Empezamos el día visitando uno de los lugares imprescindibles en la ruta por Turquía en 21 días, Éfeso.
El recinto arqueológico de Éfeso es uno de los restos más impresionantes del mundo antiguo en el Mediterráneo. Fue incluido en 2015 en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco por ser un excelente ejemplo de urbanismo adaptado al paisaje, por ser un testimonio de tradiciones culturales y religiosas de origen local y también helenísticas, romanas y cristianas.
Te aconsejamos que dejes el coche en uno de los aparcamientos habilitados, y que tomes un taxi hasta la puerta opuesta. Es decir, si aparcas en la puerta sur, desplázate hasta la puerta norte en taxi para iniciar la visita (o al revés). Así al acabar la visita estarás justo en la salida donde tienes el coche y no tendrás que volver atrás a través del recinto con la caminata que eso supone. En los aparcamientos encontrarás taxis que se ofrecen para hacer este servicio.
El acceso al recinto se realiza por la Vía Arcadiana, la vía de entrada a la ciudad para los que desembarcaban en el puerto, que era uno de los más activos de Asia Menor hace dos milenios.
Esta vía de más de 500 metros de longitud, estaba flanqueada por pórticos donde habría tiendas, aunque en la actualidad sólo se conserva el pavimento.
Los historiadores afirman que esta calle llegó a tener iluminación pública, algo que sólo existía en Roma y Antioquía.
Por la Vía Arcadiana se llega al Teatro, que aprovecha la pendiente del monte Pion para distribuir las filas de asientos. Lo que se visita ahora es la rehabilitación del teatro romano, del siglo I de nuestra era, que podía acoger a 24.000 espectadores.
En su momento de esplendor, con paramentos de mármol que han desaparecido, debía ser un lugar verdaderamente magnífico donde se representaban obras de autores clásicos, pero también se celebraban fiestas y era el gran centro de reunión de la ciudad.
Por delante del Teatro y perpendicular a la Vía Arcadiana corre la Calle de Mármol, que conduce al Ágora y a la Biblioteca de Celso, y que también estaba flanqueada de pórticos.
La Biblioteca de Celso es uno de los edificios más espectaculares de todo Éfeso, sobre todo por la gran reconstrucción que realizaron los arqueólogos.
Su fachada, muy elaborada, muestra dos pisos y está ricamente adornada, y un detalle poco conocido es que en realidad es un monumento funerario.
Cuando el cónsul quiso construir un mausoleo para su padre, Celso, en el interior de la ciudad sólo le daba permiso si el edificio tenía otra función. Así se dedicó una gran cantidad de dinero para la obtención de fondos bibliográficos, lo que permitió enterrar el sepulcro en el sótano, lo cual descubrieron los arqueólogos en 1904.
Desde la biblioteca se llega a la Calle de los Curetes, una de las principales de Éfeso ya que unía la Ciudad Baja con la Ciudad Alta.
Al comienzo de esta calle se encuentra la llamada Casa de los Placeres, la cual apenas está reconstruida pero es una de las que despierta siempre mayor interés.
Frecuentemente se dice que un grabado en el suelo con la forma de la planta de un pie y de una mujer es un aviso de que éste es el camino hacia el lupanar. Probablemente la casa, con varios patios, tuviera diferentes usos a lo largo de los siglos. Muy cerca se encuentran las letrinas.
Siguiendo por la Calle de los Curetes se llega al Templo de Adriano, otro de los edificios más atractivos de Éfeso, el cual destaca por sus relieves.
En el arco de la entrada aparece representada una tyche, una diosa local, y en el tímpano otra figura femenina surge de una decoración de acantos. Al lado se encuentran las Termas de Escolástica.
Justo enfrente destacan las llamadas Casas en Terraza, una serie de grandes mansiones organizadas alrededor de atrios, en las que lo más interesante es observar las paredes decoradas con frescos y los mosaicos. Para acceder a ellas es necesario un ticket adicional que puedes adquirir al entrar, junto con la entrada general del recinto. Vale mucho la pena, además, no entran los grupos, por lo que la visita la haces prácticamente solo.
En el camino ascendente hacia la Ciudad Alta se pasa por otros lugares de interés como el Ninfeo de Trajano, la Puerta de Hércules y el monumento a Memmio.
En esta parte alta, donde se concentraban los edificios públicos dedicados al gobierno de la ciudad, destaca el Ágora del Estado y el Bouleuterión. Este último está muy bien conservado, y aunque a primera vista podría tomarse por un teatro, era el lugar de reunión del Consejo de la ciudad.
Después de visitar Éfeso, nos acercamos hasta la Cueva de los siete durmientes. Aproximadamente a 1Km de las excavaciones por una carretera asfaltada, se llega a uno de los lugares de culto más antiguos de la ciudad, donde se cree que se adoraba a la diosa Madre. Cuenta la leyenda que 7 jóvenes se refugiaron en esta cueva para huir de las persecuciones y, después de que los soldados romanos tapiasen la entrada, cayeron durante 200 años en un profundo sueño. Cuando se despertaron, vivieron en la ciudad, ya cristianizada, y al morir fueron enterrados en la misma cueva (hay otra cueva con la misma leyenda en Jordania). Un señor nos acompañó por el lugar y nos explicó el hallazgo por una pequeña propina, y ¡bien feliz que le hicimos!.
