Empezamos el día con las celebraciones de la Fiesta de la Candelaria. A pesar de que los desfiles importantes habían tenido lugar hacía ya dos semanas, el 2 de febrero, desde la medianoche, se celebran misas en la puerta de la Iglesia de la Candelaria, que se alargan hasta las primeras horas del día 2, por lo que pusimos rumbo a la iglesia para poder ver las últimas celebraciones.
Construida en el siglo XVIII, su fachada presenta un estilo colonial sobrio, adornado con detalles que reflejan la tradición y la fe de la comunidad.
El interior de la iglesia es igualmente encantador. El techo de bóveda y las paredes están decoradas con delicados detalles que llevan a los visitantes a una atmósfera de calma y espiritualidad. El altar principal es una obra de arte en sí mismo, dedicado a la Virgen de la Candelaria, con una imagen central de la Virgen rodeada de flores y ornamentos que capturan la esencia de la fe católica.
Además de su importancia religiosa, la Iglesia de la Candelaria es un lugar donde se celebran numerosos eventos a lo largo del año. Durante las festividades de la Candelaria, el templo se llena de devotos que participan en misas especiales y procesiones en honor a la Virgen. Es un momento de gran significado para la comunidad, donde la fe y la tradición se entrelazan.
Durante la procesión que tiene lugar dos semanas antes, los fieles llevan la imagen de la Virgen de la Candelaria a través de las calles principales de la ciudad. La imagen es decorada con flores y otros ornamentos. Los participantes de la procesión, que incluyen a sacerdotes, acólitos y devotos, caminan en un orden respetuoso y solemne, acompañados por oraciones, cánticos y música. La procesión suele comenzar en la iglesia de la Candelaria y recorrer varias calles antes de regresar al templo.
La calle que llevaba hasta la Iglesia estaba decorada con guirnaldas de papeles de colores, y animados puestos callejeros de frutas y verduras daban un toque de color al paseo. Estuvimos un rato mezclándonos entre los locales e impregnándonos del ambiente festivo y el olor a ruda y romero de las ofrendas de los devotos.
A continuación nos encaminado de nuevo por la Calzada de los Frailes, esta vez bajo la luz del sol, para apreciar sus hermosas fachadas y curiosos carteles de comercios locales. Llegamos hasta el Convento de San Bernardino de Siena, situado en el Parque del Sisal, donde se encuentran las famosas letras de colores de Valladolid.
El Convento de San Bernardino de Siena es uno de los monumentos más importantes y emblemáticos de Valladolid. Este convento franciscano fue fundado en 1552 y es el segundo más grande de la región después del convento de Izamal.
El convento está situado en el barrio de Sisal y su construcción refleja el estilo colonial con influencias renacentistas. La fachada principal es imponente, con un gran arco de entrada que conduce a un patio central rodeado de jardines y corredores con arcos de medio punto. El conjunto arquitectónico incluye la iglesia, el claustro, y varias capillas, siendo un lugar de gran importancia histórica y cultural. A pesar de su importancia histórica está algo ajado.
Uno de los aspectos más destacados del convento es su historia relacionada con la evangelización de los pueblos indígenas de la región. Los frailes franciscanos que lo habitaron jugaron un papel crucial en la enseñanza de la religión católica y la construcción de una sociedad colonial. La iglesia del convento, dedicada a San Bernardino de Siena, cuenta con un altar mayor de estilo barroco y varias capillas laterales adornadas con retablos y pinturas religiosas.
El convento también alberga un pequeño museo que exhibe artefactos religiosos, documentos históricos y objetos relacionados con la vida cotidiana de los frailes. Entre los tesoros del museo se encuentran antiguos libros de coro, vestimentas litúrgicas y herramientas utilizadas en la construcción del convento.
En el patio del convento se puede ver un cenote de cuyo interior se han extraído restos humanos y otros objetos. Las fotografías de estos hallazgos se pueden ver en el museo del convento.
Después de hacernos la fotografía de rigor en las letras de colores de Valladolid, nos encaminados de nuevo hacia el centro, al Parque Municipal Francisco Cantón Rosado.
Este encantador espacio verde en el corazón de Valladolid, está rodeado por frondosos árboles y jardines bien cuidados y es un lugar de encuentro para locales y visitantes por igual. Los domingos tiene lugar un mercadillo de artesanía.
