Con motivo de la festividad de Loy Krathong, asistimos a los concursos, desfiles y otras actividades que se organizaban. Recorrimos la ciudad antigua, dentro de las murallas, y aprovechamos para descubrir sus muchos rincones.
El casco antiguo tiene una forma casi cuadrada y la muralla, como en muchas otras ciudades, sirvió como defensa para protegerse, en este caso, de los ataques de los birmanos. Dentro de las murallas se esconde una de las partes más bonitas y especiales de Chiang Mai, con más de 300 templos por descubrir. Entre ellos destacan el Wat Chiang Man, el Wat Phra Singh y el Wat Chedi Luang, algunos de los más importantes del centro de la ciudad. Además, también se puede ver el Monumento de los Tres Reyes o pasear por el Suan Buak Park, un pequeño parque ubicado dentro de la zona.
Lo mejor para visitar la zona es perderse por sus calles (¡y eso hicimos!), la mayoría peatonales, pararse a comer algo en los puestos callejeros o entretenerse en algún rincón insospechado. Y si además todo Chiang Mai está de fiesta, como fue nuestro caso, ¡puede ser genial!
Entramos por la Pratu Tha Phae y seguimos por Th Ratchadamnoen, donde se instala el Sunday Walking Street, el mercado del domingo, donde se puede encontrar artesanía del norte y productos étnicos, además de puestos de comida.
Visitamos el Wat Phan Tao, que alberga un precioso wi-hahn de teca, que fue residencia real y es hoy uno de los mayores tesoros de Chiang Mai. Construido enteramente de paneles de teca moldeados y ensamblados, y soportado por 28 gigantescos pilares también de teca, el wi-hahn muestra barcazas con incrustaciones de espejos de colores tipo mosaico. Dentro están las viejas campanas del templo, algunas piezas de cerámica, unos cuantos Budas antiguos de madera dorada, y apolillados armarios llenos de manuscritos en hoja de palmera. El panel frontal del edificio muestra un mosaico espejado con un pavo real que custodia un perro, en representación del año astrológico de su morador real, por lo que el templo fue de obligada peregrinación para los nacidos en el año del perro.
Muy cerca se encuentra el Wat Chedi Luang, digno de ver. Este templo se construyó en torno a una chedi de estilo Lanna en 1441 y, al parecer, fue una de las construcciones más altas de la ciudad de Chiang Mai, aunque hoy está medio en ruinas. El famoso Buda Esmeralda (que ya vimos en Bangkok) estuvo en este templo en 1475. Actualmente, alberga una reproducción de jade, subvencionada por el rey y tallada en 1995, con motivo del 60 aniversario de la chedi y del 70 aniversario de la ciudad. La UNESCO y el Gobierno japonés financiaron una restauración de la chedi, que se nota demasiado, sobre todo en los nuevos pórticos y en las nuevas imágenes de Buda.
Otro de los templos que no quisimos perdernos fue el Wat Phra Singh, el más venerado por los habitantes de la ciudad. Su fama se debe al Buda que alberga, el Phra Singh o Buda León. Pese a su fama, se sabe poco de este Buda, considerado uno de los ejemplos más bellos de arte Lanna, gracias a sus marcados rasgos humanos, su moño en forma de loto y un garula (el símbolo real) en la fachada, lo que da una idea de la relación del templo con la monarquía. Hacia las 11:00, los monjes almuerzan en el jardín… ¡y pudimos ver a algunos!
También visitamos el Jardín de Terracota (Baan Phor Liang Meun), escondido en los muchos callejones que alberga la ciudad antigua. Se trata de una galería de arte al aire libre donde se exponen numerosas figuras y esculturas, todas ellas hechas de terracota. Una vez en el recinto, disfrutamos del ambiente natural, del bello jardín y de las obras expuestas.
Estas obras son representaciones alegóricas del arte budista con claras referencias al arte Lanna, común en Chiang Mai. De hecho, guardan cierta similitud con las esculturas en el suelo de Buda que ya visitamos en el Wat U Mong. En el recinto, también hay un bar donde nos tomamos unos estupendos zumos de mango.
