A primera hora de la mañana Vinieron a recogernos al hotel, de nuevo nuestros amigos de Puno Tours, y nos llevaron a la terminal de autobuses. Tomamos un bus turístico para realizar la Ruta del Sol, que nos llevó de Puno a Cuzco a través de paisajes increíbles. El autobús parte a las 7:30h y llega a Cuzco sobre las 17h, unas 8 horas de recorrido con 5 paradas. Se nos entregó una bolsa con tentempiés y agua, y acompañados de un guía local empezamos nuestra ruta (55$ por persona).
Las paradas que realizamos fueron las siguientes: Pukara, donde visitamos el museo lítico; La Raya, vista panorámica y reserva de llamas y alpacas; Sicuani, donde comimos en un restaurante local; Racqui, para visitar el Templo de Wiracocha; y Huaro, donde visitamos la iglesia de San Juan Bautista. La parada habitual de esta ruta era Andahuaylillas, para conocer la “Capilla Sixtina” de Perú, pero debido a los recientes temblores de tierra, la iglesia se encontraba cerrada por peligro de derrumbe. Finalmente, llegamos a Cuzco y nos trasladamos a nuestro hotel, el Amaru Inca, donde pasamos nuestra última semana de viaje.
La primera parada de la Ruta del Sol fue Pukara (a 1h30 min de Puno), epicentro de la cultura homónima. Visitamos el museo lítico centrado en esta cultura, y en las que posteriormente ocuparon este lugar, como los collas y los incas. El museo alberga estelas de granito, monolitos, y figuras zoomorfas y antropomorfas correspondientes a la cultura Pukara entre los años 100 a.C y 300 a.C.
Destacan especialmente la Estela de la lluvia o el Rayo, de 2 metros de altura. También el monolito llamado El Degollador o cortador de cabezas, de expresión cruel, que representa un hombre sentado con la mano derecha extendida, apoyada sobre la rodilla y sosteniendo una cabeza humana, la espalda tatuada con rostros humanos, en la mano izquierda un arma, y en la cabeza un gorro con 3 cabezas de puma.
Estas esculturas adornaban la fachada de la Pirámide de Pucará, así como los recintos ceremoniales. Otras esculturas tienen formas de animales o personajes antropomorfos (¡sin nadie que se coma a nadie!). También podemos ver cerámicas, mapas y fotografías, y una zona con túmulos funerarios y alguna momia de antiguos enterramientos.
Pasamos unos 40 minutos allá, 20 minutos para visitar el museo con el guía del autobús, y otros 20 minutos para tomar algo en la cafetería. También había una tienda de recuerdo. Las entradas a este museo no estaban incluidas y costaban S/15.
Otro símbolo a destacar en esta región, son los toritos de Pukara, que pudimos ver en los dejados de las casas, generalmente en parejas.
La historia de estos coloridos toritos se remonta a la llegada de los españoles a América, cuando los toros comenzaron a formar parte de las fiestas tradicionales de la zona. En estas festividades, estos animales eran decorados con muchos colores, para luego colocarles picante en su nariz, lo cual les causaba irritación y los llevaba a ponerse como locos, razón por la cual son representados por los artesanos con la lengua hacia fuera.
Hoy en día, es común encontrar esta artesanía en algunas viviendas del Perú, ya sea como adorno en algún ambiente de la casa o sobre el techo de la misma. Muchos lo tienen por sus vistosos colores y otros por el profundo significado ancestral que guarda en cada uno de sus trazos y formas (fecundación, matrimonio, prosperidad…).
Dentro de todos los significados que alberga el Torito, hay uno que guarda especial importancia, y es el de la dualidad andina. Al colocar a dos toritos juntos, se representa la fusión de energías positivas y negativas, para así llegar al equilibrio. Es por esta razón, que es normal encontrarlos por pares en los tejados de las viviendas, como símbolo de protección y felicidad para las familias.
La siguiente parada fue el Paso de la Raya (a 1h de Pucará), el límite entre las provincias de Puno y Cuzco y el punto más alto de la Ruta del Sol, a 4335 metros sobre el nivel del mar. Estuvimos unos 10 minutos aquí, para estirar las piernas, ver los puestos de artesanía, las vistas del Nevado de Chimboya (5489m), y alguna que otra llama.
La tercera parada del bus entre Puno y Cuzco la realizamos en un restaurante de Sicuani, La Pascana del Mer. Paramos en un bellísimo entorno, con cascadas y prados y con las montañas andinas como telón de fondo. La comida era tipo buffet, muy variado y todo exquisito. Las bebidas calientes estaban incluidas (tés y café), y durante la comida hubo una actuación de música andina.