Destaca la fuente de “La Mestiza”, que retrata a una mujer yucateca ataviada con traje tradicional y un jarrón en su brazo, simbolizando la fusión de las culturas maya e hispánica.
Alrededor de la fuente se pueden ver las icónicas sillas confidentes, esos bancos enfrentados ideales para charlar al aire libre, tan característicos de esta zona de México. Además, también podemos encontrar puestos de aperitivos (botanas) y, al caer la tarde, de exquisitas marquesitas, una especie de crepe crujiente rellena de ingredientes variados, la más típica es de queso de bola (edam) y algún ingrediente dulce como cajeta (dulce de leche), nutella, mermelada o miel.
En el kiosco de la plaza tienen lugar eventos culturales y presentaciones musicales, añadiendo vida y vibrante energía al lugar. Al atardecer suelen haber actuaciones de bailes tradicionales.
El parque además, alberga varios edificios y monumentos notables que vale la pena explorar.
En uno de los extremos del parque, se encuentra la majestuosa Iglesia de San Gervasio. Esta iglesia, con su arquitectura colonial y dos imponentes campanarios, es uno de los principales puntos de referencia de Valladolid y ofrece una mirada al pasado histórico y religioso de la ciudad.
Construida inicialmente en 1545 por los frailes franciscanos, la iglesia original fue destruida y reconstruida en 1706. La estructura actual refleja este último periodo de construcción y está caracterizada por su estilo arquitectónico colonial. La fachada de la iglesia es imponente, con dos altos campanarios que se elevan hacia el cielo y un portal adornado con detalles barrocos.
Estas torres gemelas no solo son un punto de referencia visual, sino que también albergan campanas que han resonado a través de los siglos.
El interior de la iglesia es igualmente sencillo, como todas en esta zona. Tiene un altar mayor que honra a San Gervasio, el santo patrono. Podemos admirar las antiguas pinturas y esculturas religiosas que decoran el espacio, así como los vitrales que filtran la luz de manera sublime, creando un ambiente de serena devoción.
La Iglesia de San Gervasio no solo es un sitio de importancia religiosa, sino también un testimonio vivo de la historia y la cultura de Valladolid. A lo largo de los años, ha sido un centro de fe y comunidad, donde se celebran numerosas festividades y eventos que mantienen viva la tradición.
En el parque también se encuentra un pequeño mercado de artesanías y el Palacio Municipal.
El Palacio Municipal de Valladolid fue construido en el siglo XVI y remodelado en 1864 durante el gobierno del coronel Felipe Navarrete1. Su arquitectura colonial es notable, con una fachada de dos pisos. En la planta baja, se pueden observar once arcos de medio punto sostenidos por columnas de piedra labrada, mientras que en la planta alta se encuentran once balcones.
El Palacio Municipal ha sido testigo de varios eventos históricos importantes. Por ejemplo, en 1703, el primer alcalde de Valladolid, Fernando Hipólito de Osorno, fue ejecutado en el interior del edificio en un trágico episodio conocido como el "Crimen de los Alcaldes". Durante la Guerra de Castas en 1847, los nativos mayas irrumpieron en el edificio y destruyeron valiosos archivos coloniales.
Hoy en día, el Palacio Municipal alberga la oficina de turismo y una exposición de pinturas y murales. Es un lugar ideal para aprender más sobre la historia y cultura de Valladolid, y sus vistas desde los balcones ofrecen una vista panorámica de la plaza y sus alrededores.
Al otro lado del parque, encontramos la Casa de los Venados, una joya cultural ubicada en el corazón de Valladolid. Este edificio histórico es una casa privada transformada en museo, que alberga una impresionante colección de arte popular mexicano. La colección pertenece a John y Dorianne Venator, quienes han dedicado años a reunir más de 3.000 piezas de arte de distintas regiones de México. John todavía vive en una zona de la casa, que no se puede visitar y su perrita corretea por el patio y ladra a los visitantes.
El edificio en sí es un magnífico ejemplo de arquitectura colonial, con amplios patios, techos altos y coloridas decoraciones que reflejan la riqueza cultural de la región. Al entrar, los visitantes son recibidos por una exuberante mezcla de colores y formas que representan la diversidad del arte popular mexicano. Desde intrincadas máscaras y esculturas hasta textiles vibrantes y cerámicas detalladas, cada pieza cuenta una historia única sobre las tradiciones y la artesanía mexicana.
