Empezamos el día en Canakale y, después de desayunar en nuestro hotel, íbamos a visitar las ruinas de Troya y a recorrer la costa bordeando la bahía de Edrenit hasta llegar a Bergama, donde se encuentra la antigua ciudad de Pérgamo.
A pocos kilómetros de Canakkale se encuentra Troya. Desde que Homero escribiera su Iliada, una epopeya griega centrada en los últimos años de la guerra que enfrentó a griegos y troyanos, se ha dicho mucho de este emplazamiento. Pero no fue hasta 1871 cuando se confirmó su existencia.
Un arqueólogo alemán llamado Heinrich Schilemann (el que se hospedó en nuestro hotel), Iliada en mano, se sirvió de los datos geográficos aportados por Homero en su gran obra para encontrar las ruinas de Troya; de muchas Troyas, en realidad, pues las excavaciones e investigaciones posteriores han demostrado que se trata de una ciudad reconstruida en varias ocasiones. Lo poco que queda de ella ha de visitarse con imaginación, para que no defraude (totalmente recomendable pagar por el audioguía, que es un QR para escucharlo con tu móvil).
Lo primero que se encuentra al iniciar la visita es una reproducción de famoso caballo de Troya. La leyenda dice que fue concebido por Ulises para introducir a un grupo de griegos dentro del recinto de Troya, pero esta escena no aparece en La Ilíada de Homero. Antes se podía entrar en el caballo pero ahora ya no dejan.
La entrada al recinto arqueológico de Troya se hace por la Puerta Oriental, a la que se llega por un pasillo entre altos muros.
Se puede subir hasta un bastión de la muralla, desde donde hay buenas vistas de los alrededores, para luego pasar por una parte cubierta por una estructura metálica que protege los restos de muros de ladrillo de la época de Troya II y III.
Una subida conduce a uno de los lugares más importantes de Troya, el Templo greco romano de Atenea, el cual se eleva sobre un bastión de Troya VI.
Fue destruido y reconstruido varias veces, y los romanos arrasaron parte de la acrópolis para hacer un templo adecuado a Atenea Ilias.
Un sendero desciende por el flanco oeste y se pasa junto a los vestigios de las fortificaciones de Troya I.
En esta parte se hace visible la enorme zanja que excavó Schliemann para acceder rápidamente al nivel que él consideraba que correspondía al de la Troya homérica, que era lo único que le interesaba.
Una de las estructuras más espectaculares es la rampa pavimentada, la cual tiene 21 metros de longitud y siete y medio de anchura, y se sabe que daba acceso a la ciudadela de Troya II. A la izquierda se ve una zona hundida, que es el lugar en el que Schliemann descubrió lo que él llamó el Tesoro de Príamo.
Este tesoro era un conjunto de 1.200 piezas de joyas que Schliemann consiguió llevar a Grecia sin el consentimiento de las autoridades otomanas, las cuales donó al emperador alemán pero desaparecieron cuando las tropas soviéticas entraron en Berlín en 1945.
Durante medio siglo no se supo nada de su paradero, pero en 1991 se descubrió que se encuentra en los depósitos del Museo Pushkin de Moscú.
La rampa conduce a las Puertas Esceas, un lugar que aparece repetidamente en La Ilíada. Antes de atravesarlas, a la izquierda se ven los restos de un complejo palaciego de la época de Troya VI.
El itinerario sale ahora del recinto amurallado y pasa junto a los restos de un santuario, en el que los arqueólogos han encontrado objetos de culto dedicados a los misterios de Samotracia.
En esta parte baja del recinto se encuentra también el odeón romano, el bouleterión (el lugar donde se reunían los representantes de los ciudadanos que decidían sobre asuntos públicos), y unas termas.
Después de visitar Troya pusimos rumbo hacia el sur, atravesando la Península de Biga y paramos en el pueblo de Ayvacik, donde se suponía que hoy celebraban el mercado de los viernes, pero no encontramos nada, así que seguimos nuestro camino.
Después de esta parada seguimos bordeando la bahía de Edrenit hasta Ayvalik (visita y comida). Esta localidad pesquera destaca por su paseo marítimo, bordeado de palmeras, y sus restaurantes de pescado. Pero si se camina unas calles hacia el interior se llega a un antiguo pueblo. Carros, caballos y vendedores ambulantes impiden el paso de los coches por sus callejones empedrados. Coloridas fachadas esconden tiendas de artesanía y cafeterías, iglesias ortodoxas y viejas casas griegas. ¡Nos encantó!
Comimos en el puerto, en un restaurante al filo del mar, el Ayvalık Balıkçısı Kerem Merkez .Tenías que escoger el pescado que querías comer y te lo cocinaban al momento.
Después de comer pusimos rumbo a Bergama. Antes de instalarnos en nuestro hotel, visitamos el Asclepion. Dedicado a Asclepio (Esculapio para los romanos), dios de la medicina, el complejo fue uno de los lugares de culto y centro terapéutico más famoso de la antigüedad. El enfermo recibía curas físicas y psicológicas. Los médicos prescribían baños, masajes, ejercicios físicos, tratamientos y dietas. El diagnóstico se formulaba en función de los sueños que relataban los pacientes, que dormían en una zona aclimatada para tal fin, los dormitorios de incubación (dormición), y las representaciones teatrales también formaban parte de las terapias. La escuela de medicina alcanzó el máximo de su fama cuando acudió a ella Galeno, nacido en Pérgamo (siglo II d.C). También pasaron por aquí Cleopatra, Marco Aurelio, Adriano y Caracalla.
Se accede siguiendo un tramo de la Vía Tecta (vía Sacra) que comunicaba el santuario con la ciudad baja. Al final de esta vía se encuentra una estructura muy peculiar con túneles abovedados que daban paso al hospital principal.
Desde aquí se llega al Templo de Zeus-Asclepio, a la Biblioteca, que llegó a albergar hasta 200.000 pergaminos, y al teatro.
Justo delante del teatro se encuentra el manantial sagrado, centro original del santuario. Hay quien aprovecha para beber de la fuente de la época romana que todavía sigue manando (¡ni se os ocurra!).
También se pueden visitar los túneles que albergaban a los pacientes psiquiátricos (dormición). Este fue el primer hospital psiquiátrico de la historia!
Ya muy cerca del hotel, paramos en la Basílica Roja. Aunque muy dañada en la actualidad, se trata del monumento más grande que se conserva de la antigua Pérgamo.
Es una estructura formada por dos edificios circulares y en realidad es un templo dedicado a los dioses egipcios Serapis e Isis cuyo culto estaba muy extendido en la Roma imperial en los lugares en donde se instalaban mercaderes egipcios. Una parte fue utilizada como iglesia en los primeros tiempos del cristianismo.
Originalmente, el templo estaba recubierto de mármol y rodeado por una calle peatonal por donde pasaba una corriente de agua, que era utilizada para hacer baños rituales y limpiezas. A pesar de que en tiempos posteriores esta ciudad fue tomada por el Imperio Bizantino, ellos no destruyeron el templo sino que construyeron la iglesia de San Juan apóstol en su interior.
Ahora sí, llegada al hotel, descanso, cena y alojamiento. Nos hospedamos en el Attalos Suites, un precioso hotel con patio regentado por un matrimonio de alemanes. Comimos en las antiguas caballerizas de la casa. Nos encantó el trato, el hotel y su patio. Además, pudimos dejar el coche aparcado en la misma puerta.