Nos esperaba un día muy intenso. Empezamos nuestra ruta hacia el sur del país por la carretera del rey, parándonos en numerosos miradores. Visitamos el castillo de Karak, pasamos por la Reserva de Dana y finalmente llegamos a Petra para disfrutar del espectáculo de luz y sonido.
La carretera del Rey recorre el país de norte a sur, desde Madaba, hasta Wadi Musa, la localidad en la que se encuentra Petra. Se llama así porque recorre una antigua ruta comercial con más de 5.000 años de antigüedad. Por este camino han pasado israelís en busca de la tierra prometida, nabateos de camino a su ciudad sagrada de Petra, cristianos peregrinando hacia el monte Nebo, musulmanes hacia la Meca y cruzados dirigiéndose a sus castillos…...y ahora nosotros!
El primer tramo del recorrido corresponde al paisaje más impresionante de la carretera del Rey. Una vez pasado el pueblo de Dhiban, subimos un puerto de montaña hasta llegar a la presa de Mujib. Por el camino, un mirador nos permitió observar unas magníficas pistas de esta carretera en su tramo más sinuoso y del cañón del Mujib.
Una vez pasada la presa de Mujib, bajando de nuevo el puerto de montaña, llegamos al Mirador del Gran Cañón. Hay puestos de artesanía con piedras talladas, alfombras y otros artículos de artesanía que amenizan la parada, pero lo más espectacular es el paisaje natural del cañón natural que sirvió de frontera entre los reinos bíblicos de los Moabitas (al sur) y los Amanitas (al norte).
Tras superar Wadi Mujib pasamos por el pueblo de Al-Qasr, cuyas casas están edificadas con elementos arquitectónicos de un pequeño templo nabateo.
Siguiendo hacia el sur, pasamos por Er-Rabbah, citada en la Biblia en el episodio del encuentro entre el rey de los moabitas y el pueblo de Moisés durante el Éxodo. Al pasar por el centro de la población, a la derecha de la carretera, se pueden ver dos columnas corintias, las últimas de lo que fue una vía porticada con edificios a ambos lados. El templo romano se encuentra poco conservado pero es muy fotogénico.
Después de unas 2 horas de camino, llegamos a Al-Karak, importante capital comarcal que destaca por su imponente castillo de los cruzados.
El Castillo de Al-Karak fue construido por los Cruzados de Tierra Santa, y constituía una de las fortalezas principales que defendían las fronteras orientales del Reino de Jerusalén. Fue cristiana desde 1142 a 1188, año en el que las tropas de Saladino lo conquistaron.
Sus dimensiones son verdaderamente impresionantes. Tiene un increíble parecido con las fortalezas medievales europeas y formaba parte de una serie de fortalezas que protegían Tierra Santa desde el Golfo de Aqaba hasta Siria.
Se entra por la puerta otomana y se llega a la galería de los cruzados, los establos del castillo. Cerca del extremo de la galería, una escalera baja a la puerta de los cruzados, la antigua entrada principal al castillo. Quienes entraban por aquí, atravesaban un estrecho pasaje. Este acceso restringido aseguraba la fácil protección de la entrada frente a los enemigos.
En el muro norte de la galería hay una figura sin cabeza. Según cuenta la leyenda es Saladino, aunque los expertos aseguran que podría ser una talla funeraria nabatea.
Una pequeña escalera sube hasta el espacio de la torre noreste, en ruinas, mientras que un largo pasadizo conduce hacia los barracones, con unos pequeños agujeros para que entrara la luz, muros de caliza y paja e inscripciones bizantinas en las paredes.
Al otro lado del pasillo está la cocina, con unas grandes piedras redondas usadas para moler aceitunas y enormes zonas para almacenar el trigo y el aceite.
También se puede ver el glacis, la empinada pendiente de roca que evitaba que los invasores escalaran hasta el castillo y que los prisioneros escaparan.
En el patio superior, lleno de vegetación, hay una gran cisterna y las estancias domésticas, apenas excavadas. También se conserva la iglesia y las mazmorras.
Después de esta visita, comimos en el pueblo de Karak, en el Kir Heres. En la misma calle que lleva al castillo hay varios restaurantes locales. El restaurante del castillo estaba cerrado, o medio abandonado.