Uno de los aspectos más destacados de la Casa de los Venados es la oportunidad de realizar visitas guiadas, en las cuales guías expertos explican el origen y la historia de las piezas, así como anécdotas sobre su adquisición. Hasta hace poco, las visitas guiadas las realizaba el mismo dueño, pero debido a su estado de salud ahora se mantiene más apartado de los visitantes. Estas visitas ofrecen una experiencia íntima y educativa, permitiendo a los visitantes profundizar en su apreciación por el arte y la cultura de México (duración de la visita 50 min aprox., donación recomendada 100 MXM/persona).
También visitamos, a pocos pasos del hotel, el Museo de San Roque. Ubicado en un histórico edificio del siglo XVI que originalmente funcionó como un claustro, capilla e iglesia dedicada a San Roque. En 1630, fue convertido en el primer hospital de la Villa de Valladolid.
El museo abrió sus puertas al público el 4 de junio de 19 85 y su objetivo es dar a conocer la historia de Yucatán, especialmente de la ciudad de Valladolid. Su colección incluye piezas arqueológicas de la región, documentos, fotografías y otros elementos relacionados con las costumbres y las tradiciones de la zona.
El museo está dividido en varias salas de exhibición. En la primera sala, que corresponde a la nave del templo, se habla sobre la vida prehispánica, la fundación de Valladolid, la guerra de castas, el periodo colonial y la piratería. En la segunda sala, que corresponde a la sacristía, se encuentran elementos relacionados con la medicina maya y las tradiciones y artesanías (entrada gratuita).
Hicimos una breve pausa y pasamos por el hotel antes de salir a comer. El calor en Valladolid pues resultar agotador. Nos dijeron que el verano anterior habían alcanzado una sensación térmica de 56ºC en la ciudad, mientras que en Mérida habían llegado a una sensación térmica de 74ºC. Para ellos, el clima en febrero era estupendo, ¡con apenas 37ºC!
Comimos en el Restaurante Los Portales, un local muy bien decorado pero con el suelo algo sucio. La comida estuvo muy bien aunque los papeles del suelo distraían un poco.
Después de comer y justo delante del restaurante, visitamos el Choco-Story, un museo interactivo dedicado a la fascinante historia del cacao y el chocolate ($210 MXN, mayores de 60 años $145 MXM).
El museo está dividido en varias secciones, cada una enfocada en diferentes aspectos del cacao y el chocolate. En la primera sección, los visitantes aprenden sobre el origen y la historia del cacao, desde sus inicios en las antiguas civilizaciones mesoamericanas hasta su llegada a Europa y su evolución en la industria moderna. Aquí, se destaca la importancia del cacao en la cultura maya y azteca, donde era considerado un alimento sagrado y una moneda de cambio.
Otra sección del museo está dedicada a los procesos de cultivo y producción del cacao. Los visitantes pueden ver de cerca las plantas de cacao y conocer las técnicas tradicionales y modernas utilizadas para cosechar y procesar las semillas de cacao. También se explican los métodos de fermentación y secado que son esenciales para producir chocolate de alta calidad.
En cada sala hay unos botones en varios idiomas para escuchar la explicación. En el patio del museo hay una reconstrucción de una pequeña pirámide a la que se puede entrar.
La salida del museo puedes ver una demostración de la fabricación de chocolate. Los artesanos muestran cómo se transforma el cacao en deliciosas barras de chocolate, utilizando tanto métodos tradicionales como contemporáneos.
El museo también cuenta con una tienda donde se pueden comprar productos de chocolate artesanal, así como libros y recuerdos relacionados con el cacao. Además, hay un área de degustación donde se pueden probar diferentes tipos de chocolate, desde los más amargos hasta los más dulces.
Después de las visitas, pasamos un rato en el hotel antes de salir de nuevo a pasear. Hicimos algunas compras en el mercado de los domingos del Parque Municipal Francisco Cantón Rosado, y volvimos a recorrer la Calzada de los Frailes hasta el Restaurante Idilio, a degustar otra estupenda cena con su cerveza artesana.
En Valladolid también se encuentra el cenote Zací, muy cerca de nuestro hotel. Lo vimos varias veces de paso pero no entramos. Es un cenote de tipo abierto en medio de la ciudad. Una buena opción si o tienes tiempo de explorar algún otro cenote por la zona.