¡¡Por fin nos íbamos a la Capadocia!! Teníamos mucho coche por delante así que salímos muy pronto, siguiendo la costa hacia el este y empezamos el ascenso por un puerto de montaña hacia el interior de Turquía. Bordeamos la región de los lagos y paramos a comer y a visitar Konya. Por la tarde hicimos una parada en un caravasar antes de llegar a nuestro hotel en Goreme.
Después de conducir durante 4 horas, llegamos a Konya, una de las ciudades más antiguas y conservadoras de Turquía. Se pueden ver a muchas mujeres con niqabs y hasta con guantes para cubrir las manos. Pero el motivo de nuestra parada fue la visita al Museo Mevlana, que antaño fue la sede de los derviches giróvagos.
Se accede por una entrada, que según reza la inscripción, fue ordenada construir por el hijo de Mehmed II en 1599. Según entramos, a la izquierda hay 6 ataúdes en filas de 3, donde están enterrados los derviches que acompañaron a Mevlana en su viaje a Konya. Frente a estos y cubiertos por dos cúpulas se hayan enterrados la mujer e hijos de Mevlana.
La tumba de Mevlana sobresale de entre las demás, ya que está ricamente decorada con versos del Corán grabados en oro. La mezquita contigua fue construida bajo el reinado de Solimán el Magnífico, y en ella los derviches solían rezar y realizar su danza ritual al ritmo de los instrumentos musicales que se exponen en el museo.
En la mezquita además, se exponen objetos y libros que pertenecieron al gran maestro, así como coranes antiguos y una caja con pelos de la barba que pertenecieron al profeta.
También se puede acceder a las 17 celdas que pertenecieron a los derviches y a las cocinas del monasterio. El conjunto también alberga el cementerio de Uçler, el patio, la puerta de Çerag, la sala de cantos, la fuente y una biblioteca, que muestra los vestigios de la vida y obra de esta civilización.
Junto al complejo del Museo Mevlana (mausoleo, mezquita Selimiye y cementerio), se encuentra la Mezquita Aziziye, erigida a finales del S.XIX en estilo barroco otomano, tiene minaretes gemelos con un balconcito cerrado, que parece más un faro que un minarete, aunque no pudimos entrar a visitarla.
Entre esta mezquita y la plaza Alaeddin, se encuentra el bazar, dividido según la tradición, en diferentes oficios y costumbres.
La Plaza Alaeddin ocupa el lugar de la ciudadela selyúcida, sede de la antigua acrópolis de la que se han encontrado restos del 7000 a.C. En la parte sur de la plaza se encuentra la Mezquita de Alaeddin erigida en 1220. En el interior 42 columnas con capiteles romanos y bizantinos que sostienen el techo de madera de la sala de oración. Destaca el minbar del S.XII esculpido en ébano.
En el lado norte de la plaza se encuentra la Büyük Karatay Medresesi, una madraza del 1251, con un magnífico portal de mármol. La cúpula central de la sala de oración, con baldosas selyúcidas de color azul decoradas en oro, crea el efecto del firmamento. En el edificio adjunto se encuentra el Museo del Azulejo.
En el lado oeste de la plaza se encuentra el Ince Minare Madresesi, pequeña madraza con una fachada fantástica, que alberga el museo de objetos de madera y piedra tallada.
Hay otras madrazas y varios museos interesantes en Konya, para quedarse varios días!!!.
Nosotros visitamos el monasterio, dimos un paseo por el mercado y comimos entre locales, una especie de pizza alargada y finísima que estaba deliciosa. Se llama "pides" y no te la puedes perder.
Seguimos nuestra ruta a través de la estepa turca, una zona llana, llena de praderas que llegan al horizonte y algunas pocas montañas en la distancia. Esta estepa era recorrida por las antiguas caravanas de la fascinante y famosa Ruta de la Seda, que unía la antigua Europa con el continente asiático.
Una ruta, donde los antiguos comerciantes traían y llevaban, objetos exóticos de un lado del Mundo al otro (como la seda), permitiendo que las diferentes comunidades y reinos de Europa y Asia compartieran o intercambiaran sus mercancías.
En nuestra ruta por la estepa turca nos encontramos con el Caravasar Sultanhani, que era una edificación construida con el propósito de alojar a los viajeros, sus animales y custodiar sus mercancías mientras realizaban rutas comerciales.
Estos caravasares también eran utilizados por caravanas que realizaban largos viajes, con objetivo comercial, militar o peregrinaje religioso. Los caravasares o hans son los verdaderos antecesores de los modernos y actuales hoteles y hostales de carretera.
El Caravasar Sultanhani es el más grande e impresionante de toda Anatolia. Este han o caravasar fue construido en el año 1229, durante el reinado del sultán selyúcida Alaeddin Keykubad I y restaurado, tras un incendio, en el año 1278, fue entonces cuando se convirtió en el caravasar más grande de toda Turquía.
Cabe destacar la impresionante y sublime entrada, elaborada con motivos geométricos y florales en la piedra. En el centro del patio del se eleva una “mescit”, una sala de oración a la que podemos subir y acceder y ver en su interior el mirhab tallado en la piedra de una de sus paredes, lo que marca la dirección a la Meca.
Esta “mescit” está rodeada de salas que se utilizaban para dormir, comer y cocinar. Una puerta sencilla y pequeña, nos conduce al “a hir”, el establo, donde descansaban los animales. Esta sala, llena de arcos, cúpulas y pilares se encuentra en la penumbra arrullada por las palomas.
Después de visitar el caravasar, tomamos algo en un bar situado enfrente y finalmente llegamos a Goreme, ya de noche (las meriendas nos pueden), nos instalamos en el hotel-cueva Capadocia Cave Land Hotel. ¡¡Fantástico!!. Las habitaciones eran alucinantes, el hotel muy pequeñito, y en la azotea unas vistas impresionantes de las chimeneas de hadas. ¿Qué más se puede pedir? Ah, y ¡¡baratísimo!!
Salimos a cenar por el pueblo, eso sí, nos teníamos que acostar temprano, que al día siguiente ¡¡¡volábamos en globo!!!.