Nos levantamos al amanecer para una de las experiencias más increíbles que hemos tenido nunca, ¡¡viajar en globo!! Reservamos en el mismo hotel (60€ por persona) y nos llevaron hasta el lugar del despegue. Pudimos ver cómo inflaban los globos, y antes de que saliese el sol ya habíamos despegado.
La experiencia fue increíble, las vistas espectaculares, inolvidable. Sobrevolamos desde Goreme al Valle del Amor y Ortahisar. Es una experiencia de nadie debería perderse en el Capadocia. Como consejo diremos que no está muy adaptado para personas con dificultades de movilidad. Hay que subir y bajar de la cesta del globo trepando por ella, y a la hora de aterrizar, hay que agacharse y colocarse en una posición de seguridad, abrazándose las piernas. A mi madre le costó bastante todo esto, y aunque el vuelo le encantó, no lo repetiría por estos inconvenientes.
El vuelo duró una hora, y una vez en tierra nos hicieron entrega de unos diplomas y un cóctel de celebración. También nos vendieron la grabación en cd de todo el vuelo, excepto el aterrizaje, que por seguridad, no se grabó.
Ya de vuelta al hotel, desayunamos y nos quitamos unas cuantas capas térmicas para empezar con las visitas del día.
Después de reponer fuerzas y comentar las emociones del vuelo, empezamos con la visita al Museo al Aire libre de Goreme (allí compramos nuestra Capadocia Card).
Este museo está formado por decenas de monasterios colocados uno al lado del otro, cada uno con su propia iglesia. En él se encuentra la mejor de las iglesias excavadas en la roca (La iglesia oscura), y numerosas iglesias con hermosos frescos, ejemplos únicos de arquitectura rupestre.
Desde la taquilla, siguiendo el camino empedrado se llega a la Aziz Basil Sapeli, capilla dedicada a San Basilio, nacido en Kayseri y uno de los santos más importantes de Capadocia. Los agujeros del suelo, cubiertos con rejas, fueron las tumbas de los arquitectos de la capilla. Las cajas pequeñas contenían los huesos de la gente menos pudiente.
Encima de esta iglesia se entran, en cuclillas, en la Elmali Kilise o Iglesia de la Manzana, uno de los edificios más emblemáticos de la zona por sus colores vivos. La iglesia tiene hermosos frescos que datan de los siglos XI y XII, que narran escenas de la Biblia y la vida de Cristo. El edificio debe su nombre al huerto de manzanas que estaba en la entrada principal.
La Iglesia de Santa Barbara está situada detrás de la iglesia de la manzana y fue esculpida por soldados bizantinos en honor de su santa patrona, que aparece según se entra a la izquierda. También pintaron misteriosas escenas en el techo: la de en medio podría ser la Ascensión; sobre la figura de San Jorge del muro más alejado hay una extraña criatura, que podría ser un dragón, y dos cruces, que suelen ser lo que mata a la bestia.
Monte arriba, en la Yilanli Kilise o Iglesia de la Serpiente o de San Onofre, siguen los tormentos del pobre dragón, para colmo, al bautizar la iglesia lo rebajaron a culebra, ¡¡pobrecillo!!. Un hermético San Onofre aparece pintado a la derecha sosteniendo una púdica hoja de palmera sobre sus genitales.
La Iglesia más famosa del museo es la Iglesia Oscura (Karanlik Kilise). Se paga entrada a parte pero sin duda vale la pena, está repleta de frescos. Su nombre se debe a que, en un principio, tenía muy pocas ventanas.
Nada más pasar la Iglesia Oscura está la pequeña Azize Katarina Sapeli o Capilla de Santa Catalina, con frescos de San Jorge y Santa Catalina.
La iglesia de las Sandalias (Carikli Kilise) es del S.XIII. El nombre le viene de las cuatro huellas marcadas en el suelo que representan las últimas pisadas de Cristo antes de subir a los cielos. Bajo la cúpula central están representados los cuatro evangelistas; y en el arco que preside la entrada, a la izquierda, la traición de Judas.
Monte abajo se encuentra el Convento de las Monjas o Rahibeler Manastiri, que originalmente tenía varios pisos de altura. Lo único que queda es un gran refectorio desnudo y, subiendo algunos escalones, una pequeña capilla con frescos.
Al salir del museo no hay que olvidar cruzar la carretera y visitar la Iglesia de la Hebilla o Takali Kilise, 50m monte abajo camino del pueblo. Es una de las mayores y más espléndidas iglesias de Göreme. Se entra por la iglesia vieja, del S.X, a través de una cámara con bóveda de cañón pintada con frescos de la vida de Jesús. Escaleras arriba está la iglesia nueva, menos de un siglo más joven e igualmente animada por frescos de una temática similar. Los agujeros del suelo contenían tumbas que los cristianos se llevaron consigo en el intercambio de población.
