Era nuestro último día en Beijing. Visitamos el Templo del Cielo, y después de comer, salimos hacia Xian en tren de alta velocidad.
El Templo del Cielo, o Tian Tan, es uno de los mayores recintos sagrados de China. Construido durante el reinado de la dinastía Ming, era el lugar en el que el emperador realizaba sacrificios para dar las gracias al Cielo por los frutos obtenidos y rogaba por las futuras cosechas.
El templo se encuentra ubicado en un parque muy agradable que muchos ciudadanos chinos utilizan para practicar tai chi, jugar a las cartas, volar cometas o participar en concurridas clases de baile.
El Templo del Cielo cuenta con una superficie de 273 hectáreas a lo largo de las cuáles se ubican diferentes edificaciones que fueron dedicadas a rendir homenaje al Dios del Cielo. Entre los edificios más importantes destacan los siguientes:
Qinian Dian: El Templo de las Rogativas por las Buenas Cosechas es un llamativo edificio circular de color azul que simboliza el Cielo.
Altar circular: Construido con losas de mármol distribuidas en nueve círculos concéntricos, el lugar en el que el emperador realizaba los sacrificios compone la parte más importante del templo.
Bóveda Imperial del Cielo: El pabellón que se utilizaba para guardar los elementos ceremoniales está rodeado por el Muro del Eco, un panel que produce sorprendentes efectos sonoros.
Salón de la Abstinencia: El edificio en el que el emperador pasaba la noche anterior a los rituales es una pequeña reproducción de la Ciudad Prohibida.
Después de visitar el Templo del Cielo nos llevaron a comer al Mercado de la Seda, un centro comercial como tantos otros. La comida normalita, los capuchinos que se agenciaron mis mosqueteros, ¡de infarto! ¡Casi se va el grupo de lo que tardaron en hacerlos!.
Antes de tomar el tren de alta velocidad, aún dio tiempo de parar en un taller de demostración de perlas, por si alguien del grupo picaba y compraba alguna joya.
Nos dejaron por fin en las inmediaciones de la estación, y digo "inmediaciones" porque está prohibido llegar en coche (o autocar) hasta la puerta. Por seguridad, te dejan a bastante distancia y tienes que ir caminando con el equipaje entre los coches. Tras rigurosos controles de seguridad, y con todos los rótulos y paneles escritos en chino, nuestra guía nos dejó en la sala de espera del que era nuestro tren y se despidió de nosotros.
Durante el trayecto, de unas 5:30 horas de duración, pasaron ofreciendo snacks y bebidas, aunque a precios muy elevados. Pasadas las 21 horas, llegamos por fin a Xian y fuimos trasladados en autocar hasta el Grand Noble Hotel, donde, una vez realizado el check-in, aprovechamos para cenar algo en la cafetería del hotel: una bandeja de frutas, quesos y frutos secos riquísima.