De camino al pueblo de Selçuk, hicimos una breve parada en el Templo de Artemisa, considerado como una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Siendo la construcción más valiosa, es la peor conservada pues sólo queda una columna de este monumental templo.
Las obras fueron comenzadas por el último rey de Lidia, el rey Creso (nacido cerca del 595 a. C.), y se extendieron unos 120 años para honrar la imagen de Artemisa. Esta diosa era una de las doce grandes divinidades olímpicas de la mitología griega; la diosa de la fertilidad, la caza y la guerra. Artemisa era hija de Zeus (el padre de los dioses y los hombres a quienes gobernaba desde el Monte Olimpo) y hermana gemela de Apolo (dios de la verdad y la profecía, del sol y de la luz).
No se sabe a ciencia cierta el aspecto exacto del templo aunque según las descripciones de Plinio el Viejo hablaba de que el monumento tenía 115 metros de largo por 55 metros de ancho. Estos detalles nos indican que el Templo de Artemisa era el más grande de toda la civilización griega. Su característica principal eran sus columnas, 127 en total, con una altura aproximada de 18 metros cada una de ellas.
Después de esta parada, comimos en Selçuk, a sólo 3km de las excavaciones, para continuar con las visitas por la tarde. Comimos en un restaurante justo al lado del acueducto de Selçuk.
En Selçuk visitamos la casa donde se dice vivió la Virgen María. María vivió durante tres años en Jerusalén, otros tres en Betania, y finalmente acabó descansando en las cercanías de Éfeso durante nueve años. Según la tradición, tras la crucifixión de Jesucristo, Juan el Evangelista se llevó a María lejos de Jerusalén en una huida marcada por la persecución a la que era sometida.
Las partes más antiguas del edificio datan del siglo I tras los estudios de la composición del carbón. La estructura principal, sin embargo, está fechada en los siglos VI y VII y lo que vemos en la actualidad, no es sino una capilla construida encima del asentamiento anterior. Se llama Panaya Kapuli o Kaulu, la Capilla de la Pura María, y su conservación es excelente después de verse sometida a una restauración en el año 1950.
El descubrimiento de la casa vino precedido por las visiones de una cristiana alemana, Anna Katharina Emmerick. Dos sacerdotes, los padres Henry Jung y Eugène Poulin, franceses y lazaristas, salieron en su busca un siglo más tarde de las visiones. La Iglesia Católica no ha afirmado en ningún momento la autenticidad de la casa de la Virgen María por falta de pruebas concluyentes. Sin embargo, sí ha sido visitada por Juan Pablo II y Benedicto XVI.
También en Selçuk visitamos la Basílica de San Juan Bautista, construida por el Emperador Justiniano en el S.VI, quien llegó hasta la pequeña iglesia que había en esa época, y al ver la tumba de este importante personaje, decidió construir un templo de mayor tamaño para honrar a este santo.
Durante la Edad Media fue uno de los sitios más sagrados para los peregrinos pero el declive de la ciudad y la invasión de los árabes llevaron a este sitio a las ruinas a través de los siglos.
Sin embargo, recientemente se decidió hacer una restauración para mostrar a los visitantes la importancia histórica de este lugar, así como para darles una idea del tamaño que tenía en sus mejores épocas. También se pueden ver reconstrucciones de trozos de paredes y columnas, que nos darán una idea de lo espectacular que era este sitio en el pasado (eso y un poquito de imaginación). Una placa indica el lugar donde se supone que está enterrado el Santo.
Por último, se puede visitar la mezquita de Isa Bey, construida en 1374, es una de las obras de arte arquitectónico más antiguas e impresionantes que quedan en Turquía, según los planos de la Gran Mezquita de Damasco.
La mezquita tiene dos entradas principales, al este y al oeste y contiene un patio con fuente. El muro occidental tiene inscripciones y formas geométricas. Las paredes están cubiertas con mármol. En el siglo XIX, también se utilizó como caravasar.
Después de visitar Selçuk, nos dirigimos a Sirince, un bonito pueblo de casas griegas restauradas.
Posada en lo alto de las colinas, con impresionantes vistas a los viñedos, huertos frutales y campos de aceitunas, Sirince está considerada como una de las villas más escénicas en la costa del Mar Egeo. Sus calles empedradas, cuentan con un gran número de tiendas de artesanía, tiendas de vino, aceite y licores de frutas. Cuenta también con varias iglesias ortodoxas bellamente restauradas y mezquitas escondidas en sus calles empedradas. El pueblo es muy turístico pero vale la pena dar un paseo por sus calles y puestos de artesanía. Todo es cuesta arriba, así que si tienes problemas de movilidad, mejor sáltate esta visita.
Ahora sí, después de este intenso día, volvimos a nuestro hotel en Kusadasi. Salimos a dar un paseíto por el paseo marítimo y cenamos en el puerto a base de pescado. Y así pusimos fin a este fantástico día.