Seguimos con nuestra ruta y nos tocaba volar a Guilin. Tuvimos uno de los peores vuelos de los últimos años, debido a un tifón que azotaba el sur de China y el norte de Vietnam, pero afortunadamente llegamos enteros a nuestro destino.
Nada más aterrizar, salimos en autocar hacia la Gruta de las Flautas de Caña. Su nombre se debe a las cañas de bambú que crecen en la entrada de la cueva, de las que se fabricaban flautas que todavía hoy se pueden comprar por unos pocos yuanes. Pero esta gruta de 240 metros de profundidad, que fue descubierta durante la dinastía Tang hace casi 1.300 años, no es popular por sus cañas, ni tampoco por sus dimensiones, lo suficientemente grandes como para que durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial sirviera como refugio de alrededor de 1.000 personas, sino por su techo y sus paredes.
Y es que la Cueva de la Flauta de Caña (Ludi Yan) es una fascinante galería natural, ahora mejorada por la iluminación multicolor. El recorrido dura alrededor de una hora, durante la cual se pueden ver rocas y pilares de piedra de formas extrañas, mientras el guía explica cosas interesantes sobre ellas. La iluminación, con luces de colores, le da un aspecto de palacio subterráneo, por lo que la cueva también es conocida como Palacio de Arte de la Naturaleza. Además, dentro de la cueva hay más de 70 inscripciones escritas con tinta, que se remontan al año 792, de la dinastía Tang (618-907).
En el interior de la cueva hay que subir y bajar escaleras por lo se ofrece la posibilidad de ser transportado en un palanquín, una especie de silla en la que se transportaba a las personas importantes en Oriente.
Tras esta visita, nos llevaron a una cooperativa de perlas de agua salada, otra de esas visitas que hay que realizar para colaborar con los artesanos locales. Después del trámite, nos llevaron al hotel.
Nos hospedamos en el Li Jiang Waterfall Hotel, un impresionante hotel de cristal donde cada tarde, en la fachada, se activaba una enorme cascada que dejaba maravillados a huéspedes y viajeros que se acercaban solo para ver el espectáculo. Hay que ponerse a distancia si no quieres salir remojado.
En este día hay que mencionar que nos habíamos quedado sin comer. Se suponía que la comida servida en el avión a las 10 de la mañana, entre saltos y vuelcos de estómago, ya era la comida de este día del tour, así que nos compramos unos snacks y salimos a pasear por Guilin.
Estos son los lugares que ver en Guilin:
Colina de la Trompa de Elefante: Esta colina, símbolo de la ciudad, se alza al sur de la ciudad y su forma recuerda a la trompa de un elefante bebiendo. Se encuentra en la confluencia de los ríos Li y Taohua. En la cima hay una pagoda del siglo XVI. En la falda de la colina, se encuentra el templo Yunfeng (de la época Tang). Se ve perfectamente desde el centro.
Pagodas de la Luna y el Sol: De estructura parecida, se diferencian por su distinta altura y por sus decoraciones dorada y plateada. La pagoda de color dorado es conocida como la Pagoda del Sol; y la de color plateado, es la Pagoda de la Luna. Dichos colores se realzan durante la noche, gracias a una iluminación muy llamativa: amarilla para la Pagoda del Sol, y blanca para la Pagoda de la Luna. Ambas pagodas, que están ambientadas con música budista, se pueden visitar. Asimismo, entre ambas hay un túnel que las une con un acuario. Nosotros no las visitamos pero sí pudimos verlas desde el exterior.
Otros lugares que ver en Guilin son la Colina de Fubo, con la caverna de la Perla Restituida; la Colina de las Siete Estrellas; la Colina donde se juntan los Colores, con la caverna del Viento, en la que se conservan interesantes relieves budistas; y las Tumbas Ming (en las afueras), 320 tumbas de miembros de la familia imperial descubiertas en unos montes de roca calcárea (sólo una es visitable); o el poblado de Daxu, con sus calles empedradas, sus casas de madera y sus negocios artesanales, típicos de la China más tradicional. Como todo en China, es para quedarse aquí unos días más.
La actividad que sí realizamos fue el Crucero de los dos ríos y los cuatro lagos (19:30-21:30h, 180 yuanes). Durante el trayecto, se pueden observar las Pagodas de la Luna y el Sol iluminadas, los puentes de Guilin (el puente de cristal o el de mármol blanco), los pescadores con cormoranes, que lanzan al agua un pescado de plástico para simular que pescan, y numerosos espectáculos en tierra firme, de ópera china y música tradicional, que perfectamente ambientados y decorados, se pueden observar desde el mismo barco.
Después del crucero, paseamos por la calle peatonal de Zhengyang Lu y cenamos en un restaurante que nos recomendó nuestro guía César, el Houyuan Back Garden, cuya especialidad era el pescado a la cerveza. También hacían pizzas y especialidades locales como la carne de perro.
Ya de nuevo en el hotel, nos llamaron por teléfono para avisarnos que, debido al tifón, probablemente se cancelaba el crucero por el río Li que teníamos previsto para el día siguiente. Habíamos ido expresamente a Guilin para realizar este crucero, y después del vuelo que tuvimos, la cancelación nos caía como un jarro de agua fría. Pero todavía teníamos que esperar al día siguiente para saber lo que nos deparaba el tour.