Llegamos de noche a Aswan y salimos de madrugada (4 a.m) en autocar, en un convoy escoltado, camino de Abu Simbel. La duración del viaje fue de unas 3 horas aproximadamente. Durante el trayecto pudimos ver amanecer en el desierto. Visitamos los templos de Ramsés II y su esposa Nefertiti, y regresamos a Aswan a para continuar nuestras visitas. Nos dieron una comida tipo picnic y embarcamos en un paseo en faluca por la isla Elefantina. Visitamos del templo de Isis, en la isla de Philae. Hicimos una excursión a la Isla de los Nubios e incluso dimos un paseo en camello. ¡En Egipto los días eran muy largos!
Abu Simbel es un imponente complejo de dos templos tallados en la roca, dedicados a Ramsés II y su primera y favorita esposa, Nefertari. La construcción de estos templos, que tomó aproximadamente 20 años, tuvo lugar durante el reinado de Ramsés II (1279-1213 a.C.).
Durante siglos, los templos permanecieron enterrados bajo la arena hasta que fueron parcialmente descubiertos en 1813 por el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt. Posteriormente, en 1817, el italiano Giovanni Battista Belzoni desenterró el resto del complejo.
Para evitar que los templos quedaran sumergidos debido a la construcción de la presa de Asuán, fueron reubicados entre 1964 y 1968. Con la ayuda de ingenieros y financiamiento internacional, los templos fueron desmantelados y reconstruidos en un lugar 65 metros más alto, en un proyecto que tomó 4 años y costó 36 millones de dólares. En agradecimiento por la ayuda recibida, Egipto donó importantes tesoros y templos a varios países, incluyendo el Templo de Debod en Madrid.
El templo de Abu Simbel se inicia con un pórtico que conduce a un atrio y una terraza. En esta terraza se encuentra la impresionante fachada de 35 metros de anchura y 30 metros de altura, excavada en la roca. En ella se alzan los cuatro famosos colosos sedentes de Ramsés II, cada uno de aproximadamente 22 metros de altura. Estos colosos están acompañados por pequeñas figuras situadas entre sus piernas, que representan a sus parientes. El templo fue construido aprovechando las cavidades existentes, adaptándolas y ampliándolas para dedicarlas a divinidades locales. Excepto por una inscripción de Siptah, que alaba a los dioses y se encuentra en la pared norte de la entrada, todas las inscripciones del templo mencionan a Ramsés II.
La construcción del templo se planificó de tal manera que, dos veces al año, al amanecer, los rayos del sol penetran por la puerta, atraviesan la gran sala de ocho columnas, el vestíbulo y el santuario, y finalmente iluminan las cuatro estatuas del nicho en la parte posterior del templo.
Los colosos de la fachada representan a Ramsés II con el nemes, la doble corona de las Dos Tierras, la barba postiza, el collar y un pectoral con su nombre de coronación grabado. También llevan brazaletes decorados con cartuchos. Tres de los colosos están en muy buen estado, mientras que del cuarto solo permanece la parte inferior hasta la cintura; partes de la cabeza y el pecho están esparcidas por el suelo. A cada lado de los cuatro colosos se encuentran representaciones de los familiares directos del faraón.
En la base de los dos colosos centrales hay una representación de las divinidades del Nilo, simbolizando la unificación de las Dos Tierras. Encima de la entrada, un nicho alberga un grupo escultórico que representa criptográficamente el prenombre de Ramsés II, Usermaatra. El dios Ra, con cabeza de halcón, y la diosa Maat forman parte de este grupo, flanqueados por bajorrelieves de Ramsés II en adoración.
En la parte superior de la fachada, una hilera de estatuas de babuinos completa la decoración. A la izquierda de la fachada, tres estelas representan a Ramsés II en adoración a Amón, Harmajis y Horus, además de un texto que describe las circunstancias del matrimonio del faraón con una princesa hitita. Tras el coloso norte más extremo, una inscripción muestra al faraón ante Ra-Horajti.
En la parte derecha de la fachada se encuentra la capilla septentrional, dedicada al culto solar. Este pequeño recinto a cielo abierto contiene dos pedestales que en su día sostenían imágenes de dioses, ahora exhibidas en el Museo Egipcio de El Cairo, y una representación de la barca solar con un sacrificio a Ra-Horajti.
En el lado sur del templo se encuentra la capilla meridional, excavada en la roca y dedicada a Thot. Esta pequeña capilla mide 4.40 x 7.17 metros y tiene una altura de 3.92 metros.
