¿Qué? ¿Listos para empezar un nuevo día?. Después de haber visitado nuestra 5ª Maravilla del Mundo, nos quedaba conocer un poco más Cuzco y el Valle Sagrado. Hoy pasamos la mañana en Cuzco, recorriendo por libre sus iglesias y museos. Después de comer hicimos una salida en grupo para visitar el Templo del Sol o Qorinkancha y los 4 complejos arqueológicos de los alrededores: Sacsayhuaman, Pukapukara, Q´enqo, Tambo Machay.
Después de desayunar y bajando del hotel en dirección a la Plaza de Armas, pasamos (una vez más) por la calle Hatun Rumiyoc, donde se encuentra la Piedra de los 12 ángulos. Esta roca de diorita verde, muy usada en las construcciones incas importantes, formaba parte de uno de los muros del palacio de Inca Roca (1350 – 1380). La piedra tiene un peso aproximado de 6 toneladas. En sus bordes no es posible introducir ni una aguja, pues sus doce ángulos encajan perfectamente con las piedras que la rodean.
En los siguientes años, el palacio fue residencia de los descendientes del inca hasta que los españoles invadieron y saquearon el palacio en el siglo XVI.
Sobre los cimientos de la piedra de los 12 ángulos, los españoles edificaron la Casa de los Marqueses de San Juan de Buena Vista y Palacio de los marqueses de Rocafuerte. Este edificio colonial luego sería donado a la iglesia para convertirse en el Palacio Arzobispal y en el Museo de Arte Religioso de la ciudad, con una importante colección y algunos techos impresionantes (visita no incluida en el boleto turístico).
A pesar de que en el mismo muro existen piedras que poseen más ángulos, éstas no poseen la perfección de la piedra de los 12 ángulos. Las investigaciones señalan que si se retira, se vendría abajo toda la construcción. Debido a que forma parte del Centro Histórico del Cusco, es considerado ‘Patrimonio cultural de la nación’. No se puede tocar para evitar su deterioro. Está custodiada durante el día por un guardián vestido de inca (de 7h a 19h) y vigilada por cámaras de seguridad las 24h. Quien la toque tiene asegurada la multa.
La calle Hatunrumiyoc se convierte en la calle Triunfo y acaba en la Plaza de Armas. En tiempos incas, esta plaza, llamada Huacaypata (lugar de llanto) era el corazón de la capital del imperio inca. En la actualidad es probablemente la plaza más bonita de Sudamérica. Ligeramente inclinada, rodeada de edificios coloniales de dos plantas y con largos soportales que protegen del sol y de la lluvia, tiene en el centro un animado parque, y en los laterales la catedral y la Iglesia de la Compañía. Los edificios que la rodean, comercios y locales, tienen bonitos balcones desde los que se puede disfrutar del ambiente y las vistas.
Nuestra primera visita fue el Museo Inka (no incluido en el boleto turístico). El Museo Inka tiene una gran importancia histórica porque es aquí donde vivió el inca Huáscar, emperador del Tahuantinsuyo. También es conocido como la Casa del Almirante porque fue construida en el siglo XVII por el almirante Alderete Maldonado. Esta estructura se conserva hasta el día de hoy pese a que en 1950 fue dañada por un terremoto en el que se perdieron piezas originales y un importante número de artesonados.
Los tesoros que este museo custodia datan de la época pre-inca hasta el siglo XX. En el patio, las tejedoras del altiplano andino exhiben (y venden) sus trabajos artesanos. Las salas de abajo ofrecen documentación y hallazgos arqueológicos las culturas Paracas (Pisco) y esculturas en piedra de la cultura Pucará (Titicaca). El segundo piso está dedicado a la cultura inca.
La colección reúne piezas importantes tales como tejidos, una colección de keros o vasos incas (la más grande del mundo), objetos en oro y plata, armas de guerra y restos humanos momificados. La exposición destaca además la importancia del medio ambiente, las técnicas de subsistencia, las actividades y hasta la recreación de una tumba inca o también llamada Mallki Wasi.
Momias, recreaciones de tumbas, vendedoras andinas…¡¡¡una visita de los más interesante!!!.
