Hay muchas cafeterías a las que se accede por un piso y tienen un balcón con vistas al bullicio de los zocos. Es muy divertido sentarse a observar.
Y para acabar la tarde, subimos hasta Rainbow Street, la calle más de moda de la ciudad, con negocios artesanales, bares y restaurantes, todo ello bajo una decoración de farolillos de colores que la iluminan durante la noche. Cenamos en Sufra, un restaurante de moda dónde acuden los reyes de Jordania. Tiene un bonito patio y la decoración interior ¡¡es una pasada!!
Después de este paseo, regresamos al hotel en uber y a descansar, que al día siguiente tocaba excursión.