Después de pasar una noche mágica a bordo de nuestro crucero por el Nilo, nos despertamos llenos de emoción y listos para la aventura. Desembarcamos y, con el sol brillando y el aire fresco, comenzamos nuestro recorrido por el legendario Valle de los Reyes. La atmósfera es electrizante y cada paso nos acerca a los misterios y tesoros ocultos de los faraones. ¡No hay mejor manera de empezar el día que explorando uno de los lugares más fascinantes del antiguo Egipto.
Comenzamos el día visitando las impresionantes Tumbas del Valle de los Reyes, donde exploramos las antiguas moradas de los faraones y sus tesoros escondidos. Luego, nos dirigimos al majestuoso Templo de la Reina Hatshepsut, donde la arquitectura y la historia nos dejaron maravillados.
Tras la visita al templo, continuamos nuestro recorrido hasta los colosales Colosos de Memnón, dos gigantescas estatuas que nos saludaron con su imponente presencia. Finalmente, terminamos nuestra jornada explorando los templos de Luxor y Karnak, donde las gigantescas columnas y los intrincados relieves nos transportaron a otra época.
Cada lugar que visitamos nos brindó una pieza única del magnífico mosaico que es la historia del antiguo Egipto. ¡Fue una experiencia inolvidable!
El Valle de los Reyes es la necrópolis de Egipto donde reposan muchos de los faraones del Imperio Nuevo. Hasta el día de hoy, se han descubierto más de 60 tumbas talladas en la roca. En la antigüedad, este lugar era conocido como "Ta Iset Maat", que significa "lugar de la verdad". El primer faraón enterrado aquí fue el rey Tutmosis I, de la XVIII dinastía.
Durante el Reino Antiguo y el Reino Medio, los reyes egipcios eran sepultados en pirámides en el norte del país, cerca de Menfis, la capital de entonces. Sin embargo, tras la construcción de las últimas pirámides, Egipto atravesó una crisis y los faraones perdieron su poder. En ese periodo, los hicsos, un grupo procedente de Asia, dominaron el Delta, mientras que el sur del país quedó en manos de una familia de gobernantes en Tebas, dividendo Egipto en dos. Los príncipes de Tebas, fieles a sus raíces, se enterraron en su ciudad, al oeste del Nilo.
Una vez que la familia real tebana reconquistó todo el país y se convirtieron en los nuevos faraones, decidieron establecer Tebas como la nueva capital. Abandonaron la construcción de pirámides, ya que eran grandes y fáciles de saquear si no se vigilaban. Optaron por un lugar más apartado y discreto para enterrar sus momias, un sitio seguro y oculto: un valle solitario en la orilla occidental de Tebas, hoy conocido como el Valle de los Reyes. Este valle tenía el espacio y las condiciones ideales para excavar tumbas con un acceso restringido y seguro. Además, la montaña en la entrada del valle, conocida en árabe como El-Qurna ("El cuerno"), recuerda a una pirámide.
Las tumbas del Valle de los Reyes están numeradas según su descubrimiento, siendo la última la de Tutankhamon, la número 62. Los egiptólogos utilizan las siglas KV ("King Valley", Valle de los Reyes en inglés) junto al número para identificarlas. Aunque todas las tumbas son diferentes, se dividen en dos tipos principales según su estructura. Las más antiguas, de la XVIII dinastía, tienen un pasillo recto con mucha pendiente que gira hacia la izquierda, donde se encuentra la cámara funeraria. Las tumbas de las dinastías XIX y XX son rectas y con poca pendiente, como un largo corredor con escaleras, pasillos y habitaciones en línea.
Independientemente del tipo, las tumbas están decoradas con relieves y fragmentos del Libro de los Muertos y otros textos funerarios. Estos textos servían como guías para que el faraón pudiera navegar el Más Allá, garantizando que su alma llegara íntegra y pudiera vivir eternamente.
Con las entradas podíamos visitar tres tumbas. Nosotros visitamos la tumba de Horenheb (KV57), la de Ramsés IV (KV2) y la de Ramsés VII (KV1). La entrada a la tumba de Tutankamón tiene un costo adicional y la adquirimos de manera opcional en las taquillas. Además, tuvimos la suerte de poder ver al faraón en persona. Normalmente, la tumba está cerrada para preservar su integridad, pero de vez en cuando se llevan a cabo tareas de mantenimiento y se mantiene abierta temporalmente. Está totalmente prohibido hacer fotografías en todo el reciento.
