En el día de nuestro pre-aniversario de bodas (2 de julio, 2025), tomamos un vuelo con destino Amsterdam (8:55-11:20h). A nuestra llegada, tomamos el autobús 397 cuya parada está nada más salir de la terminal. Después de un trayecto de unos 40 minutos, llegamos a nuestro alojamiento, El Alfred Hotel. Una vez instalados salimos a explorar la ciudad.
Tomamos el tranvía 2 hasta la plaza Dam y tras un corto trayecto ya estábamos en el centro histórico.
En el corazón palpitante de Ámsterdam, la Plaza Dam se alza como un escenario donde la historia y la vida moderna convergen. Nacida en el siglo XIII a partir de una presa sobre el río Amstel, esta plaza ha sido testigo del crecimiento de la ciudad, de sus momentos de gloria y de sus días más oscuros.
Hoy, la Plaza Dam es un espacio vibrante donde se encuentran algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad. Destaca el majestuoso Palacio Real, que ha servido tanto como ayuntamiento como residencia de la realeza. Frente a él, el Monumento Nacional, un solemne obelisco blanco, honra a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial y es un lugar de reflexión para quienes visitan la ciudad. También podemos ver el Anantara Amsterdam Gran Hotel Krasnapolsky, que recibe a personalidades famosas de todo el mundo.
A un lado, la Nieuwe Kerk. Fue fundada en 1408 cuando la ciudad necesitaba una segunda iglesia parroquial debido al crecimiento de la población. Su arquitectura es predominantemente gótica, aunque tras una serie de incendios y renovaciones, se añadieron elementos neogóticos en el siglo XIX.
A lo largo de los siglos, la Nieuwe Kerk ha sido el escenario de importantes eventos nacionales, como la coronación de los monarcas holandeses y bodas reales, incluyendo la del rey Guillermo Alejandro y la reina Máxima en 2002. Aunque ya no se utiliza para servicios religiosos, hoy en día es un espacio cultural que alberga exposiciones de arte, fotografía y eventos especiales.
Más allá de su riqueza histórica, la plaza Dam es un punto de reunión. Músicos callejeros, turistas y habitantes locales se entremezclan en un constante fluir de energía. Desde aquí, las calles se extienden hacia los rincones más encantadores de la ciudad. Tiendas, cafeterías y la emblemática presencia del bullicioso distrito comercial rodean la plaza, convirtiéndola en un epicentro del movimiento urbano.
Comimos en esta zona y visitamos la Nieuwe Kerk antes de continuar con nuestro paseo hacia Begijnhof.
El Begijnhof es uno de los rincones más encantadores y tranquilos de Ámsterdam, un refugio de paz en medio del bullicio de la ciudad. Se trata de un patio histórico fundado en el siglo XIV, originalmente destinado a albergar a las beguinas, una comunidad de mujeres religiosas laicas que dedicaban su vida al servicio de los necesitados sin tomar votos monásticos permanentes.
Este lugar está rodeado de elegantes casas con fachadas tradicionales, algunas de las cuales datan del siglo XVII y XVIII. En el número 34 se encuentra la casa más antigua de Ámsterdam, una de las pocas que aún conserva su estructura de madera, ya que este material fue prohibido en la ciudad en 1521 debido al riesgo de incendios.
El Begijnhof también alberga la Engelse Kerk, una iglesia que data del siglo XV y que fue confiscada durante la Reforma Protestante. Como respuesta, las beguinas construyeron en 1665 la Capilla de Begijnhof, una iglesia clandestina que desde el exterior parece una casa común, pero que en su interior guarda una profunda historia de resistencia y fe.
Hoy en día, el Begijnhof sigue siendo un espacio privado, por lo que se pide a los visitantes que respeten el silencio y la tranquilidad del lugar. Es un sitio ideal para hacer una pausa y sumergirse en la historia de Ámsterdam.
El acceso es gratuito pero se pide a los visitantes que se mantengan en silencio para no molestar a los residentes.
A continuación visitamos el Museo de los Canales de Ámsterdam (incluido en la I Amsterdam City Card), conocido como Grachtenmuseum, que ofrece una fascinante inmersión en la historia de los famosos canales de la ciudad. Situado en una elegante casa del siglo XVII en el Herengracht, uno de los canales más emblemáticos, este museo cuenta la historia de cómo Ámsterdam se convirtió en una metrópoli construida sobre el agua.
El museo no es un espacio convencional con largas exhibiciones estáticas. En su interior, los visitantes son guiados a través de una experiencia interactiva que revela los secretos de la planificación urbana, la ingeniería y la evolución de los canales desde el Siglo de Oro hasta la actualidad. A través de proyecciones, maquetas y efectos audiovisuales, el museo consigue transportar a los visitantes al pasado, mostrando la increíble transformación de una ciudad que supo adaptarse a su entorno acuático.
Además de explorar la historia de los canales, el edificio en sí es parte de la experiencia. Sus salones restaurados, con techos altos y detalles originales, reflejan el esplendor de la época en que Ámsterdam se convirtió en un centro comercial global. Desde sus ventanas, se puede contemplar la elegancia de los canales que, siglos después, siguen siendo el alma de la ciudad.