Dentro del templo, la gran sala hipóstila de 18 metros de longitud y 16 metros de anchura tiene un techo sostenido por ocho pilares osiríacos, con colosos de Ramsés II representando a Osiris. Los colosos a la izquierda llevan la corona del Alto Egipto, mientras que los de la derecha llevan la corona Pschent. Cada coloso mide aproximadamente 10 metros de altura. El techo de la sala está decorado con pinturas de la diosa Nejbet con las alas desplegadas, y textos reales. Las paredes están decoradas con escenas de inmolación de prisioneros, batallas en Siria, Libia y Nubia, ofrendas, y la presentación de prisioneros a Ra-Harmajis y a Ramsés II divinizado.
A la derecha de la sala hay cuatro cámaras laterales con techos estrellados y diferentes grabados. Dos de ellas son accesibles desde la sala hipóstila y las otras dos a través de un pasaje. A la izquierda, una cámara lleva a otras dos salas usadas como habitaciones auxiliares del templo.
La segunda sala hipóstila tiene cuatro pilares cuadrados decorados con escenas del rey abrazado por diferentes divinidades. Esta sala, de 11 metros de longitud y 7.70 metros de anchura, conduce a la sala de ofrendas, decorada con escenas de ofrendas y adoración. Desde aquí se accede al santuario, donde se encuentran cuatro estatuas talladas en la roca que representan a Ptah, Amón-Ra, Ramsés II divinizado y Ra-Horajti.
Construido en la misma época que el Gran Templo, el Templo de Hathor, también conocido como el Pequeño Templo, está dedicado a la diosa Hathor y a la reina Nefertari. La fachada está compuesta por seis colosos de pie, de aproximadamente 10 metros de altura, tallados en la roca en hornacinas rectangulares. Los colosos, dispuestos en dos grupos de tres a cada lado de la puerta de entrada, representan a Ramsés II y a la reina Nefertari, con esculturas más pequeñas de príncipes y princesas entre sus piernas.
De izquierda a derecha, los colosos son:
- Ramsés II con la corona del Alto Egipto y barba postiza.
- Nefertari con los atributos de la diosa Hathor.
- Ramsés II con la corona blanca del Alto Egipto y barba postiza.
- Ramsés II con la doble corona y barba postiza.
- Nefertari con los atributos de la diosa Hathor.
- Ramsés II con el nemes, la corona atef y barba postiza.
La puerta de acceso al templo está decorada con cartuchos con el nombre del faraón y escenas de ofrendas a Hathor e Isis. El templo es una versión reducida del Gran Templo, con una sala hipóstila de columnas hatóricas, un vestíbulo con habitaciones laterales y un santuario. El nicho en la parte posterior alberga una estatua de la diosa Hathor.
La sala hipóstila, de 11 x 10.8 metros, está sostenida por seis pilastras hatóricas. Encima de las pilastras se encuentran relatos del rey o la reina, separados por fórmulas de adoración a seis diosas: Mut, Isis, Satis, Hathor, Anukis y Urethekau. La decoración incluye escenas de ofrendas de Ramsés II a Amón-Ra y de la reina a Anubis y Hathor.
Tras la sala hipóstila, el vestíbulo da acceso al santuario, donde una representación de Hathor emerge de la roca entre dos pilares osiríacos, rodeada de las habituales escenas de ofrendas. A cada lado del vestíbulo hay dos salas sin decoración, posiblemente usadas como almacén para objetos de ceremonias religiosas.
Por la tarde dimos un paseo en faluca alrededor de la isla Elefantina. La faluca o falúa es un barco de vela pequeño (por lo general, pueden llevar una docena de pasajeros, más un par de personas como tripulación), que puede tener una o dos velas casi triangulares, y uno o dos mástiles ligeramente inclinados hacia la proa. La palabra faluca procede del árabe y significa pequeño barco. Su uso se generalizó en muchas regiones del Cercano Oriente y África del Norte; por su naturaleza son especialmente adecuadas para la navegación de cabotaje (cerca de la costa) o ríos del interior y, de hecho, se han utilizado profusamente en el mar Rojo y el río Nilo. Actualmente han quedado obsoletas y, con fines comerciales, suelen ser sustituidas por las más modernas lanchas de motor, pero aún se siguen utilizando en algunas circunstancias, para llevar mercancías de un lado a otro, y también personas. Se pueden ver a lo largo de Nilo cargadas con todo tipo de cosas, piedras o arena para la construcción, caña de azúcar, etc.
Rodeamos la isla Elefantina y pudimos ver el Nilómetro, con 7000 años de antigüedad, sin duda el más importante de Egipto.