Después de comer tuvimos algo de tiempo para hacer fotos en la cascada y relajarnos en un balancín, rodeados de este bonito entorno.
Seguimos nuestra ruta en bus turístico y en una media hora llegamos al Complejo Arqueológico de Raqchi (visita 50 minutos, S/20).
Raqchi no fue sólo un importante centro ceremonial del Imperio Inca, si no que fue también una gran ciudad donde llegaron a convivir unas 100.000 personas, hasta que llegaron los españoles y lo quemaron casi todo.
El recinto está dividido en varios sectores: el Templo de Wiracocha, el Mayor Templo Inca, los almacenes, la estatua, los recintos y las fuentes de agua.
Su construcción más destacada es el Templo de Wiracocha, que parece un extraño acueducto, pero formó parte de uno de los mayores santuarios del Imperio Inca durante los periodos de gobierno de los incas Viracocha, Pachacutec y Túpac Yupanqui en el siglo XV.
Está ubicado sobre una explanada y presenta dos naves con ventanas y puertas construidas sobre una base de piedra. La estructura, que sobrevivió a la destrucción causada por la invasión de los españoles, contaba con un techo sostenido por 22 columnas de hasta 25 metros de altura.
La grandeza de esta construcción le valió el nombre de Templo de Wiracocha, en referencia al dios Wiracocha, muy anterior a los incas, cuya adoración empezó desde la cultura Caral (3000 a.C. – 1800 a.C.), más de 4 mil años antes de la aparición de los incas.
La mayoría de culturas atribuyen a Wiracocha la creación del mundo, del sol, la luna, las estrellas y todo el universo. Para los incas también fue el dios creador, aunque tenía mucha más importancia el dios sol o inti.
Otras construcciones del recinto arqueológico de Raqchi son el Mayor Templo Inca, similar al Templo de Wiracocha. Sus muros tenían dimensiones parecidas al templo principal. De las once columnas cilíndricas que sostenían el techo, solo sobrevive una. De los muros sólo son visibles los cimientos excavados.
Los almacenes o colcas fueron depósitos de productos alimenticios como maíz, quinua, papa, chuño y carne seca de alpaca, traídas desde las mesetas del Collao. Existen 156 y tenían forma circular con 8 m de diámetro y 4m de altura, dispuestos en líneas paralelas a lo largo del eje del templo principal. Uno de ellos está reconstruido y se puede entrar en él.
También destacan los recintos, un total de 22 construcciones cuyos muros presentan abundantes hornacinas. Estas edificaciones fueron viviendas o cuarteles dedicados a los habitantes de Raqchi y estaban ubicados paralelamente en una explanada.
Las fuentes de agua, una explanada ubicada al este del templo principal y de cuyos muros brota agua de manantial. La fuente mejor trabajada se denomina ‘Baños del Inca’.
Además, el sitio arqueológico de Raqchi fue parte de los Qhapac Ñan, la red de senderos que construyeron los incas a lo largo de su imperio. Debido a que Raqchi fue una especie de ‘Chaskiwasi’ (Casa de los mensajeros), gozó de gran importancia durante el incanato.
Salimos del recinto por este camino inca y tuvimos tiempo de dar un paseo por la comunidad, con muchos puestos de artesanía, donde aprovechamos para hacer alguna compra.
Bueno, esto ya se va poniendo interesante, no? Nos estábamos acercando al ¡¡¡“Ombligo del Mundo”!!!
Después de visitar Raqchi, seguimos la Ruta del Sol entre Puno y Cuzco, y nuestra siguiente parada fue Huaro, donde visitamos la Iglesia de San Juan Bautista (S/15).
Esta pequeña iglesia, situada en la Plaza de Armas de Huaro, está ricamente decorada con frescos. Se puede subir al órgano.
Ahora sí, después de todas estas visitas y tras otra hora más de viaje, llegamos a Cuzco, el Ombligo del Mundo, la capital del imperio Inca y una de las capitales arqueológicas más importantes del mundo, la ciudad habitada ininterrumpidamente más antigua de América, y además, la puerta de entrada al Santuario de Machu Picchu, una de las 7 Maravillas del Mundo. ¿Me dejo algo?
Nos trasladamos en un taxi (proporcionado por la misma estación de autobuses), desde la estación a nuestro hotel, el Amaru Inca, ubicado en el Barrio de San Blas, una de las zonas con más encanto de Cuzco.
Una vez instalamos salimos a pasear por la Plaza de Armas. Estaban de fiestas y había muchísima gente y ambiente. Cenamos una pizza en El Molino, junto a la plaza y nos fuimos a descansar, que había sido un día muy largo.