Al norte de este museo se encuentra el barrio de las 9 Calles de Amsterdam. Ubicadas en el corazón del cinturón de canales, estas nueve calles conectan los canales más famosos de Ámsterdam (Prinsengracht, Keizersgracht, Herengracht y Singel).
Cada calle tiene su propia personalidad y una historia que contar. Reestraat, Huidenstraat y Berenstraat deben sus nombres a la antigua actividad comercial de curtidores y peleteros en la zona. Wolvenstraat y Runstraat evocan tiempos pasados con referencias a la industria textil.
Oude Spiegelstraat, Wijde Heisteeg, Heisteeg y Gasthuismolensteeg completan el conjunto con cierto aire de tradición y misterio.
Oude Spiegelstraat o "Calle del Espejo Antiguo". Durante siglos, ha sido un lugar de comerciantes y anticuarios que vendían espejos y objetos curiosos. Se dice que algunos de los edificios albergan pasajes ocultos y secretos de la época dorada de Ámsterdam.
Wijde Heisteeg y Heisteeg: Estas calles pequeñas y estrechas han sido testigos de siglos de actividad comercial, pero su encanto oscuro proviene de sus rincones y pasajes menos iluminados. En el pasado, eran conocidas por ser lugares de reunión para intelectuales y artistas, quienes intercambiaban ideas en tabernas escondidas. Su trazado irregular y su atmósfera añaden un toque de enigma.
Gasthuismolensteeg: Esta calle lleva el nombre de un antiguo molino y de un hospital (Gasthuis) que existía en la zona. La conexión con el pasado hospitalario y la historia de enfermedades y curaciones le han dado un aura de misterio, con leyendas que hablan de almas errantes y relatos sobre la vida de los pacientes de siglos pasados.
Hoy en día, las 9 Calles son conocidas por sus exclusivas tiendas de moda independiente, sus cafeterías acogedoras y sus pequeños restaurantes con encanto. Es el lugar perfecto para descubrir piezas únicas, disfrutar de un buen café con vistas a los canales y perderse en la atmósfera relajada y vibrante que define Ámsterdam.
Después de este paseo, nos acercamos al Museo Casa Flotante (incluido en la I Amsterdam City Card), ubicado en un barco histórico sobre el Prinsengracht, uno de los canales más emblemáticos. Este museo ofrece una ventana a la experiencia de vivir sobre el agua, un estilo de vida característico de Ámsterdam.
La casa flotante, llamada Hendrika Maria, data de principios del siglo XX y originalmente funcionaba como barco de carga. Con el paso de los años, fue transformada en una vivienda flotante, adaptada para ofrecer comodidad sin perder su esencia náutica. Al recorrer su interior, los visitantes pueden observar los espacios compactos pero acogedores: una sala de estar con grandes ventanales que dejan entrar la luz reflejada en el canal, una pequeña cocina funcional y habitaciones cuidadosamente diseñadas para maximizar el espacio.
Uno de los aspectos más interesantes de la visita es comprender cómo se gestiona la vida en una casa flotante. Desde el acceso al agua y la electricidad hasta las normas de amarre en los canales, el museo explica los detalles de una vida que combina tradición e innovación. Además, el recorrido permite apreciar el encanto y la tranquilidad de vivir junto al agua, lejos del bullicio de las calles principales.
El Museo Casa Flotante no solo es un lugar para aprender sobre la historia de estos hogares, sino también para reflexionar sobre la relación de la ciudad con el agua. Ámsterdam ha sabido integrar su entorno acuático en su identidad, convirtiendo los canales en un espacio vivo que, generación tras generación, sigue evolucionando.
Si alguna vez te preguntas cómo sería despertarse con el suave vaivén del agua y ver la ciudad desde una perspectiva completamente diferente, este museo es el lugar perfecto para descubrirlo.
Después de este recorrido entre canales, nos dirigimos hacia el barrio de Jordan, donde se encuentra la casa de Ana Frank. Como todavía teníamos tiempo antes de nuestra visita, paseamos por la zona.
Junto a la casa de Ana Frank se encuentra el Museo de los Tulipanes (incluido en la I Amsterdam City Card), un pequeño pero fascinante espacio donde se narra la historia de esta flor emblemática. Desde su origen en Asia Central hasta la Tulipomanía del siglo XVII, período en el que los bulbos de ciertas variedades se vendían por precios exorbitantes, incluso comparables al costo de una casa. Este museo explora cómo los tulipanes se convirtieron en símbolo de los Países Bajos. Con exposiciones interactivas y una tienda de bulbos, es una parada ideal para los amantes de la botánica.
El barrio de Jordan, originalmente un barrio obrero, se ha convertido con el tiempo en una zona bohemia y vibrante, llena de cafés acogedores, galerías de arte y tiendas boutique. Sus calles estrechas y canales pintorescos le dan un aire único, ideal para pasear y descubrir rincones escondidos.