A continuación visitamos la ciudad subterránea de Özkonak. Más pequeña que otras ciudades subterráneas de Capadocia como Kaymakli y Derinkuyu, la ciudad subterránea de Ozkonak (Özkonak Yeraltı Şehri) también está mucho menos concurrida. Probablemente construida en la era bizantina, aunque quizás incluso más antigua, la ciudad subterránea fue redescubierta en los años 70 por un granjero local que se preguntaba adónde iba a parar el exceso de agua de sus cultivos.
Resulta que estaba entrando en una gran ciudad subterránea que se extendía diez pisos de profundidad y podía albergar a 60.000 personas.
Con una profundidad total de 40 metros, hoy solo están abiertos los primeros cuatro pisos. Mientras recorramos los pequeños pasillos, veremos la sofisticación de la ciudad, que tenía un sistema de comunicación integrado compuesto por tuberías que conectaban los 10 niveles.
Hemos de estar atentos a los agujeros en las paredes, que proporcionaban ventilación en caso de que la ciudad tuviera que cerrarse al mundo exterior, si los enemigos intentaban invadir. La ciudad subterránea también tenía su propia bodega y pozo de agua, y si los enemigos se acercaban demasiado, los habitantes de Özkonak estaban más que listos para verter aceite caliente sobre ellos a través de agujeros secretos diseñados para ese mismo propósito (es un poco claustrofóbico).
Muy cerca de aquí se encuentra el Saruhan Kervansaray, el caravasar amarillo. Construido en 1259, tiene un elaborado portón con una mezquita encima. Es uno de los caravasares selyúcidas mejor conservados, restaurado a finales de la década de los 80. Al bajar a toda marcha por la carretera, hay que ponerse en el lugar de los mercaderes con ganas de terminar la jornada y darles un descanso a los camellos. Se puede visitar el caravasar y además asistir a la ceremonia de los derviches que tiene lugar cada tarde a las 18h y a las 21h (no tuvimos tiempo de hacer esta visita).
Posteriormente pusimos rumbo a Cavusin, donde aprovechamos para comer. En las calles de Cavusin se puede explorar un empinado y laberíntico complejo de casas abandonadas talladas en una pared rocosa, así como algunas de las iglesias más antiguas de la Capadocia, la Iglesia de San Juan Bautista, situada hacia lo alto del sendero del acantilado. Junto a la carretera se encuentra también la Iglesia de Cavusin, a la que se accede por una escalera de hierro de dudosa consistencia. Alberga algunos frescos notables.
Comimos a pie de carretera una de esas ollitas con carne de ternera tan típicas que no nos entusiasmó demasiado.
A 2 km de Cavusin se encuentra Pasabaglari, una magnífica selva de pináculos de roca de hasta 10m de altura, que llevan a la cima de un macizo de piedra volcánica. El valle, rodeado de viñedos también se conoce como el Valle de los Ermitaños, porque los monjes usaban los pináculos para retirarse a orar. Un sugestivo paseo entre las agujas lleva hasta la celda de San Simeón, un camino entre chimeneas de hadas de tres cabezas.
Pocos kilómetros más al norte se encuentra el pueblo de Avanos, famoso por su cerámica. Normalmente son los hombres quienes moldean la cerámica de barro, y las mujeres quienes las pintan en turquesa o en los marrones y amarillos terrosos de la región. Se pueden visitar algunas fábricas de cerámica (pasamos un par de veces con el coche pero no llegamos a parar).
Entre Göreme y Cavusin se encuentran varios valles de formaciones rocosas e iglesias excavadas en la roca, entre ellos el Valle de las Rosas y el Valle Rojo. Se puede aprovechar para subir a los miradores a ver la puesta de sol (te hacen pagar una especie de peaje en todos los valles para pasar con el coche).
Nosotros dimos un breve paseo por el valle de las Rosas aunque el recorrido total dura 1h aproximadamente y cuenta con algunas de las chimeneas de hadas más bonitas de la Capadocia. Además, también esconde fabulosas iglesias rupestres poco visitadas de coloridos frescos.
Desde el inicio del sendero se pasa por la Iglesia de Santa Ana y San Joaquín. Luego hay que seguir las indicaciones hacia la Kolonlu Kilise (Iglesia columnada), cuya fachada es fácil pasar por alto. Una vez pasada la entrada y la cámara inferior a gatas, se llega a una nave de piedra blanca repleta de gruesas columnas excavadas en la roca.
Siguiendo el camino principal ya de regreso al inicio (ruta circular), se encuentra la Haçli Kilise (Iglesia de la Cruz) a la que se accede por una tambaleante escalera de madera, tiene frescos del S.IX en el ábside y una gran cruz labrada en el techo. Por último, en dirección norte, se encuentra la Üç Haçli Kilise (Iglesia de las Tres Cruces), con un espectacular relieve en el techo.
Regresamos a nuestro hotel en Goreme y subimos hasta el mirador para ver la puesta de sol. Subimos andando para no pagar el “peaje”. Las vistas eran fantásticas!! Después del espectáculo, dimos un paseo por el animado pueblo de Goreme. Las tiendas están abiertas hasta tarde y es más barato que en ningún otro sitio de Turquía, así que aprovecha para hacer tus compras en Goreme.