A primerísima hora de la mañana, cogimos un taxi hacia el aeropuerto para recoger nuestro coche de alquiler. La reserva la hicimos en la web de rentalcars con la compañía Goldcar y no tuvimos ningún problema.
Para conducir por Turquía es necesario el permiso internacional de conducir. Los peajes tienen un lector de etiquetas que el coche de alquiler ya lleva incluida en la luneta delantera, así que no hay que parar para nada, tan sólo aflojar para que la cámara nos detecte. El importe de los peajes nos lo descontaron del fondo que bloquearon los de la agencia de alquiler en nuestra tarjera.
Salimos de Estambul cruzando un puente de peaje y pusimos rumbo a Bursa. Declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2014, tiene numerosos lugares de importancia, así como también termas y numerosos jardines por lo que se la conoce como “Bursa, la verde”.
Situada en el extremo occidental de Turquía, fue un elemento clave en su desarrollo, gracias a la Ruta de la Seda que unía China con Europa. Fundada por los macedonios en el siglo VI a.C., tuvo en la historia una importante influencia romana, cuyo legado se mantiene hoy en termas, ruinas y otros objetos encontrados en excavaciones arqueológicas. La llegada del Imperio Otomano en el siglo XIV convertiría a Bursa en su capital entre los años 1326 y 1365, propiciando un importante desarrollo comercial e industrial en la ciudad.
Visitamos la Mezquita Verde, el gran monumento imprescindible de Bursa y una de las mezquitas más bonitas de Turquía. La Mezquita Verde (Yesil Camii) fue finalizada en 1424 y hace honor al sobrenombre que toma la ciudad (Verde Bursa) y que también se apodera de este templo. El color verde está presente en muchos azulejos que la decoran. El interior es muy bello y es la parte más impresionante de la mezquita, así como las formas geométricas de los azulejos. Llovía a mares pero aún y así nos esperamos en la puerta a que acabase la oración para poder entrar.
Junto a la Mezquita Verde se encuentra el Mausoleo Verde, que alberga las tumbas del sultán Mehmet I y su familia. De nuevo, las tonalidades verdes y azules llenan de colorido este hermoso monumento, construido en el siglo XV, de planta octaédrica y cúpula cónica. En su interior, se encuentra el sarcófago del que fue quinto sultán del Imperio Otomano, revestido con azulejos amarillos, azules y blancos.
Más en el centro se encuentra la Gran Mezquita de Bursa (Ulu Cami), el principal monumento de la ciudad. Fue construida entre 1396 y 1399, es la más grande de la ciudad, y tiene 20 cúpulas y dos minaretes. Una de las características de la Gran Mezquita es la caligrafía islámica que cubre muchas de sus paredes y columnas interiores, siendo uno de los mayores ejemplos del mundo con un total de 192 inscripciones. Destaca también la fuente interior donde los fieles hacen el ritual de la ablución antes de orar.
Justo al lado se encuentra la Mezquita de Orhan I, la más antigua de Bursa, del año 1339, reconstruida en el siglo XV después de haber sido destruida por orden del sultán de Karaman.
Comimos en la zona del Bedestán, el edificio que alberga el Mercado de la Seda. Construido en el siglo XIV y reconstruido en el XIX, ofrece numerosos puestos de joyas, especias o textiles. Como su nombre indica, la seda continúa siendo una de las estrellas del mercado, tras siglos como principal producto de comercio de Bursa. Aunque es más pequeño que el Gran Bazar de Estambul, explorar el Mercado de la Seda es muy interesante para vivir una experiencia entre gente local y conocer la amplia variedad de productos de la región.
En cuanto se sale por el lado oriental, se encuentra el Koza Hani, un caravasar del 1490, con galerías superpuestas en dos niveles, donde una vez al año tiene lugar el mercado de los gusanos de seda y donde se venden los tejidos que dan fama a Bursa. En el centro del patio se alza una pequeña mezquita octogonal con una fuente que ha sido restaurada por los comerciantes y el Aga Khan.
También podéis acercaros hasta el Irgandi Sanat Köprüsü, el puente restaurado y cubierto, flanqueado por numerosas tiendas que recuerdan al Puente Viejo de Florencia. Nosotros no fuimos porque llovía muchísimo.
Algo más alejada está la Madrasa Muradiye, que servía como institución educativa y médica. La Madrasa, finalizada en 1426, es un hermoso edificio de ladrillo con un gran arco de entrada y un tejado con cuatro cúpulas. Junto a ella se puede visitar el cementerio, la mezquita, los jardines….¡¡como para quedarse aquí varios días!!.
Después de comer y visitar Bursa, seguimos nuestro camino hacia Canakkale. Había muchísimo tráfico y debido a la lluvia, nos costó mucho salir de Bursa. Llegamos muy tarde a Canakkale y nos instalamos en nuestro hotel. Nos hospedamos en el Hotel des Etrangers, un edificio histórico de piedra con una arquitectura única que combina estilos otomano y griego. Además, aquí se hospedó Heinrich Schilemann, el arqueólogo alemán que descubrió las ruinas de Troya.
Una vez instalados salimos a dar un paseo y a cenar. Muy cerca del hotel se encuentra la Torre del Reloj, de la era Otomana, uno de los tesoros de la ciudad. En el paseo marítimo se encuentra el Caballo de Troya que se utilizó en el rodaje de la película de Brat Pitt de 2004.
También destaca el museo militar (ya cerrado cuando llegamos) y sus jardines. Desde el paseo marítimo también se puede ver el estrecho de los Dardanelos y la península de Gallipolli, donde tuvo lugar una cruenta batalla entre alemanes y los turcos aliados, contra franceses, británicos y australianos, durante la I Guerra Mundial. Todo en esta ciudad recuerda esa histórica batalla.
Cenamos en el paseo marítimo, en un bar musical donde hacían pizzas. No habían muchas más opciones ni demasiado ambiente pero la cena estuvo bien.