Para ello hay que cruzar el canal Prinsengracht, uno de los más importantes de la ciudad. Su nombre es un homenaje al príncipe Guillermo de Orange. Estos terrenos fueron adquiridos por comerciantes adinerados y maestros artesanos. Sus casas destacan por su belleza y armonía. Es un museo al aire libre de los diferentes tipos de pináculos que decoran los techos de las viviendas.
Finalmente a las 19h, accedimos a uno de los lugares más conmovedores y significativos de la ciudad, la Casa de Ana Frank (entradas en la página oficial, se adquieren con 6 semanas de antelación).
Ubicada en el Prinsengracht 263, esta casa fue el escondite de la familia Frank y otras cuatro personas durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial. Hoy, convertida en museo, es un espacio de memoria y reflexión sobre los horrores del Holocausto.
Ana Frank nació en Fráncfort del Meno, Alemania, en 1929, pero su familia emigró a los Países Bajos en 1933 para escapar de la persecución nazi. Sin embargo, cuando Alemania invadió los Países Bajos en 1940, la situación se volvió cada vez más peligrosa para los judíos. En 1942, tras recibir una citación para que su hermana Margot se presentara a un campo de trabajo nazi, la familia decidió esconderse en el anexo secreto o “la habitación de atrás”, de la empresa de Otto Frank, el padre de Ana.
Durante más de dos años, Ana, su familia y otros refugiados vivieron en condiciones extremadamente difíciles, sin poder salir ni hacer ruido durante el día. Fue en este escondite donde Ana escribió su famoso diario, en el que relató su vida cotidiana, sus pensamientos y sus sueños para el futuro. En agosto de 1944, fueron descubiertos y arrestados. Ana y su hermana Margot fueron deportadas al campo de concentración de Bergen-Belsen, donde murieron en 1945, poco antes del final de la guerra. Otto Frank, el único sobreviviente de la familia, publicó el diario de su hija en 1947, convirtiéndolo en uno de los testimonios más importantes del Holocausto.
Hoy, la Casa de Ana Frank es un museo que permite a los visitantes recorrer los mismos espacios donde la familia Frank vivió en secreto. La experiencia es profundamente impactante: el museo conserva “la habitación de atrás”, accesible a través de una puerta oculta detrás de una estantería. Las habitaciones están vacías, siguiendo la decisión de Otto Frank de no reconstruir el mobiliario, pero se pueden ver fotografías y objetos personales que ayudan a imaginar la vida en el escondite.
Libro con las historia e imágenes de la Casa de Atrás
El museo también exhibe el diario original de Ana, junto con documentos históricos y testimonios sobre la persecución nazi. La visita es un recorrido silencioso y respetuoso, donde cada rincón cuenta una historia de resistencia y esperanza. Además, el museo ofrece exposiciones sobre derechos humanos y la lucha contra la discriminación, manteniendo vivo el legado de Ana Frank.
Visitar la Casa de Ana Frank es una experiencia que deja huella. Es un recordatorio de la importancia de la memoria histórica y de la necesidad de luchar contra la intolerancia. No se puede hacer fotos en el interior por lo que compramos el libro-catálogo que vendían en la tienda con excelentes fotografías y toda la historia de la familia Frank.
Después de la visita, regresamos de nuevo a la plaza Dam, cruzando algunos de los grandes canales de la ciudad, el canal de los Señores o Herengracht, bautizado así en honor a los grandes promotores de la idea. Esté situado entre el Keizergracht y el Singel. El Singel era el canal que bordeaba el centro y donde estaban la mayoría de los negocios y oficinas de los grandes comerciantes.
En el Herengracht está la llamada Gouden Bocht, la Curva de Oro (muy cerca de la estación central). Durante el siglo XVII, esta zona se convirtió en el hogar de los ciudadanos más ricos de la ciudad, quienes construyeron mansiones impresionantes con fachadas clásicas, jardines barrocos y lujosos interiores. Hoy en día, muchos de estos edificios albergan oficinas de bancos, aseguradoras y editoriales, aunque todavía hay algunas residencias privadas.
Otro de los canales que cruzamos fue el Keisersgracht o Canal del Emperador. Fue el segundo en construirse y corre paralelo al Herengracht. Su nombre se debe al emperador Maximiliano de Austria. De los tres grandes canales es el más ancho, lo que permite una mayor entrada de luz que le da un toque más señorial.
En el número 123 podemos ver la casa de las Cabezas (Het Huis met de Hoofden), incluida en la lista de la UNESCO. Se llama así por las 6 cabezas que decoran su fachada y que, según una leyenda popular, corresponden a seis ladrones decapitados por una valiente cocinera. Otra versión las identifica con dioses de la mitología griega. La casa se construyó en 1622 y actualmente es la sede de la Biblioteca Filosófica Hermética que guarda la primera edición ilustrada de la Divina Comedia de Dante, entre sus 29.000 libros y manuscritos.
Sin duda la mejor manera de conocer todos estos rincones es a pie o en barco, por lo que será imprescindible realizar un crucero por estos canales para contemplar las hermosas fachadas desde al agua. Sin duda una experiencia única (incluido en la I Ámsterdam City Card).
Cenamos algo en un pub y regresamos en tranvia hasta nuestro hotel.