Casi todos los aspectos de la vida en el Antiguo Egipto dependían del río Nilo. Si su nivel de agua era demasiado alto, había inundaciones. Si era demasiado bajo, había sequía. En ambos casos se producía un desastre. Por suerte inventaron el Nilómetro, mediante el cual se podía leer y predecir el nivel del agua y, por lo tanto, el destino del país.
La persona que pudiera leer el Nilómetro conocía el tesoro más sagrado de Egipto. Predecir la lluvia influía incluso en el cálculo de los impuestos que se imponían a los agricultores locales. Por ello no es de sorprender que este invento de "alta tecnología" se guardara en los templos y sólo los sacerdotes y los gobernantes tuvieran acceso a él.
En la Isla Elefantina de Asuán existen dos Nilómetros, uno en el templo de Khnum y otro en el templo de Satet, el primero con forma de pila cuadrada y el otro con una arquitectura más típica: una escalera que baja hasta el río y que tiene agujeros de medición en las paredes. La isla también alberga un museo y dos templos, el de Khnum y el de Heqa-ib.
Desde el Nilo también se puede ver la Isla de los Árboles (Kitchener), el monasterio de San Simeón (S.VII) y el mausoleo de Aga khan, un imán enamorado de Asuán que fue enterrado en esta construcción de caliza, inspirada en las tumbas fatimíes de El Cairo. En el interior alberga un santuario de mármol y el sarcófago.
También visitamos el Templo de Isis, originalmente en la isla de Philae, pero trasladado a la isla de Agilkia debido a las fluctuaciones diarias del nivel del río en Philae. Esta pequeña isla, que recrea el perfil topográfico de Philae, se encuentra a 500 metros de distancia y muy por encima del nivel del Nilo. La obra de traslado, realizada por la UNESCO, duró 8 años (1972-1980).
Las primeras edificaciones del templo datan de la XXV dinastía, con el faraón nubio Taharka alrededor del 690 a.C., y continuaron hasta el año 117 d.C. Entre los reyes que participaron en su construcción se encuentran Taharka, Nectanebo I, Ptolomeo I, II, III, IV, VI, VIII, XIII, Tiberio, Augusto y Trajano, entre otros.
El gran Templo de Philae está dedicado a Isis, posiblemente la divinidad femenina más universal y amada a lo largo de la historia egipcia. Para los antiguos egipcios, la diosa Isis representaba la mujer, la vida y la magia. Para los sacerdotes iniciados que se consagraban a su culto, Isis era la diosa de la Sabiduría que atesoraba los arcanos Misterios de la Naturaleza.
Entrando por la parte occidental del templo, la primera edificación que encontramos es el Pabellón de Nectanebo I. Construido durante la dinastía XXX, es el edificio más antiguo que se conserva en pie. Sus estilizadas columnas papiriformes, rematadas con ábacos de la diosa Hathor, establecen el modelo arquitectónico repetido en los templos dedicados a esta diosa.
Frente al pórtico oeste y a nuestra derecha, mirando desde el pabellón de Nectanebo hacia la fachada del templo, se extiende el pórtico este, construido por el emperador Augusto. Compuesto por dieciséis columnas cuyos capiteles quedaron inacabados, a lo largo de esta columnata encontramos tres pequeños santuarios. El primero es un templete dedicado a Aresnufis, un dios de origen nubio que forma una tríada junto con Isis-Hathor como esposa y Harpócrates como hijo. Esta tríada divina fue concebida por los teólogos egipcios para sincretizar las tradiciones religiosas egipcias con las de los territorios nubios al sur de la primera catarata.
El patio solar o "dromos", por el que se accede al templo propiamente dicho, es un magnífico receptáculo de luz amplio y luminoso, que servía como vía procesional y patio de acogida para los peregrinos que acudían al santuario de la diosa. Este patio está flanqueado por dos esbeltas columnatas asimétricas, que se abren en ángulo hacia la fachada principal del templo.
El primer pilono, o fachada principal del templo, tiene 45,5 metros de ancho y 18 metros de alto. Fue construido por el rey Nectanebo I y está decorado en bajorrelieve con la imagen arquetípica del faraón triunfando sobre los enemigos de Egipto, junto con diversas escenas del rey realizando ofrendas a los dioses. Custodiando la puerta de entrada se yerguen dos leones de arte nubio que todavía permanecen en su lugar original. Sin embargo, los dos obeliscos con los cartuchos grabados de Ptolomeo y Cleopatra que se alzaban en este lugar se encuentran hoy en Inglaterra, y fueron precisamente los que sirvieron a Jean-François Champollion para descifrar la escritura jeroglífica (Piedra de Rosetta).