Siguiendo nuestro camino la carretera atraviesa un nuevo cañón, que si bien no es tan profundo y ancho como Wadi Mujib, también proporciona unos extraordinarios paisajes naturales. En Wadi Hasa, el río excava un profundo surco en la roca, y la erosión de las aguas fluviales a lo largo de millones de años ha dejado al descubierto basaltos volcánicos que se alzan como enormes montañas negras.
Un poco más al sur se encuentra la Reserva Natural de Dana, un paraíso para los excursionistas, tanto por su paisaje como por su fauna.
El poblado de Dana, con espectaculares vistas al Wadi Dana, ha estado habitado desde el 4000 a.C. Las evidencias arqueológicas indican que las civilizaciones paleolítica, egipcia, nabatea y romana pasaron por aquí atraídas por el suelo fértil y los manantiales de agua de la zona. Hoy en día, el poblado de Dana está habitado en su mayoría por clanes de la tribu “Al Ata’ata”, que se asentaron en la zona durante el período otomano, hace unos 400 años, y construyeron la aldea actual.
A lo largo de los años, muchas de las familias de la aldea de Dana se mudaron a la aldea cercana de Qadissiya en busca de mejores trabajos, escuelas y vivienda. La aldea de Dana estaba casi abandonada, pero gracias a los esfuerzos de recaudación de fondos de Friends of Dana, un grupo dinámico de mujeres en Amman, se han restaurado más de 70 de las tradicionales casas de piedra, lo que ha permitido que algunas familias permanezcan en la aldea.
Dimos un paseo por el poblado, desde la casa de huéspedes, para descubrir la arquitectura otomana de las casas reconstruidas, las terrazas en la roca y el trabajo de artesanía que tiene lugar en algunas casas. Al llegar a Dana no nos dejaban aparcar en el mismo poblado, nos querían hacer dejar el coche arriba de todo de la carretera y bajar andando. Parece que si no estás hospedado o no has contratado un guía, no eres muy bienvenido. Al final, le dijimos a un amable señor, que queríamos consumir en su bar y nos dejó aparcar en la puerta de su establecimiento.
Después de este paseo continuamos hacia el sur. Pasamos por Shobak pero ya no visitamos su castillo.
El Castillo de Shobak, también conocido como Castillo de Montreal o Mont Regalis, es también de dimensiones extraordinarias, aunque un poco más pequeño que el de Al Karak. De nuevo el mismo patrón de ubicación estratégica, en uno de los accesos naturales desde la meseta jordana al valle del Mar Muerto y Tierra Santa.
Fue la primera de las fortalezas cristianas al otro lado del Jordán, data de 1115, construida para proteger el camino de Egipto a Damasco por el Rey Balduino I de Jerusalén. Fue conquistada por Saladino en 1189. Se puede ver un pozo con 350 peldaños que conduce a un pasadizo secreto que lleva a un manantial subterráneo aunque está en bastante mal estado.
Como era ya un poco tarde, seguimos hacia Wadi Musa, donde nos esperaba nuestra cuarta Maravilla del Mundo. Nos instalamos en el hotel, La Maison Hotel, y descansamos un poco antes del espectáculo de luz y sonido (20:30h-22:30h) ya dentro del recinto arqueológico de Petra. Pedimos las entradas en el hotel y ellos mismos nos las trajeron a recepción.
Apenas 5 min a pie nos separaban del centro de visitantes, el acceso al recinto de Petra. Desde allí empezamos a recorrer un sendero, que una vez caída la noche y totalmente a oscuras únicamente se puede seguir gracias a los miles de farolillos que alumbran el recorrido hasta llegar al Siq, la entrada principal a la antigua ciudad de Petra.
Recorrimos el Siq en silencio y bajo la luz de las velas hasta llegar al Tesoro. Una vez allí, nos acomodamos en unas sillas, aunque también hay alfombras en el suelo. Ya sólo quedaba sentarse y disfrutar del momento, saboreando un té mientras un beduino cuenta historias y acompaña el momento con música tradicional jordana. Al final de la explicación, iluminan la fachada!!
Hay que decir que el espectáculo en sí no tiene un gran interés. Un hombre explicando historias (en inglés) y tocando un instrumento durante una media hora. Lo que vale la pena es entrar allí de noche, recorrer el siq a la luz de las velas y ver por primera ver Petra de noche. ¡¡Eso es un lujazo!!.
A la salida podéis pasaros por el Cave Bar, el bar más antiguo del mundo, situado en una tumba nabatea excavada en la roca ¡de 2000 años de antigüedad!.