Por la mañana dejamos nuestro hotel en Sfax para recorrer la costa de Túnez. Visitamos el anfiteatro de El Jem y el pueblo de Monastir, con su Ribat (fortaleza) y el mausoleo de Habib Bourguiba, y finalmente llegamos a Sousse para pasar la tarde y recorrer su medina.
Nuestra primera visita del día fue el anfiteatro de El Jem (12 TND), declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979, es el cuarto del mundo en tamaño (después del de Roma, Capua y Pozzuoli). Fue construido sobre el 230 d.C por el emperador Gordiano y restaurado entre 1974 y 1980.
Al recorrer sus pasillos no cuesta nada imaginarse a los gladiadores luchando a muerte con las fieras, y a miles de espectadores jaleando el espectáculo (tiene una capacidad de 35000 personas!).
Se puede subir hasta el último piso y admirar las vistas, recorrer los pasillos por donde salían las fieras e incluso bajar a las mazmorras y las celdas de los leones!!.
Después de esta impresionante visita, seguimos nuestro camino hasta Monastir. Esta pequeña ciudad con playas de arena blanca, fue una de las poblaciones más importantes de Túnez. Su Ribat (monasterio fortificado) fue durante siglos uno de los más importantes de la red defensiva de la costa. Además, Monastir es la ciudad natal de Habib Burguiba, ex gobernante tunecino.
Nuestra primera visita será el Ribat (8 TND), construido en el año 796 por Harthema Ibn Ayun, general de Harun Al Rasid. Rodeado por su imponente muralla a orillas del mar, en su interior encontramos un patio rodeado de celdas, y sobre las murallas, una colección de losas sepulcrales de los siglos XI y XII.
En el ala sur y el primer piso se practicaba la oración. Se puede subir al Nador, la torre de vigilancia, desde donde se obtienen unas impresionantes vistas de la costa, del cementerio y del mausoleo, eso sí, hay que subir 87 escalones por una escalera de caracol.
En el interior del Ribat también se encuentra el Museo de Artes Islámicas que alberga manuscritos, tapices, monedas, cerámica y otros objetos interesantes. La pieza principal es un astrolabio árabe hecho en Córdoba en el año 927.
Hay que destacar, que en este edificio se rodaron numerosas películas, como la serie italiana Jesús de Nazaret, algunas secuencias de La vida de Brian, y En busca del Arca Perdida de Spilberg, entre otras.
También se puede visitar el Mausoleo de Habib Burguiba, un brillante edificio de mármol con una gran cúpula dorada donde yacen los restos del antiguo gobernante tunecino, fallecido en el año 2000. El edificio fue construido en 1963 y ampliado por el ex presidente en 1978. Tiene forma cuadrangular y está rodeado por una galería con columnas de mármol y flanqueada por dos alminares de 25 metros de altura.
En la parte derecha se encuentra la mezquita Sidi Bouzid, y una pequeña cúpula a la izquierda, marca el lugar de la sepultura de algunos familiares de Burguiba. También destaca la Tumba del Soldado Desconocido, un monumento octogonal que rinde homenaje a los tunecidos que lucharon por su patria. Pero lo que más destaca del complejo, es la lujosa tumba de Habib Burguiba, situada bajo la cúpula. Junto al sepulcro hay una exposición de objetos personales del ex presidente, como sus gafas, su carné de identidad, una pluma regalo de Ronald Reagan y algunos trajes.
Delante del Ribat y del complejo del Mausoleo, se encuentra la Gran Mezquita (no visitable) del S.IX y varios restos arqueológicos de antiguos Ribats más pequeños. A pocos pasos se encuentra la Medina, aunque poco queda de las antiguas calles árabes de Monastir, que ya fue demolida y reconstruida en un estilo demasiado moderno.
Nosotros no visitamos el Mausoleo. Hacía tanto calor que no se podía dar un paso y menos aún cruzar la enorme explanada que separa el Ribat del mausoleo. Hicimos algunas fotos del exterior y de la Gran Mezquita y seguimos hacia Sousse.
Sousse, capital del litoral, es la tercera ciudad más grande del país y uno de los destinos vacacionales más destacados. Fue uno de los puertos militares y comerciales más importantes del Mediterráneo durante el siglo IX, por lo que su centro histórico está constituido por edificios antiguos, murallas y fortificaciones de época medieval.
La ciudad antigua es de visita obligada. Declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1988, en ella destacan grandes monumentos como el Ribat y la Gran Mezquita.
Llegamos a Sousse y aparcamos junto a la muralla de la medina, ya que no se podía entrar en coche. Desde la muralla callejeamos hasta dar con nuestro hotel, en plena medina. Nos hospedamos en Dar Lekbira Boutique Hotel (imagen inferior), una bonita casa tradicional con su patio central y una decoración típica tunecina. Una vez instalados, salimos a comer. Teníamos algunos restaurantes recomendados. Probamos primero en el Restaurante du Peuple, y aunque tenía muy buena pinta, no había ni un solo plato de pescado disponible, y estando en la playa, era lo que más nos apetecía. Así que nos fuimos hacían el puerto y comimos en el Lido. La comida estuvo muy bien y el pescado de calidad, aunque quizá le faltaba un poquito más de higiene al local (el suelo, los manteles, etc).
