Después de desayunar a orillas del río Kwai, cogimos nuestro coche de alquiler y pusimos rumbo al cercano templo de Tham Phu Wa. Un lugar deslumbrante que destaca entre cualquier otro gracias a su particular diseño y arquitectura de estilo khmer. Por fuera, el templo cuenta con una fachada convencional, como la de cualquier otro lugar, sin embargo, una vez se entra al templo, la primera vista es impactante, pues todo está construido dentro de otra impresionante cueva.
En su interior se pueden apreciar esculturas de Buda y monjes que las custodian. También se pueden ver formaciones de estalactitas y estalagmitas que dan una atmósfera muy especial al templo. La cueva cuenta con diferentes salas y pasajes, así como varias cavidades que permiten la entrada de la luz natural.
En un rincón se encuentra una particular estatua de cera que muestra a un monje meditando. Su realismo es simplemente increíble. Incluso dentro del templo hay un pequeño estanque donde, según la tradición, se deben tirar monedas e intentar introducirlas en un cuenco y si se consigue, se puede hacer la plegaria o petición.
Después de esta visita seguimos nuestra ruta hacia el Parque Nacional de Sai Yok. Muy cerca de la frontera con Myanmar, el Parque Nacional de Sai Yok se hizo famoso ya en el año 1888 tras la visita del rey Rama V que, según cuenta las crónicas, se dio un baño en la cascada de Sai Yok Yai. Su hermano el príncipe Naris, que lo acompañaba y muy aficionado a la composición, escribió una canción que narró el hecho y la belleza del lugar. Esto hizo que comenzara a ser visitada. El parque también es famoso por el paso del Tren de la Muerte.
En la zona sur del parque, hicimos una parada en el puente y la cueva Krae Sae. Este puente se encuentra construido en la pared de la roca. Se puede pasar por él y observar las impresionantes vistas con el río Kwai abajo. Desde el puente se puede acceder a una cueva con un templo en su interior. Es muy curioso poder recorrer las vías a pie y las vistas son espectaculares.
Siguiendo la carretera llegamos a la estación de tren de Nam Tok, última parada del tren de la muerte. Si se sigue caminando por un tramo de las vías se puede ver un viejo tren de vapor. Desde aquí se puede acceder en coche hasta la cascada Sai Yok Noi. Puedes darte un baño en esta cascada. Conviene llevar calzado adecuado puesto que está muy resbaladizo.
Después de esta refrescante parada, siguiendo hacia el norte, se llega al Hellfire Pass. Nosotros no pudimos acceder porque había un incendio. Se trata de un corte de tierra que se hizo en el trayecto del Tren de la Muerte. Los presos fueron obligados a trabajar en condiciones tan extremas que muchos de ellos perecieron. En la construcción de este trayecto hubo un tramo especialmente complicado donde muchos hombres perdieron la vida. Este punto es el Hellfire Pass, conocido en español como El Paso del Fuego Infernal.
El Hellfire Pass recibe su nombre de los testigos que vieron y sintieron el horror que allí se vivió. Al finalizar la guerra, los supervivientes que fueron liberados contaban cómo el escenario de esta construcción, donde hombres famélicos y moribundos trabajan toda la noche a la luz de las antorchas, era lo más parecido que podían imaginar a estar en el mismísimo fuego del infierno.
A pesar de que el ejército japonés no hizo ningún tipo de registro durante la construcción del tren, los supervivientes cuentan que al menos sesenta y nueve personas murieron por los golpes de los guardias japoneses. La construcción tuvo lugar en tan solo seis semanas. Muchos otros murieron de cólera, disentería, hambre y agotamiento.
El tren nunca llegó a ser completado ni fue operativo de forma prolongada, ya que el bando de los aliados lo bombardeó continuamente durante las campañas de Birmania. Al finalizar la guerra, en 1958, se reconstruyó la vía entre Bangkok y Nam Tok. El paso del Hellfire Pass nunca volvió a ser rehabilitado.
En la actualizad es posible hacer un pequeño trekking de 4 kilómetros (el Hellfire Pass está a apenas 400 metros del inicio del camino) que transcurre sobre del viejo trazado del tren de la muerte. Este camino es el verdadero trayecto por el que circulaba el tren y aún hoy se pueden ver algunas vías y traviesas del tren que se han mantenido de forma simbólica. En el punto donde se inicia el trekking hay un museo histórico donde se explica cómo fue la construcción de todo el tren y en especial del Hellfire Pass.
Como no pudimos realizar esta visita, seguimos hasta la Cascada de Sai Yok Yai, localizada a poco más de 2 km de la entrada del parque. Sai Yok Yai es un conjunto de saltos de agua rodeados de un espectacular bosque. En época de lluvias la cascada es simplemente espectacular. Se acede a través de un puente con vistas, junto a chiringuito donde sirven un pescado exquisito y que, por supuesto, aprovechamos para degustar.
Desde el "restaurante", un camino lleva hasta el río, donde hay unas excelentes vistas de casas flotantes. Hay una zona antes de cruzar el puente donde podéis refrescaros. Si se cruza el río y se avanza un poco por el camino, se puede ver la cascada de frente. Las vistas son increíbles.
En el parque hay otras cuevas cercanas como Dao Wading, repleta de murciélagos, Kang Kao Cave, cerca del centro de información y hogar del mini murciélago de nariz de kitti, en peligro de extinción; y la Wang Badan Cave, cerca de Sai Yok Noi.
Después de este día tan intenso (¡¡y sólo era el segundo!!), regresamos a Kanchanaburi. Como llegamos antes de lo previsto aprovechamos para volver al puente. El navegador nos llevó directamente debajo de él y descubrimos un pequeño puesto de helados, donde probamos uno de coco con mango que recordaremos toda la vida.
También visitamos el Templo de Kung im Chapel, justo al lado del puente. Un extraño templo de influencia china, con dragones, monedas de oro y otros animales relacionados con el año nuevo chino. Desde el templo hay una bonita vista del puente y el río.
Cruzando el puente, visitamos también el Museo de La Segunda Guerra Mundial. Contiene objetos de la guerra como cascos de bombas, fotos del período, estatuas de importantes líderes de guerra y alrededor de 100 esqueletos de trabajadores asiáticos encontrados en una fosa común. En un edificio separado hay una exposición de imágenes de Buda, armamento tailandés del período de Ayutthaya y retratos de reyes tailandeses. Todo un poco desordenado.
Por la noche se puede pasear por la calle peatonal patrimonial. En esta calle, en el corazón del casco antiguo, más de 20 carteles amarillos explican la historia y arquitectura de sus edificios, de estilos chino, tailandés y chino-portugués. Uno de sus antiguos vecinos, Boopong Sirivejabhand, ayudó a los prisioneros aliados a enviar mensajes codificados a casa. Muchas tiendas datan de principios del S.XX y siguen en manos de la misma familia.
También podéis acercaros al Night Market, la zona de restaurantes flotantes, el Lak Meuang (monolito que alberga a los espíritus locales), la estatua del rey Rama III, los restos de la antigua muralla y algunos templos escondidos por ahí.
Nosotros después de las visitas, nos fuimos al hotel para disfrutar de un baño nocturno en la piscina y cenamos en la terraza, a orillas del río Kwai. El entorno del hotel, sus jardines y la ubicación era fantástica y cenamos de maravilla.
Nuestro hotel