Desde el Museo Inka parte la Cuesta del Almirante, llamada así por la casa que acabamos de visitar, hasta llegar a la Plaza de las Nazarenas, situada en el antiguo barrio inca de Amaru Casta. Esta plaza se encuentra rodeada por bellas construcciones coloniales donde destaca la iglesia de San Antonio Abad, un hotel edificado en la antigua sede de la Universidad Nacional del Cuzco y la iglesia de Las Nazarenas. Se cree que en este sitio funcionaba un ‘Yachaywasi’ o ‘Casa del saber’ de los incas. Actualmente, la plaza está rodeada de comercios artesanales y restaurantes.
Desde la Plaza de las Nazarenas parte la calle de las Siete Culebras. Es una de las calles más hermosas del Cusco y su nombre, desde la época de los incas, hace referencia a estos pequeños animales. Se encuentra en la Plazoleta Nazarenas. Los muros incas de piedra llevan 7 pares de culebras talladas.
Regresamos a la Plaza de Armas para visitar la Catedral (S/25). Cogimos una guía privada por S/40 para los tres.
Construida sobre el palacio de Viracocha Inca con bloques de piedra sacados del cercano yacimiento de Sacsayhuamán, la catedral de Cuzco se inició en 1560 y tardó casi un siglo en acabarse. Su interior está dividido en tres templos: la iglesia de El Triunfo (1536), la más antigua, el templo de la Sagrada Familia (1723) y la Basílica Catedral del Cusco (1560).
Su interior acoge muchos tesoros de interés. Debajo del altar mayor se encuentra una pequeña cripta que contiene las cenizas de muchos arzobispos cusqueños fallecidos. Cabe resaltar que en la iglesia de El Triunfo se exhibe la cripta donde descansan los restos del cronista Inca Garcilaso de la Vega (autor de ‘Los comentarios reales de los incas’). La cripta posee una porción de las cenizas del escritor cusqueño. La otra mitad está en España.
En una pequeña capilla lateral se encuentra la Sala de la Plata, que contiene una variada colección de objetos religiosos hechos de piedras preciosas, oro y, sobre todo, plata. Entre estos objetos se encuentra un féretro de plata utilizado para llevar la estatua del ‘Señor de los temblores’. Otro elemento es un gran enrejado que se utiliza durante la famosa celebración del ‘Corpus Christi’ que pesa hasta 160 kilos.
Los muros de la Catedral están repletos de lienzos procedentes de la famosa escuela cusqueña de pintura, la cual se originó durante la época colonial. Destaca ‘La última cena’, obra hecha por el maestro cusqueño Marcos Zapata. Mide 5 x 4 metros. El cuadro reemplaza algunas características de la obra original, por las costumbres y creencias andinas, tales como la vizcacha. Este roedor andino era considerado el guardián de los lagos y las montañas.
La sillería del coro es otro de los atractivos más famosos de la Catedral. Se ubica en la parte inferior de la nave central. Está hecha de cedro al estilo empleado en España entre los siglos XV y XVII.
También hay que destacar la estatua de un Cristo moreno crucificado, El Señor de los Temblores, emblema de la Catedral y de la cristiandad en el Perú. Una antigua leyenda cuenta que cuando la estatua era trasladada de Europa a Perú, una feroz tormenta amenazó la vida de las personas que se encontraban a bordo del barco. La desesperación ante una inminente muerte hizo que la tripulación pusiera la estatua de pie. Al instante, la tormenta terminó. Otra leyenda cuenta que, luego del devastador terremoto de 1650, la estatua hizo que cesaran las réplicas. Por todo ello, se volvió la principal figura religiosa de la ciudad del Cusco. Cada lunes santo se saca en procesión.
La sacristía es otra de las salas más destacadas de la Catedral. Se encuentra al lado derecho del altar principal. Sus paredes están dominadas por los retratos de todos los obispos del Cusco, desde Vicente de Valverde (1499 – 1541), el fraile que acompañó a Pizarro en la conquista, hasta los obispos más recientes. Entre los demás tesoros de esta sala, destaca el ‘Cristo de la agonía’, un enorme retablo de cedro tallado, la cual destaca por su realismo, expresividad y fino trabajo (no se puede hacer fotos en el interior).
En la misma plaza de Armas, visitamos también la Iglesia de la Compañía. Esta iglesia se asienta sobre el palacio del inca de Huayna Capac (templo inca conocido como el Amarucancha). Erigida por los jesuitas en 1971, fue reconstruida tras el terremoto de 1650. La orden pretendía que fuera la iglesia más suntuosa de Cuzco, pero el arzobispo de la ciudad les hizo notar que no podía hacer sombra a la catedral. La disputa llegó hasta el Papa Pablo II, quien tuvo que interceder, pero su resolución llegó tarde, y la iglesia ya estaba casi acabada, con su increíble fachada barroca y el mayor altar de Perú.