Cruzando el primer pilono, llegamos a un gran patio cerrado al oeste por el Mammisi o "casa del nacimiento". En estas estancias se celebraban los ritos de regeneración del poder real, representados en los relieves de sus muros, destacando la imagen de la diosa Isis-Hathor amamantando al faraón-niño, legitimando así de forma simbólica el origen divino del rey.
El conjunto arquitectónico del Mammisi consta de un pequeño patio porticado y tres cámaras sucesivas. Las dos primeras funcionan como pronaos, y la última es una hermosa capilla o sancta-sanctorum, el lugar más sagrado y recóndito del templo, donde aún se conserva el altar de granito en el que reposaba la barca sagrada o capilla portátil de la diosa. En determinados días del año, esta barca era llevada en solemne procesión hasta la isla santa de Bigaeh, donde tenía lugar la hierogamia o unión sagrada de Isis con su amado esposo Osiris.
A través de la puerta del segundo pilono, accedemos a una reducida pero hermosa sala hipóstila, iluminada por una claraboya central. Esta sala cuenta con diez columnas que imitan los tallos de lotos y papiros, simbolizando el desarrollo de la vida en su estado germinal.
Desde la sala hipóstila, accedemos a la Naos, que se compone de doce bellas estancias, además de una pequeña cripta y una escalera que conduce a la azotea del templo. En estas salas se conservan las decoraciones más antiguas de Philae, realizadas en tiempos del rey Ptolomeo II.
Saliendo de la Naos por la puerta oeste de la sala hipóstila y girando a la derecha, encontramos varias edificaciones paralelas a la orilla del Nilo, como el "Pabellón de Adriano" y el "Templo de Harendotes".
Después de esta visita seguimos con la aventura y nos apuntamos a una excursión opcional a la Isla de los Nubios. Recordad que llevábamos desde las 3 a.m. despiertos y allá que íbamos de nuevo, sin perder ni un momento.
Con otro barco pequeño, navegamos hasta nuestra siguiente aventura. De camino se nos acercaron de nuevo niños para cantarnos una canción a cambio de comida o algún regalo.
En un pequeño barco surcando el Nilo, llegamos a la Isla de los Nubios donde unos simpáticos camellos nos estaban esperando.
Empezamos con un paseo en estos amigables animales, a través de dunas y paisajes que parecían sacados de una película de aventuras. Mientras nos balanceábamos sobre nuestros amigos, pudimos disfrutar de vistas espectaculares del Nilo.
Al llegar al pintoresco pueblo nubio, nos sorprendió la colorida arquitectura. Los nubios, con su calidez y hospitalidad, nos recibieron con una sonrisa. Aquí, cada esquina era un taller de artesanía; artesanos hábiles trabajaban en intrincadas joyas, coloridos tejidos y arte en cerámica. No podías irte sin llevarte un recuerdo hecho a mano.
Después de explorar la aldea, era hora de relajarse con una buena taza de té. Mientras saboreábamos cada sorbo, los lugareños nos contaban historias fascinantes y leyendas antiguas.
Para ponerle el broche final a este día increíble, ¿por qué no dejarse pintar las manos con henna? Las hábiles manos de las artistas te decoraban con bellos y elaborados diseños que contarían su propia historia durante las semanas siguientes. Era el toque perfecto para recordar este mágico viaje cada vez que mirábamos nuestras manos.
Y así, con las manos adornadas y el corazón lleno, habíamos vivido un día inolvidable en la isla de los Nubios. ¡Nuestro último día tocaba a su fin!
Regresamos a bordo de nuestro barco y tras un breve descanso, salimos de nuevo a dar un paseo en calesa por el zoco de Asuán.
El zoco de Asuán es un colorido bazar donde pueden encontrarse productos africanos y egipcios. Conocido como Sharia as-Souq, está situado a cuatro calles del Nilo y se extiende en paralelo al río abarcando siete calles. Aquí pueden encontrarse una gran cantidad de productos egipcios y africanos. Los comerciantes venden gran variedad de cosas, como perfumes, frutos secos, polvo de henna, flores secas de hibisco, especias, camisetas y souvenirs personalizados al estilo del Antiguo Egipto.
También tuvimos tiempo libre para pasear por nuestra cuenta por el zoco y realizar las últimas compras. ¡Ahora sí! Regresamos a bordo para cenar y tras un rato de música y fiesta final, nos despedimos de nuestros compañeros de viaje y nuestro ya amigo Ahmed, el fantástico guía que nos acompañó en esta fantástica aventura.