Al amanecer, nos desplazamos hasta el aeropuerto de Denpasar para coger un vuelo con destino a la Isla de Flores. Pedimos un taxi en el hotel y aprovechamos el tiempo de espera para desayunar en el aeropuerto. A pesar de mi fobia a volar, disfruté muchísimo del vuelo. Es impresionante sobrevolar Indonesia y poder ver desde el aire sus miles de islas y sus volcanes, como el Rinjani, que casi pudimos tocarlo!!.
A nuestra llegada a Labuan Bajo, vino a buscarnos nuestro guía en español, Dafry. Tiene una agencia, Dafry Komodo Tours y nos lo había recomendado Riasa, nuestro guía en Bali. La experiencia con él fue increíble y enseguida le cogimos mucho cariño. Si estáis interesado en hacer una ruta por la Isla de Flores y Komodo, podéis dejarnos un mensaje en nuestro formulario de contacto y os gestionaré vuestra ruta personalmente. También podéis contactar con él directamente para cualquier visita en la isla de Flores con conductor y guía privado en español, o reservas de barco para visitar Komodo: +62 82144030964. No tenemos más que palabras de agradecimiento por el trato recibido por él y su conductor, que estuvieron pendientes de nosotros durante los 4 días que pasamos en Labuan Bajo. Desde nuestra vuelta del viaje hasta el día de hoy, colaboro con Dafry en la gestión de su web www.dafrykomodotour.es y en el trato con los clientes. Así que no dudéis en reservar con nosotros vuestra experiencia en Flores!!!
Nada más aterrizar nos fuimos directamente a visitar la cueva de Rangko. Después de un trayecto en coche de poco más de media hora, llegamos al pueblo de Rangko donde subimos a una típica barca de madera. Nuestro guía negoció el precio (250.000 IDR), y tras 20 minutos de travesía llegamos al embarcadero. Desde allí, a pocos minutos andando por un camino de tierra y algunas escaleras, llegamos hasta la Cueva de Rangko.
La cueva de Rangko, también conocida como Gua Rangko, además de albergar estalactitas y estalagmitas, contiene una piscina natural de aguas azules, sólo visible así cuando la luz del sol incide en la cueva (al mediodía). El resto del tiempo la cueva está oscura.
Se puede nadar en ella y flotar con facilidad en sus aguas, debido a la alta concentración de minerales. Para bajar a la cueva hay unas escaleras muy resbaladizas y empinadas, conviene bajar con cuidado y mucho mejor con sandalias o escarpines. El baño en esta cueva fue una experiencia increíble que sin duda recomendamos.
Junto al embarcadero hay una pequeña playa de arena blanca, en la que nos quedamos un buen rato. La playa es paradisíaca y estuvimos completamente solos. El inconveniente es que apenas puedes bañarte, a pocos pasos de la orilla está todo lleno de algas que te impiden el acceso al agua.
Disfrutamos del entorno hasta mediodía y después del baño regresamos a Labuan Bajo para comer, en el restaurante Mai Cenggo. Un lugar con buenas vistas y muy buena comida.
Después de comer nos fuimos al hotel, Wae Molas, y aprovechamos para instalarnos y darnos un baño en la piscina. Es un alojamiento con 5 habiataciones, jardín, piscina, un bar de cóctales y restaurante, aunque no pudimos cenar ningún día porque cerraba muy pronto, pero el sitio es muy acogedor y tranquilo.
A última hora de la tarde, pasó Dafry a recogernos para subir a la colina de Amelia para disfrutar de las vistas y ver la puesta de sol. La subida hasta la cima de la colina es muy empinada, conviene llevar calzado apropiado. Las vistas eran espectaculares.
Al bajar de la colina de Amelia, nos dejaron en el pueblo de Labuan Bajo para que pudiésemos dar un paseo. Nos acercamos hasta el Fish Market, cerca del puerto, con un montón de puestos donde comer pescado fresco en mesas comunitarias. Todos los productos están expuestos en cada una de las paradas de venta así que, lo único que hay que hacer es elegir el producto, negociar el precio y esperar a que te lo sirvan en la mesa, aunque las condiciones higiénicas no son las más óptimas.
Dimos una vuelta por Labuan Bajo, por su calle principal de tiendas y restaurantes y cenamos en el Blue Marlin Dive Komodo, un centro de buceo con un restaurante con terraza con vistas al puerto. ¡Fantástico!