Su interior posee una sola nave donde resalta al fondo el imponente altar mayor tallado híbrido en cedro y completamente dorado. Mide 21 metros de altura por 12 de ancho y en la parte central del altar se halla la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción. La nave principal ostenta además un transepto que comunica con las dos capillas laterales, seis altares con diversos estilos y un púlpito totalmente dorado; hacia los costados del altar mayor se hallan otros 4 altares de cedro, tres de ellos dorados y bastante ostentosos.
Se puede subir hasta el órgano y asomarse a la terraza con vistas a la plaza de armas, por la que seguían desfilando grupos de danzas tradicionales (todo el mes de junio, a diario).
Desde la iglesia de la Compañía parte la Calle Loreto. En la época de los incas, esta calle formó parte del palacio de Huayna Cápac, conocido como el ‘Amaru Cancha’ (lugar de la serpiente). Así mismo, la calle colindaba con el ‘Acllahuasi’ (casa de las escogidas), lugar donde se enclaustraban princesas incas que le rendían culto al sol (ahora el Convento de Santa Catalina).
Su nombre se debe a que muy cerca se edificó la capilla de Nuestra Señora de Loreto (que ahora pertenece a la iglesia de la Compañía de Jesús). Esta estrecha calle adoquinada se ubica entre 2 muros incas a ambos lados. Pasear por este callejón, nos transportará a otra época. Los edificios de arquitectura colonial, sus patios escondidos y su suelo empedrado, tienen un encanto especial. Es habitual encontrar muestras de arte y música callejera.
Como ya era muy tarde y teníamos que salir a la 13:40h para realizar el City tour que teníamos reservado, ya no dio tiempo de visitar nada más por libre.
No pudimos visitar la Iglesia y Monasterio de Santa Catalina, una de las tres comunidades más antiguas de monjas de clausura fundadas en Cusco en el periodo colonial. Antes de instalarse en Cusco, esta congregación fue fundada en la ciudad de Arequipa. Tras los diferentes acontecimientos de desastres naturales, como la erupción del volcán Huaynaputina y el terremoto en 1604, las 25 monjas profesas y dos niñas viajaron, el primer día del año 1605, hacia el Cusco. Se narra que para no ser vistas por ojos profanos se tapaban los rostros con velos al encontrarse con extraños. Al llegar al Cusco, se les otorgó un terreno importante para el Tawantinsuyo, el recinto Acllahuasi o de las Mujeres escogidas.
Antes de la conquista española, en este recinto vivían mujeres escogidas por su belleza o alta alcurnia. Estas mujeres permanecían sin contacto con el mundo exterior hasta llegar a adultas. Tenían prohibido todo tipo de comunicación con los hombres, solo eran cuidadas por ancianos, eunucos y las mamacunas, acllas veteranas expertas en tareas domésticas y ceremoniales. Algunas de ellas dejaban este recinto para convertirse en esposas o concubinas del Inca o de altos dignatarios del Tawantinsuyo. Otras pasaban a ser servidoras de templos y santuarios, se las consideraba esposas del dios sol. Sus ocupaciones principales fueron elaborar finos textiles para la corte del inca y la preparación de bebidas ceremoniales, actividades consideradas sagradas.
La toma de posesión del antiguo Acllahuasi por las monjas dominicas, fue vista como un acto simbólico que trazaba continuidad con las tradiciones incaicas y con el nuevo orden cultural.
En el interior del Acllahuasi, existían pasadizos y calles alrededor de las cuales estaban los talleres y viviendas de las mujeres. En cuanto a la construcción inca que quedó hasta la actualidad, tenemos el fragmento más largo de un muro que se puede apreciar paseando por la calle Loreto. Otros restos se pueden ver en la esquina de Calle Arequipa que da a la Plaza de Armas.
