Después de una estancia maravillosa en nuestro hotel en Tulum, emprendimos nuestro camino hacia la encantadora ciudad de Valladolid. Este trayecto no solo prometía un cambio de escenario, sino también una dosis extra de historia y cultura.
Nuestro día comenzó temprano, con el sol apenas despuntando sobre las aguas turquesas del Caribe. Dejar atrás Tulum no fue fácil, pero sabíamos que cada kilómetro recorrido nos acercaba a nuevas experiencias. En el camino, hicmos una parada estratégica en uno de los tesoros arqueológicos menos concurridos pero igualmente fascinantes de la región: las ruinas de Cobá.
Ubicadas a medio camino entre Tulum y Valladolid, las ruinas de Cobá ofrecen una visión única del antiguo mundo maya. A diferencia de otros sitios arqueológicos más famosos, Cobá tiene un ambiente místico y selvático que invita a la exploración ($120 MXM + $100 MXN de tasas / persona).
Caminamos por senderos rodeados de exuberante vegetación y nos encontramos con estructuras impresionantes, como la pirámide de Nohoch Mul, que con sus más de 42 metros de altura, es una de las más altas de la península de Yucatán.
Nohoch Mul significa "Gran Montículo", reflejando su imponente tamaño. Fue edificada durante el periodo Clásico Tardío de la civilización maya, entre los siglos VII y IX d.C. Se cree que Nohoch Mul tenía funciones ceremoniales y religiosas, siendo un importante centro de actividades para los mayas de la región.
Hasta el 2020 se podía escalar hasta la cima de Noh och Mul, una experiencia que dejaba a los viajeros más intrépidos sin aliento, tanto por el esfuerzo físico como por la vista panorámica desde arriba. Desde la pandemia, y por motivos de conservación, ya no se puede subir a esta pirámide, además, en nuestra visita estaba en restauración (enero 2025).
El sitio arqueológico es extenso y ocupa un área de más de 80 kilómetros cuadrados. Se puede hacer el recorrido a pie, en bicicleta o en bicitaxi. Nosotros optamos por esta última opción. Hicimos un recorrido de 1h30min, en dos bicitaxis (cada una $90).
A lo largo del recorrido existen múltiples grupos de estructuras conectados por amplias calzadas, conocidas como sacbés. Estas calzadas eran vitales para el comercio y la comunicación en tiempos mayas. Al pasar por ellas, nos sentiremos transportados en el tiempo, imaginando cómo era la vida en este bullicioso centro ceremonial y comercial.
Además de Nohoch Mul, hay muchas otras estructuras fascinantes en Cobá. El Grupo Cobá, cerca de la entrada, alberga estelas talladas con inscripciones jeroglíficas que ofrecen una mirada al conocimiento y la historia de los antiguos mayas, así como varias estructuras con vestigios de pintura mural. Entre sus construcciones destacan la Iglesia, otra pirámide impresionante, y varios templos y patios que revelan la sofisticación de esta civilización.
La Iglesia es una estructura piramidal que alcanza aproximadamente 25 metros de altura. Se llama así debido a su posible función ceremonial. Tiene una serie de templos y altares en su base y parte superior.
Cobá tiene varios juegos de pelota, y uno de ellos se encuentra en este grupo de construcciones. Era un espacio ceremonial importante donde los mayas jugaban el juego de pelota mesoamericano, que tenía significados religiosos y políticos.
Estas estructuras reflejan la complejidad y la importancia de Cobá como un centro político y religioso durante su apogeo.
También destaca el observatorio o Xaibé, una estructura de base semicircular de 14 metros de altura con cuatro niveles que se cree representan las estaciones del año. En su parte central, cuenta con una escalinata de 20 escalones, los cuales se consideran representativos de los días del mes en el calendario maya.
Después de explorar Cobá en bicitaxi, y algunos tramos también a pie, retomamos nuestro viaje hacia Valladolid. La carretera serpenteante nos llevó a través de paisajes pintorescos y pequeñas comunidades locales. Que no se os olvide que hay que quitarle una hora al reloj. Entramos en el estado de Yucatán y dejamos Quintana Roo.
Muy cerca ya de Valladolid visitamos el Cenote Suytun ($370 MXM/persona con comida incluida), una joya escondida en la península de Yucatán. Este destino es el perfecto equilibrio entre aventura, relajación y la oportunidad de deleitarse con la gastronomía local.