Y si después de tanta fiesta, tantos templos y tanto callejear necesitamos un masaje, qué mejor lugar que la cárcel de mujeres de la ciudad. Esta institución tiene un programa de rehabilitación para mujeres condenadas por delitos menores, donde aprenden el arte milenario del masaje tailandés mientras cumplen su tiempo en prisión. Es una forma de que, cuando las mujeres dejen de estar entre rejas, puedan encontrar trabajo en alguno de los centros de la ciudad.
Las mujeres ganan un sueldo que reciben al salir de la prisión, lo que les permite vivir durante los primeros días o meses sin trabajo. Dejando de lado que ir a hacerse un masaje en la prisión de mujeres es una manera de ayudarlas, el aspecto del edificio y de las salas es agradable y tranquilo, alejándose mucho de la idea de prisión que tenemos muchos. Lo más importante es que los masajes que hacen son increíbles. Después de subir al cielo y bajar a la tierra, ofrecen un té para terminar con el ritual.
Por último, mencionar que en Chiang Mai hay numerosos mercados nocturnos que merecen la pena tener en cuenta.
El Night Bazar es el más famoso y más grande de la ciudad. Situado en las cercanías de la antigua muralla, a lo largo de la zona de Chang Khlan Road, en él se pueden encontrar todo tipo de artículos, desde imitaciones falsas hasta artesanía típica de las etnias de la montaña. Abre durante todo el año y cierra a eso de la 1 a. m.
Kalare Night Bazar, localizado en las cercanías del Night Bazar, es un conjunto de tiendas más centradas en la joyería, artesanía tradicional y pinturas. Aparte de sus tiendas, lo mejor que tiene el Kalare Night Bazar es su food center, donde se puede disfrutar, a unos precios muy económicos, de lo mejor de la cocina callejera tailandesa. Además, todos los días suele haber alguna actuación en directo, especialmente de música tradicional tailandesa.
Anusarn Market, también localizado en las cercanías del Night Bazar, es perfecto para disfrutar de la comida. Aquí, además de la típica cocina del norte de Tailandia, también podemos encontrar cocina china e india. Para comprar, quizás no sea el mejor sitio.
Sunday Market Walking Street, abierto solo el domingo, desde la tarde hasta bien entrada la madrugada, se localiza dentro de la zona de la muralla, a lo largo de Ratchadamnoen Road, que se cierra al tráfico convirtiéndose en peatonal. Es el lugar ideal para comprar artesanía y productos típicos de las diferentes etnias de la montaña. También es un buen lugar para degustar diferentes tipos de comida y disfrutar de los continuos espectáculos de música y danzas.
Cenamos enfrente del hotel, en un restaurante en el que repetimos en dos ocasiones, y nos preparamos para la gran fiesta. Compramos unos farolillos de papel y una ofrenda para lanzar al río. Llegar hasta la orilla del río fue un auténtico caos. Miles de personas abarrotaban las calles intentando hacerse un hueco para acceder al agua. No pasó nada porque la gente estaba centrada en lo mismo, pero fue un poco angustioso para los que no estamos acostumbrados.
Después de permanecer mucho rato como anchoas esperando nuestro turno, llegamos a la orilla del río, donde unos voluntarios, desde dentro del agua, recogían las ofrendas y las depositaban con cuidado en el agua, para evitar que tú cayeras de cabeza en el intento.
Salimos como pudimos del tumulto de gente, y ya mucho más tranquilos, nos alejamos de la zona y buscamos un lugar más sereno para echar a volar nuestros farolitos de papel. Encendimos las velas y esperamos a que se hincharan con el aire para después dejarlos ir. ¡Emoción y piel de gallina al recordarlo!
La estancia y las visitas en Chiang Mai fueron inolvidables. Tuvimos muchos templos, trekking por parques naturales, elefantes, tribus del norte, mercados nocturnos y la Fiesta de la Luna Llena. Sin duda, la parte más intensa del viaje.