La fachada de la iglesia tiene influencias románicas. En el interior se encuentran numerosos retablos y lienzos. El museo funciona desde 1971 y cuenta con salas de exposición permanente que son espacios originales del convento que han sido convenientemente adaptados por la misma orden religiosa y que muestran la vida de las monjas dominicas de clausura. Se exponen objetos de arte sacro, lienzos coloniales, mobiliario, vestimentas litúrgicas, esculturas, ornamentos, mobiliario, platería, porcelanas, menaje y arte popular, entre otros elementos. Como parte de la visita, se ofrece un recorrido por el Monasterio, edificación de singular belleza arquitectónica.
A pocos pasos del Convento de Santa Catalina, se encuentra el Museo del Machu Picchu (que tampoco tuvimos tiempo de visitar). Situado en la Casa Concha, este museo muestra una colección de piezas extraídas en las expediciones de Hiram Bingham y devueltas recientemente por la Universidad de Yale, entre ellas objetos de piedra y metal, cerámica y huesos.
Las salas temáticas del museo del Machu Picchu están colocadas alrededor de un patio central rodeado de arcos. Además incluye exposiciones interactivas y videos que intentan explicar los misterios de Machu Picchu. También alberga algunos objetos hallados en el antiguo palacio del inca Túpac Yupanqui. La visita al museo permite realizar un recorrido por la famosa casona en donde se ubica el museo para apreciar sus balcones, murales y la arquitectura colonial de sus paredes.
Tampoco visitamos el Museo de Arte Popular (entrada incluida en el Boleto turístico), una colección que permite apreciar la rica tradición artística y artesanal de Cusco, donde se exhiben coloridas y fascinantes creaciones populares.
Comimos en el centro histórico, a pocos pasos del hotel, en un bar de hamburguesas (de alpaca) y a la 13:45h nos recogían de la agencia para iniciar el City Tour (S/15), en el que visitamos el Templo del Sol o Qorinkancha y los 4 complejos arqueológicos de los alrededores del Cusco: Sacsayhuaman, Pukapukara, Q´enqo y Tambo Machay.
Hay que decir que este tour lo realiza todo el mundo, por lo que está muy masificado. La visita de todos estos lugares en una sola tarde es demasiado, por lo que se pasa muy poco tiempo en cada lugar. Fue bastante frustrante recorrer corriendo el Templo del Sol o no poder acceder a las construcciones de Sachsayhuamán, que sólo pudimos ver desde la explanada. A pesar de eso, hubiera sido difícil realizar todas estas visitas por nuestra cuenta, y hubiésemos empleado al menos un día entero. Aconsejaría realizar este tour con guía privado y emplear más tiempo en cada lugar.
Empezamos nuestra visita guiada al Templo del Sol o Qoricancha (S/20). Sobre los muros incas del Sol, Coricancha (Patio Dorado), los dominicos construyeron su templo y su convento en 1534, dejando integrados en el edificio los muros y dependencias incas que no pudieron destruir.
El terremoto de 1650 destruyó la construcción cristiana que fue reconstruida en varias ocasiones, la última en 1950, cuando aprovecharon para sacar a la luz los restos del templo inca que había debajo del claustro.
Sobre el muro curvado de los incas se levanta la iglesia, con tres arcos de columnas. La torre es barroca y en el interior de la iglesia hay pinturas de la escuela Cuzqueña.
Según el inca Garcilaso de la Vega, dentro de este templo se encontraban los cuerpos embalsamados de los hijos del Sol, puestos por antigüedad en sillas y sobre tablas de oro, las paredes estaban cubiertas con planchas de oro, existiendo un disco representando la figura del Sol de una plancha de oro más gruesa que las otras planchas que cubrían el templo.
En el claustro se puede apreciar el contraste entre los arcos renacentistas y los muros incas. Bajo estos arcos están las dependencias rescatadas del Coricancha Inca, con unos muros de 2,5m de grosor, tal y como relataba Garcilaso de la Vega:
“Pasado el templo había un claustro recorrido también por una cenefa de oro. Alrededor del claustro había cinco aposentos cuadrado s: el primero era el aposento de la luna, cubierto todo de plata y con una imagen de la luna con cara de mujer; a ambos lados de la imagen estaban las reinas difuntas con la principal, Mama Ocllo, en el centro y con el rostro vuelto hacia la imagen. A continuación estaba el aposento dedicado al lucero Venus, paje del sol, que los incas llamaban Chasca, y las Siete Cabrillas (las pléyades), respetadas por su tamaño y apostura, y a todas las estrellas, que eran tenidas por criadas de la luna. Todo este aposento estaba recubierto de plata con el techo sembrado de estrellas grandes y chicas.