La magia comienza al descender las escaleras que conducen al cenote. La bóveda natural se abre a una piscina subterránea de aguas cristalinas, iluminada de manera espectacular por un rayo de luz que atraviesa el techo.
En nuestra visita estuvimos prácticamente solos, un milagro en este cenote, en el que a menudo hay largas colas para hacerse la famosa foto en la plataforma. Debido a las lluvias de las últimas semanas, la plataforma estaba sumergida 1 metro por debajo de la superficie. Nos informaron al entrar, supongo que más de uno sólo visita este lugar para conseguir la foto perfecta. No era nuestro caso, y sumergida o no, disfrutamos de este cenote espectacular, sin duda, el mejor de nuestro viaje.
En el mismo recinto hay otro cenote, el Káapeh, de tipo abierto. Nada que ver con el primero. Lo vimos dsde arriba y ya no nos bañamos.
Después de disfrutar del baño, comimos en el restaurante de Suytun. El menú destaca por su enfoque en la cocina tradicional yucateca, con ingredientes frescos y locales que celebran los sabores auténticos de la región.
Podíamos elegir entre una longaniza asada, una cochinita pibil (cerdo marinado en achiote y cocido lentamente en hojas de plátano) o Poc-chuc (cerdo marinado en jugo de naranja agria y luego asado a la parrilla), acompañado de una bebida (Jamaica o limonada).
Después de esta fantástica experiencia en nuestro primer cenote del viaje, llegamos a Valladolid, donde fuimos recibidos por calles empedradas y fachadas coloniales de colores vivos, que nos hicieron sentir como si hubiéramos viajado en el tiempo.
Valladolid es una joya por descubrir, con su mezcla de historia colonial y cultura maya. Nos instalamos en nuestro alojamiento, Casa San Roque Valladolid, emocionados por las aventuras que nos esperaban en esta vibrante ciudad donde pasamos las siguientes 3 noches.
Al atardecer salimos a pasear por la Calzada de los Frailes, una de las calles más emblemáticas y pintorescas de Valladolid, Yucatán. Esta histórica calzada conecta el centro de la ciudad con el antiguo Convento de San Bernardino de Siena, y es conocida por su encanto colonial y su vibrante vida cultural.
Originalmente construida en el siglo XVI por los frailes franciscanos, la calzada sirvió como un importante camino para conectar el convento con el resto de la ciudad. Hoy en día, esta calle adoquinada es un testimonio vivo del pasado, con casas coloniales restauradas que exhiben una paleta de colores vibrantes, desde amarillos cálidos hasta azules intensos.
A lo largo de la Calzada de los Frailes, podemos encontrar una variedad de tiendas, galerías de arte, y restaurantes que ofrecen lo mejor de la gastronomía local e internacional. Cada establecimiento tiene su propio carácter y estilo, creando una experiencia única y diversa para quienes pasean por esta encantadora vía.
Las fachadas de las casas, con sus grandes portones de madera y ventanas con rejas de hierro forjado, evocan la arquitectura tradicional de la época colonial. Además, la calzada está adornada con flores y plantas que añaden un toque de frescura y vida al entorno.
La Calzada de los Frailes no solo es un lugar para caminar y disfrutar de su belleza arquitectónica, sino también un espacio donde se celebran eventos culturales y festivales. A menudo, se pueden encontrar artistas callejeros, músicos y artesanos exhibiendo su talento y productos, lo que añade una dimensión cultural vibrante al paseo.
Cenamos en un precioso restaurante-museo con un patio rodeado de plantas y música en directo, el Restaurante Idilio, al que volvimos la última noche. El lugar bien lo merece.
Después de cenar nos acercamos al espectáculo de luz y sonido en el Convento de San Bernardino de Siena, donde cada noche se realiza una proyección en la fachada (21h).
La Noche de Mapping es un espectáculo que combina la tecnología con la rica historia del convento. Comienza con una evocadora representación de la civilización maya, seguida de la llegada de los conquistadores españoles y la fundación del convento. La historia avanza mostrando el crecimiento de la ciudad, sus desafíos y victorias, y culmina con una celebración de la vibrante cultura y tradiciones actuales de Valladolid. Es un viaje emocional que conecta el pasado con el presente, haciendo que cada espectador se sienta parte de esta historia viva.
Vimos varios espectáculos de este tipo a lo largo de nuestro viaje, y la verdad es que todos estuvieron muy bien, y como además son gratuitos, ¡no hay que perdérselos!
Ahora si, después del espectáculo, regresamos a nuestro hotel y pusimos fin a otro día intenso.