Empezamos nuestra visita en la Plaza de los Mártires, al lado de la puerta de entrada de la Medina, Bab Al Bahr (Puerta del mar). Junto a la puerta, una brecha en la muralla, recuerda los bombardeos de sufrió la ciudad en 1943 durante la Segunda Guerra Mundial. En esta plaza encontramos la Gran Mezquita y el Ribat.
La Gran Mezquita se encuentra en el extremo de la medina, y no en el centro, como es habitual. Junto con el Ribat y las murallas, formaba parte del sistema defensivo de la ciudad, como refleja su arquitectura, más parecida a una fortaleza que a una mezquita. Se construyó en el año 851, durante la dinastía aglabí, como la Gran mezquita de Kairouan.
El amplio patio (al que no pudimos acceder), está rodeado de columnas sobre las que se encuentran los versículos del Corán. Una escalinata conduce hasta un reloj de sol octogonal. El alminar se construyó dos siglos después. Anteriormente, la llamada a la oración se hacía desde el cercano ribat.
El Ribat data de la misma época (821 d.C), y es una de las fortalezas monásticas mejor conservadas de Túnez. Se construyó en una época donde la amenaza de invasión cristiana desde Italia, era constante. Es posible que su torre se utilizase como torre vigía y como almena para pasar información. El ribat ofrecía cobijo a viajeros y mercaderes y en tiempos de peligro extremo, también acogía a la población local.
La estructura de planta cuadrada, está rodeada por una muralla de más de 13 metros de alto, con enormes bastiones en las esquinas. El patio interior está rodeado por hileras de celdas porticadas. En la primera planta sólo tres de los lados tienen celdas, en el cuarto lado hay un oratorio, que confirma el carácter religioso del edificio.
No muy lejos del ribat se encuentra la Zauia Zarak, un alminar de la época turca con forma octogonal, del S. SVII y con elementos andalusíes en su decoración.
En la esquina de nuestro alojamiento, empieza la calle d’Anglaterra, desde donde se accede a los zocos cubiertos. El Suq El Reba es el más vistoso, y en él se encuentran joyas, perfumes y recuerdos para los turistas. En esta calle está el museo Kalaout El Koubba, con una bonita cúpula del S.XI. En el interior, varias salas con maniquíes describen la vida tradicional del país (cerrado por la tarde).
Cerca del zoco El Reba se encuentra la cisterna de Sofra, construcción romana con un volumen de 3000 metros cúbicos, restaurada en el año 875, con la cual se facilitó el abastecimiento de agua a la ciudad.
Al Suq El Reba le sigue otro zoco, Suq El Caid, que desemboca en la puerta oeste de la medina (Bab El Garbi). Desde aquí se puede llegar hasta la Kasba, en la esquina suroeste de la medina (ojo con no atravesar una puerta de piedra, hacia el norte, que parece un biombo: da acceso a la zona de burdeles de la ciudad y es muy escabrosa!)
El punto más alto de la ciudad es la torre de la Kasba, de 30 m de altura, levantada en el año 859.
Algo más escondidas, en el centro de la medina, se encuentran las mezquitas de Sidi Al Ammar y Bou Fatata. La primera, cerca de la cisterna, destaca por su fachada, adornada con diferentes nichos. Un poco más al sur se encuentra Bou Fatata (838-841), una pequeña mezquita de tan sólo 8 metros de lado, situada en el extremo sur de la medina. En la fachada conserva inscripciones cúficas, las inscripciones sagradas más antigua de Túnez. Cuenta con un pequeño porche de entrada con 3 arcos, aunque no se puede acceder a su interior. Dar con estas mezquitas es un poco complicado, pero si os perdéis lo suficiente tal vez deis con ellas!.
Uno de los lugares que descubrimos y que no os podéis perder fue Dar Lella Khadija (entrada gatuita), una bonita casa tunecina donde se pueden ver las habitaciones, y en su patio central, tienen instalado un bar. Si pides unos tés, traen una bandeja con dulces típicos y almendras crudas para el té. El matrimonio que lo regenta es muy amable. Después del té nos acompañaron a ver la casa, y como les dimos una propina por las consumiciones, que nos costaron 12 TND, encima me regalaron un brazalete!!.
También visitamos otra casa-museo, junto a la muralla de la medina, Dar Essid (5 TND). El edificio pertenecía a una familia de aristócratas. El museo recorre la vida cotidiana de la ciudad a través de numerosas estancias con objetos personales. Hay habitaciones, salones de lectura, la cocina, la despensa o los baños. Una enorme escalera conecta con el piso superior, y en la azotea se pueden ver las vistas.
Después de pasar la tarde recorriendo la medina, y una vez más sin cenar, nos retiramos a descansar a nuestro hotel. Es el viaje que menos veces hemos cenado!, Será por el calor?