El tercer aposento estaba dedicado al relámpago, trueno y rayo, las tres apariencias de Illapa, el dios del clima. El cuarto aposento estaba dedicado al arcoíris, de donde procedía el sol y sus hijos, los incas. Todo él estaba cubierto de oro y tenía el arco del cielo, que ellos llamaban Chuiyo, pintado muy al natural de una pared a otra, con sus colores muy vivos. El quinto y último aposento estaba dedicado a los sacerdotes, que eran todos incas de sangre real. No era para vivir en él, sino para ordenar todo lo que conviniese al servicio del templo. También estaba este aposento cubierto de oro de arriba abajo”
Con esta impresionante descripción de Garcilaso os dejo imaginaros cómo era el Qoricancha en la época inca, ¡¡antes de que llegasen los españoles y se llevasen todo el oro!!
A los pies del Coricancha se extiende un gran prado, que fue antiguamente el huerto del templo, donde se encuentra el acceso subterráneo al Museo arqueológico del sitio (que no está incluido en el City Tour, aunque sí en el boleto turístico). En él se documenta la historia de la ciudad inca y se exponen algunos objetos encontrados en las excavaciones del templo. En la descripción de Garcilaso no faltan detalles de los chorros de las fuentes de oro, y los objetos de oro y plata en forma de animales que adornaban el lugar. También se conserva aún una de las fuentes del antiguo jardín sagrado.
Nuestra siguiente visita fue Sacsayhuamán (altitud 3700m). La fortaleza donde tuvo lugar la sangrienta batalla entre españoles y partidarios del inca Manco Cápac (1535). La historia ha sido descrita por Alber Vázquez en su libro La conquista de Pizarro (que habíamos leído antes del viaje). En un descuido de los españoles, la fortaleza fue tomada por los incas. Hernando Pizarro consiguió reconquistar la ciudad enfrentándose a entre 20.000 y 30.000 cuzqueños con sólo 180 hombres y sus caballos, que tanto asustaban a los incas. Una verdadera carnicería por la que pudimos pasear. Acordaos de la sangre derramada. El lugar lo merece.
La arquitectura en Sacsayhuaman posee construcciones sagradas como edificios residenciales, torreones, adoratorios, almacenes, caminos y acueductos. Es por eso que, la forma y la armonía del paisaje guarda similitud con otros lugares sagrados incas como Machu Picchu.
El muro principal de Sacsayhuaman está construido en zigzag con piedras gigantescas de hasta 5 metros de alto y 2.5 metros de ancho (entre 90 y 125 toneladas de peso). El lado sur está limitado por un muro pulido de aproximadamente 400 metros de largo. El este y oeste se limitan por otros muros y andenes. Sacsayhuaman ofrece una asombrosa vista del Cusco. Se puede apreciar las cumbres del Ausangate, Pachatusán y el Cinca. Estas cumbres fueron consideradas sagradas para los incas.
Según el cronista Inca Garcilaso de la Vega, Sacsayhuaman fue la mayor obra arquitectónica que construyeron los incas durante su apogeo. El complejo arqueológico tiene lugares asombrosos. Algunos de estos lugares son los siguientes:
Los Torreones
Los torreones están ubicados sobre los muros en zigzag. Son denominados Muyucmarca, Paucamarca y Sallaqmarca. Se sabe que en este lugar había abundante agua. Incluso ahora podemos ver los acueductos.
Muyucmarca
También conocida como ‘La torre de Cahuide’. Se trata de un enorme edificio (hoy solo queda la base) con un valor histórico importante. Se sabe que el general inca Titu Cusi Huallpa (también llamado Cahuide) saltó desde la parte más alta para no caer prisionero por los españoles durante la resistencia inca de 1536.
Paucamarca
Los restos de esta torre se ubican al este del recinto arqueológico. Según los cronistas, servía para guardar agua. Actualmente está cubierto de tierra y es probable que tuviera una forma cuadrada.
Sallaqmarca
Los restos de este torreón se ubican en el centro de Sacsayhuaman. Se intercomunicaba con las demás torres por túneles. En la actualidad sólo quedan los cimientos de los torreones, ya que fueron destruidos por los españoles durante la conquista.
