Este día fue un día de mucho coche, así que, a primerísima hora de la mañana, salimos para Sukhothai, donde pasamos las siguientes dos noches. Atravesamos parte de la región central de Tailandia, hacia el norte, por arrozales y paisajes que, sin duda, hicieron que valiese la pena el camino.
Llegamos a comer a Phitsanulok. A pesar de que a esta ciudad llegan pocos viajeros por su cuenta, sí lo hacen los viajes organizados, debido a su cercana ubicación a las ciudades históricas de Sukhothai, Si Satchanalai o Kamphaeng Phet. Debido a que buena parte de la ciudad quedó arrasada por un gran incendio en 1957, su arquitectura es bastante indefinida. Aún así, acoge lugares de interés, como el Wat Phra Si Ratana Mahathat, que guarda uno de los Budas más venerados del país.
Este templo fue construido en el año 1357 y es un claro reflejo de la historia y raíces culturales de la ciudad en la época de esplendor khmer en Tailandia. En su interior se alberga una figura de Buda en oro, Phra Phuttha Chinnarat, considerada por muchos tailandeses como la más bonita del país. El Wat Phra Si Ratana Mahathat se sitúa en las cercanías del río Nan. También destaca por la impresionante escultura de un Buda de pie y por la impresionante colección de arte del periodo de Sukhothai que se encuentra en el Buddha Chinnarat National Museum, también dentro del complejo.
Justo enfrente, se encuentra el Wat Ratchaburana, otro de los lugares que ver en Phitsanulok. Además de un Buda de oro de 700 años y bellas pinturas murales del siglo XIX, lo más vistoso es la gran barca de madera decorada con guirnaldas, que sirvió originalmente para transportar al rey Rama V en su visita oficial a Phitsanulok. Actualmente se cree que la barca concede deseos a aquellos que realizan una ofrenda y se arrastran por debajo o a lo largo de ella 3 o 9 veces.
También encontramos un árbol sagrado con una escalera a ambos lados, por las que los visitantes suben y, tras dejar su ofrenda, hacen sonar una campana y bajan de nuevo, repitiendo este ritual 3 o 9 veces más. Al lado del árbol hay un gong que, si se frota de forma adecuada, genera una extraña resonancia... ¡que seguro también trae suerte!
En cada lugar, hay una persona que, además de vender monedas, inciensos y flores para las ofrendas, da instrucciones a los visitantes sobre el procedimiento... ¿os imagináis? Lo que yo decía... si para tener suerte, lo hemos de hacer todo... ¡qué estrés!
Otro lugar interesante es la Fundición de imágenes de Buda (Cha Thavi), donde se hacen budas de bronce de todos los tamaños. Se puede observar el proceso y admirar las fotografías expuestas sobre el método de fundición a la cera perdida, ¡es muy curioso! Además, y sin tener nada que ver, también se puede visitar una exposición de gallos de pelea, que se crían y se venden por todo el país.
Aparte de su pasado histórico, Phitsanulok es conocida por sus casas flotantes de bambú, que hay en las riberas del río Nan. El mejor lugar para ver las barriadas es desde el parque de Chom Nan.
Comimos en Phitsanulok, en la ribera del río, en el Hoi Kha Rim Nan Noodle Restaurant y degustamos el plato típico de la ciudad, los fideos “con las piernas colgando”, que es la forma en la que los clientes se sientan a comérselos, en lo alto de un banco frente al río. Aquí tomamos una de las fotos más divertidas del viaje donde salimos los cuatro viajeros y nuestras piernas colgando.
Después de comer, seguimos nuestro camino hacia Sukhothai, dónde nos instalamos en el hotel Ruean Thai Hotel, pasar las siguientes dos noches.
Para cenar nos quedamos en nuestro bonito hotel aunque también teníamos la opción de acercarnos al pequeño mercado nocturno.
En el restaurante del hotel, pudimos disfrutar de un par de cenas espectaculares y de algunos de los momentos más divertidos del viaje, como, por ejemplo, la cara de estupefacción del camarero tras pedir cuatro brownies de postre, después de una cena de campeonato. ¡Nuestro pequeño paraíso de Tailandia fue, sin duda, este hotel!