Este era nuestro último día, pero todavía quedaba mucho por ver!. Por la mañana dejamos Sousse y regresamos a la capital, pero sin parar en ella. Nos fuimos directamente a Sidi Bou Saïd y por la tarde visitamos las ruinas de Cartago antes de trasladarnos al aeropuerto para volver a casa.
Teníamos previsto parar antes en Hammamet pero decidimos que queríamos pasear con más calma por Sidi Bou Saïd. Hubiésemos perdido mucho tiempo y la verdad es que no nos sobró ni un minuto!
A pocos kilómetros de las ruinas de Cartago se alza el precioso pueblo de Sidi Boud Saïd, con sus calles adoquinadas y casas azules y blancas. La mejor manera de conocer este lugar es callejear sin rumbo en busca de puertas y rincones, tomando como referencia la avenida principal y la mezquita.
En la avenida principal se encuentra el Café de Nattes y el Sidi Chabaane, con sus terrazas colgadas sobre el puerto. Es IMPRESCINDIBLE tomarse un té de menta con piñones al menos en el primero de ellos. Detrás del café de Nattes se encuentra el morabito de Sidi Bou Said, con 4 cúpulas blancas y un pequeño minarete también blanco (los no musulmanes no pueden entrar). Un poco más adelante está el cementerio donde yacen los restos de un famoso sabio musulmán, Sidi Driff. Al norte del cementerio se encuentra el faro y las ruinas de un viejo ribat, de funciones defensivas.
Se puede visitar el Centro de Músicas árabes y mediterráneas, un pequeño museo de instrumentos musicales ubicado en la antigua mansión del Barón de Erlanger, multimillonario que se enamoró de este pueblo y decidió instalarse aquí. Gracias a él se decretó que todas las casas debían ser blancas y azules para no romper el encanto!! Más que su colección destaca su casa, con unos magníficos jardines y unas vistas insuperables.
En la calle principal también se encuentra Dar El Annabi (5 TND visita + té), mansión del S.XVIII, residencia de Mohammed El Annabi. Se trata de un suntuoso palacete donde se exponen algunos vestidos y antigüedades familiares. Vale la pena subir a la terraza, desde la que se observan unas magníficas vistas.
Comimos en Sidi Bou Said y nos deleitamos con un té de menta con piñones en el Cafe de Nattes, aunque de precio abusivo, 39 TND por 3 tés con dulces tunecinos!. Después de las visitas y de callejear un buen rato, nos acercamos las ruinas de Cartago, ya camino del aeropuerto.
Los restos arqueológicos de Cartago abarcan una gran superficie y no están muy bien conservados. La zona central del yacimiento es la más importante. En los puertos púnicos y los yacimientos menores, apenas quedan un par de filas de piedras. Existe una entrada combinada para todo el conjunto, por 12 TND y cierran a las 17h. Si vais con el tiempo justo, como nosotros, escoged bien lo que queréis visitar porque no os dará tiempo de todo.
Primero nos acercamos hasta la Basílica de San Cipriano. Se pueden ver unos pocos restos desde la carretera, aunque no se puede acceder al recinto.
Muy cerca de allí se encuentras las villas romanas. Todas las ruinas están señalizadas y se encuentra en una especia de urbanización de lujo. Basta con seguir las indicaciones para dar con ellas.
Las villas romanas son una gran explanada sin ningún cartel ni nada que indique que es cada cosa. Una pena para un lugar con tanta historia!. En el recinto se puede ver la villa de la pajarera, la villa romana mejor conservada de Cartago y un hermoso mosaico descubierto en las proximidades de un edificio con columnas.
Las Termas de Antonino es quizá la visita principal de Cartago. Localizadas al pie de la residencia del presidente de Túnez, se ha convertido en un jardín arqueológico salpicado de restos encontrados en las diferentes excavaciones de la ciudad.
Las termas se encuentran siguiendo la pendiente que lleva hasta el mar. Los baños se encontraban en el piso superior y contaban con el caldarium, el tepidarium y frigidarium, y en salas para hombres y mujeres. No demasiado lejos se encuentra una capilla cristiana del S.VII con algunos mosaicos interesantes. Un poco más arriba se puede ver la Basílica de Dolmés, de la época bizantina. En la parte más alta del jardín sobresale una necrópolis púnica con algunos panteones. Sólo la parte de las termas está bien conservada pero merece la pena dar un paseo por el recinto en medio del bosque.
Al otro lado de la carretera en encuentra el teatro romano, del S.II d.C. reconstruido casi en su totalidad, se utiliza para espectáculos culturales.
También destaca el museo arqueológico y la catedral de San Luis. Vale la pena subir hasta aquí aunque sea sólo por las vistas. El museo arqueológico parece que está todavía en construcción. Sólo se pueden ver unos pocos mosaicos y una enorme sala con fotos de diferentes proyectos que hay para el lugar.
En el exterior hay más restos arqueológicos y unas fantásticas vistas de la ciudad de Tunez, una buena manera de despedirse del viaje.
Después de esta visita rápida de Cartago, nos trasladamos al aeropuerto para devolver nuestro coche de alquiler y poner rumbo a casa. Nuestro vuelo salía a las 20:10h aunque tuvimos una hora de retraso con Tunir Air pero sin ningún contratiempo, llegamos a Barcelona.