Grupo de Recintos
Se tratan de habitaciones apoyadas en la colina a poca distancia de los torreones. Están dirigidas en dirección a la Plaza de Armas de la ciudad del Cusco. Se encuentran comunicadas entre sí por puertas trapezoidales.
Las Murallas (Los Baluartes)
Esta área está formada por plataformas de forma dentada (zigzag) cuyas enormes murallas de piedra caliza encajan perfectamente entre sí.
Los historiadores afirman que los primeros españoles que vieron estas murallas les atribuyeron su construcción a demonios. Incluso hoy en día, su elaboración sigue siendo un misterio.
Las Puertas
Se encuentran en la parte media y central de los baluartes. Tienen forma trapezoidal y servían de ingreso al área de los torreones. Cada puerta tiene su propia denominación: Ajawanapunku, T’iopunku y Wiracochapunku.
Suchuna (Rodaderos)
Los rodaderos son una formación natural de diorita de origen volcánico. Con el pasar de los años, se moldeó de forma arqueada a modo de tobogán.
El trono del inca
El trono del inca o K’usilluc Jink’ian, es una estructura de piedra en forma de asiento. Fue pulida de forma simétrica con tanta perfección que se ganó la dimensión de ‘Trono’.
Chincanas (Túneles)
Las ‘chincanas’ son túneles o cuevas subterráneas. Hay dos, la más pequeña mide alrededor de 15 metros, y se pude acceder a ella. La grande, se encuentra al norte del complejo y está cerrada al público.
Según la tradición oral, muchas personas intentaron encontrar el final del túnel más grande sin éxito. Incluso algunos no lograron salir. Se cree que este túnel conduce al Coricancha (Templo del Sol).
Sólo visitamos Sacsayhuamán desde la explanada y vimos todas estas construcciones de lejos. ¡¡Una auténtica pena!!
El segundo sitio arqueológico que visitamos durante nuestro City Tour fue Qenqo, que en quechua significa ‘laberinto’. Esto hace referencia a las galerías subterráneas que alberga este misterioso lugar. El nombre se lo pusieron los españoles tras la conquista. El nombre original inca se desconoce. Aunque gran parte de sus construcciones (acueductos, terrazas, senderos, colcas y baños litúrgicos) fueron destruidas por los conquistadores, aún hoy es posible apreciar la destreza con que los incas labraban las piedras.
La ubicación de Qenqo sobre un cerro rocoso, permitió la construcción de galerías subterráneas, las cuales son uno de los principales atractivos del sitio. Éstas conducen a varios espacios del complejo arqueológico. Al igual que Pukapukara y Sacsayhuaman, la existencia de estos túneles subterráneos o ‘chincanas’ gozaban de gran importancia.
El laberinto de Qenqo consta de una plataforma circular de 55 metros llamada anfiteatro, rodeada de hornacinas. En medio se encuentra un enorme monolito de piedra de 6 metros que pudo ser una gran estructura fálica o un puma, y destruida por los españoles. En este lugar se encuentra el pasaje que lleva a las galerías subterráneas. Aunque popularmente se le conoce como anfiteatro, su objetivo aún es incierto. Se presume que este lugar debió servir de centro ceremonial, en presencia de los ídolos o momias, que podrían haberse colocado en los 19 nichos semiderruidos que se conservan. La destrucción ocasionada durante la conquista no permite apreciar la verdadera majestuosidad del sitio.
Al igual que muchas culturas antiguas, los incas ofrendaban la sangre de diferentes animales para rendir culto a sus dioses. Incluso llegaron a hacer sacrificios humanos. Entre los elementos más utilizados para estos ritos están la sangre de llamas, alpacas, o chicha, bebida fermentada en base de granos. En Qenqo hay una elevación rocosa que conduce a una escalera de piedra labrada hasta la cima. Allí los incas trabajaron un agujero que desciende en zigzag hasta dividirse en 2 puntos, uno hasta las galerías subterráneas y la otra que continua en pendiente. Se presume que en ella se ofrendó chicha o sangre de llama.
Los incas también realizaban sacrificios humanos, denominados ‘capacocha’. En Qenqo se cree que existió una sala mortuoria denominada ‘Sala de los sacrificios’ y se encuentra en las galerías subterráneas. La sala mortuoria es uno de los espacios del recinto en mejor estado. Tiene una temperatura constante de 2ºC y en ella se encuentra una mesa de piedra en la que pudieron realizarse embalsamamientos y trepanaciones. Los restos de estas operaciones eran arrojados a un canal subterráneo que pasa por al lado.
