Empezamos el día visitando el pueblo fantasma de Kayaköy y la bahía de Ölüdeniz, en las inmediaciones de Fethiye.
A menos de 10 kilómetros de Fethiye encontramos la ciudad abandonada de Kayaköy, formada por cientos de casas y otras estructuras de la ciudad griega de Levissi.
Levissi no era una ciudad de la antigüedad, sino una población viva y activa a principios del siglo XX, que fue abandonada durante el intercambio de población entre Turquía y Grecia en 1923.
Los griegos musulmanes fueron a Turquía y los otomanos cristianos fueron a Grecia. Como estos últimos eran mucho más numerosos que aquellos, muchas ciudades en suelo turco quedaron deshabitadas. En realidad, nadie quería vivir en las casas de los cristianos.
Kayaköy ahora es un museo y un monumento histórico. Las casas, vacías, muchas con los techos hundidos y con las puertas y ventanas rotas, se arraciman en una empinada ladera.
La mayoría siguen el mismo patrón, están construidas con piedra y tienen una planta cuadrada. Los restos abandonados también sufrieron mucho con el terremoto que destruyó la vecina Fethiye.
Quedan dos iglesias, entre ellas la de Panayia Pyrgiotissa, y varias capillas, algunas en los lugares más elevados.
La visita sigue un itinerario marcado, realmente el único camino practicable dentro del conjunto. Es posible echar un vistazo a muchas de las casas que se encuentran justo al lado de ese camino.
Realmente impresiona el conjunto de cientos y cientos de viviendas que fueron abandonadas de repente hace casi un siglo. Se calcula que entre 8.000 y 10.000 personas, todas cristianas, fueron obligadas a dejar Levissi, lugar donde durante más de cinco siglos habían convivido pacíficamente con sus vecinos musulmanes.
Desde Kayaköy la carretera desciende hacia Ölüdeniz a través de un espeso pinar. Ölüdeniz (“Mar Muerto” en turco) es una laguna de aguas turquesas al fondo de la Bahía de Belcegiz.
La playa del pueblo es de acceso público, y aunque leímos que para entrar a pie a la laguna había que pagar, no encontramos ningún puesto de control que nos obligase a ello. Este tramo de costa es realmente uno de los más bellos de toda Turquía, por ello esta playa se encuentra entre las más bonitas del mundo.
Toda la zona tiene hamacas y varios chiringuitos donde instalarse. Hay también vestuarios y duchas. Conviene caminar hasta el final de la playa donde se haya la laguna. Después de darnos un bañito en la laguna azul, seguimos nuestra ruta hacia Kalkan.
El casco antiguo de Kalkan está formado por un conjunto de casas de estilo griego levantadas junto del puerto.
Es muy entretenido pasear sin rumbo por las calles cercanas al puerto, dedicándose únicamente a curiosear las tiendas, observar los detalles de la arquitectura y buscar un bar o un restaurante.
Hay una buena cantidad de casas que podrían estar en cualquier aldea griega, pero también otras de indudable gusto otomano; la mayoría han sido convertidas en cafés, restaurantes, tiendas o pequeños hoteles. Aprovechamos para comer por aquí. Las calles de Kalkan son realmente empinadas, cuesta mucho conducir por aquí, y hay poco aparcamiento disponible, tenedlo en cuenta.
Después de comer nos dimos un baño en la playa de Kaputas, a 6km de Kalkan. Considerada como otra de las mejores playas de Turquía, Kaputas llama la atención por sus preciosas aguas cristalinas, la mezcla de arena fina y grava y la tranquilidad que aquí se respira. Además, no podemos olvidarnos de que la playa surge de un acantilado, y para acceder a ella hay que bajar unas escaleras que surgen directamente de la carretera (hay que dejar el coche en el arcen). Cuenta con vestuarios y baños, y un bar.
Una vez en la playa, en dirección a la derecha, a unos 500 metros bordeando la costa, se encuentra la llamada Gruta Azul. Los más valientes pueden llegar a nado, aunque cuando fuimos había mucho oleaje.
Después del chapuzón, llegamos a Kas, al Hotel Kayakan, donde pasamos las siguientes dos noches.
Al igual que Kalkan, Kas es un pueblo levantado alrededor de su puerto. Hace siglos la población residía en el interior, en un lugar llamado Phellos (a unos 15 kilómetros de distancia), y el puerto era conocido como Antiphellos.
Kas se encuentra justo en el lugar donde una estrecha lengua de tierra se adentra en el Mediterráneo dividiendo en dos la bahía y generando así dos puertos muy bien protegidos.
Esta península tiene unos seis kilómetros de longitud y una carretera la rodea completamente. En esta parte de la Riviera Turca han surgido numerosos hoteles, clubs y embarcaderos, y también hay buenas playas, a muchas de las cuales se puede llegar directamente en barco desde el puerto de Kas en una especie de servicio de autobús marino.
Justo al comienzo de esa península se encuentra la principal atracción histórica de Kas, el teatro de Antiphellos. Se trata de un teatro que podía acoger a unos 4.000 espectadores y que está en bastantes buenas condiciones después de una restauración. Es uno de los teatros mejor ubicados de toda la zona, justo al borde del mar. Ahora se encuentra rodeado en buena parte por olivos, lo que le añade un cierto encanto al lugar.
Como ocurre en otras poblaciones de la zona, en las empinadas laderas que rodean la población se pueden ver algunas tumbas pertenecientes a la antigua cultura licia.
Además, igual que en Fethiye, hay algunos ejemplos de sarcófagos en las calles, como la llamada Tumba del Rey, que se encuentra en la calle Uzun Çarsi.
El puerto es una zona muy agradable para pasear, tomar algo en una taberna o curiosear en las tiendas cercanas. Asimismo es el punto de partida para numerosas excursiones, ya sea para navegar por los alrededores o bucear.
Reservamos una excursión de snorkel para el día siguiente, directamente en uno de las agencias que se encontraban en el mismo paseo, y después de pasear por el animado centro de Kas y cenar en uno de sus restaurantes, regresamos al hotel para descansar.