Al igual que en Machu Picchu, en Qenqo hay un lugar utilizado como Intihuatana (‘lugar donde se ata el sol’). Un observatorio astronómico para calcular la posición solar. Se encuentra sobre la base de una roca donde destacan dos pequeñas formaciones cilíndricas. Esta estructura lítica debió servir de observatorio astronómico donde se calculaba los cambios de estación así como adoratorio al sol, la luna y las estrellas.
Después de esta impresionante visita, nos dirigiimos al tercer sitio arqueológico de este city tour de hoy, Tambomachay.
Aunque no se tiene una definición certera, se cree que Tambomachay proviene de 2 palabras quechua: ‘Tampu’ (alojamiento colectivo) y ‘Mach’ay (lugar de descanso). Esta definición explicaría la función que tuvo como ‘Baños del Inca’ y adoratorio al agua.
Sin embargo, otros estudios señalan que ‘Machay’ quiere decir ‘Cavernas’, debido a las formaciones rocosas que destacan en el recinto arqueológico. Según la cosmovisión inca, estas formaciones eran sitios que conectaban con el mundo de los muertos. También pudo ser el lugar de descanso del inca durante sus cacerías. En cualquiera de los casos, Tambomachay fue un lugar que gozó de enorme importancia durante el incanato.
Tambomachay es una de las mejores muestras de la habilidad de los incas en la manipulación del agua. Fue construido sobre un río, manantiales y riachuelos. Aunque no se sabe a ciencia cierta de dónde exactamente proviene el agua que fluye en sus canales, la magnífica distribución del líquido sorprende al mundo. Estos siguen un curso en desnivel y en cascada, en igual proporción, de tal manera que no se desperdicia nada del líquido elemento. Se cree que los incas calcularon el caudal del agua en los canales para que así fuera. En cualquier caso estas construcciones siguen fluyendo agua después de 600 años.
Todo el recinto presenta canales de agua hechos de piedra labrada que finalizan en dos vertientes donde fluye agua cristalina todos los días del año. Destaca una plataforma que sirvió de fuente litúrgica y, probablemente, de baños del inca. Una maravilla de la ingeniería incaica!.
Nuestra última visita fue Pukapukara, que en quechua significa “fortaleza roja”. A pesar de su nombre, no existen pruebas de que Pukapukara fuera edificada como lugar o fortaleza de defensa militar inca. La denominación se debe principalmente a su apariencia fortificada en lo alto de una montaña.
Si bien no existen pruebas de enfrentamientos armados en Pukapukara, se cree que en el recinto sí hubo sitios específicos destinados al asentamiento de soldados.
Se trataría de los guardias personales del inca, quien visitaba el sitio arqueológico vecino de Tambomachay, su lugar de descanso. Por tanto, mientras el inca permanecía en Tambomachay, sus soldados y siervos permanecían en Pukapukara.
Debido a que la red de caminos incas atravesaba el sitio de Pukapukara, el lugar también sirvió de tambo o albergue. Los tambos eran construcciones que servían de descanso y que contenían diversos productos de abastecimiento tales como diversos alimentos, lana, leña y más. Los incas lo utilizaron para asistir a los chasquis (mensajeros), quienes recorrían varios kilómetros y descansaban en estos sitios. Los soldados y sirvientes del inca que lo acompañaban a Tambomachay, probablemente también se proveían de alimentos y otros productos en Pukapukara.
El sitio arqueológico cuenta con 3 niveles o muros. El primero e inferior tiene una forma sinuosa con habitaciones irregulares. El segundo, más elevado, rodea las construcciones centrales y posee menor cantidad de cuartos. El tercero, en la cima, está destruido por el paso del tiempo.
Después de este impresionante (y rápido) repaso de la cultura inca, regresamos a Cuzco. Antes hicimos una parada en una granja de llamas y alpacas donde tuvimos ocasión de alimentar a estos esponjosos animales. Después nos volvieron a dar una explicación de las telas y el preceso de teñido y dejaron tiempo libre para comprar, eso sí, la tienda con precios desorbitados.
Una vez en Cuzco, mi madre se quedó en el hotel y nosotros salimos a cenar a la Plaza de Armas, al Mistura, una increíble selección de tapas que estaban deliciosas. Amenizado con música andina en directo.