El Templo de Hatshepsut, situado en el valle de Deir el-Bahari, es una joya arquitectónica excavada en la roca, diseñada por el talentoso arquitecto Senenmut. Este templo rinde homenaje a Hatshepsut, la única mujer que reinó en Egipto durante un prolongado periodo. Su construcción, que tuvo lugar entre el séptimo y vigésimo primer año de su reinado, combina una parte excavada en la roca con tres impresionantes terrazas exteriores.
Tras la muerte de Hatshepsut, su hermano Tutmosis III, a quien había despojado del trono dos décadas antes, mandó destruir casi todos los vestigios de su reinado en el templo. Sin embargo, en el lugar se pueden encontrar estatuas de Tutmosis III.
Al atravesar la entrada, se accede a la primera terraza: un gran patio rodeado de muros bajos y largos con un doble pórtico. Este espacio está adornado con relieves que muestran barcazas transportando obeliscos desde Asuán al gran templo de Amón en Karnak, así como escenas de caza y pesca. Originalmente, esta terraza contaba con dos estanques en forma de T con plantas ornamentales. En el pórtico había dos figuras osiríacas, de las cuales solo una se mantiene en pie.
Una rampa ascendente, decorada con el león protector del nombre de la reina, conduce al segundo nivel. Aquí se encuentra un pórtico con dos filas de 22 pilares cuadrados, decorados con relieves que narran el nacimiento, la educación y la coronación de la reina, además de una expedición comercial hasta el país de Punt y su regreso triunfal al templo de Amón. Estos relieves, restaurados por Seti I, están considerados como unas de las obras maestras del templo. A la derecha del pórtico principal, hay otro pórtico inacabado con 15 columnas y 4 nichos.
En el ángulo entre los dos pórticos se encuentra la capilla de Anubis, compuesta por un vestíbulo y tres santuarios. Sus paredes están decoradas con escenas de Thutmose I y Hatshepsut haciendo ofrendas a Anubis, Amón y Ra-Horajty.
En el extremo izquierdo de la terraza, excavada en la roca, está la capilla de Hathor, formada por dos salas hipóstilas. Una de estas salas presenta columnas hathóricas, mientras que la otra tiene columnas acanaladas. El templo está decorado con escenas de fiestas en honor a Hathor y ofrendas de la reina a los dioses, además de decoraciones celestiales.
La tercera y última terraza contiene 22 columnas precedidas de pilares osiríacos, que fueron destruidos por Tutmosis III tras asumir el poder tras la muerte de Hatshepsut. En esta terraza, en el lado sur, se encuentra la capilla de Thutmose I y la cámara de ofrendas de la reina, ambas excavadas en la roca. En el lado norte, están las salas dedicadas a Ra-Horajty, con un vestíbulo con nicho elevado y un patio interior.
La última estancia del templo, el santuario, consta de tres salas con nichos destinados a objetos de culto. La primera sala, decorada con imágenes de la reina, Tutmosis III y Neferura haciendo ofrendas a Tutmosis I y II y a la reina Ahmes-Nefertari, estaba destinada a albergar la barca sagrada. La tercera sala, excavada por Ptolomeo VIII Evergetes II, está consagrada al culto de funcionarios divinizados como Amenhotep (Hijo de Hapu) e Imhotep.
En el lado occidental de la parte trasera de la sala, había una serie de nichos que contenían estatuas de la reina, y una entrada en el muro conducía al santuario. Desde el segundo patio, se podía acceder a capillas dedicadas a Anubis y Hathor.
Al finalizar este visita nos llevaron a un taller de artesanos de la piedra. Allí pudimos ver cómo esculpían la piedra extraída de la montaña con bellas inscripciones egipcias. Tras regatear un buen rato, nos llevamos un recuerdo para casa.
Hace 3.200 años, la tierra tembló en la antigua Tebas. La convulsión causó estragos en el templo de Amenhotep III, el más extenso e imponente de todos los templos conmemorativos que salpican la orilla occidental de la actual Luxor. Cientos de esculturas —retratos del faraón, su linaje y sus deidades más queridas— se desplomaron, vencidas por la sacudida. Sin embargo, las enormes estatuas que flanqueaban la entrada al complejo permanecieron en pie.
En el año 27 a.C., las figuras resistieron otro fuerte seísmo, aunque el impacto agrietó el coloso norte. De una pequeña hendidura surgió un rumor que griegos y romanos convirtieron en la leyenda de Memnón, el rey etíope, héroe de la guerra de Troya e hijo de Eos (la diosa del amanecer). Desde entonces, se decía que las estatuas "cantaban" cada mañana al amanecer, en particular, la situada más al sur. Este fenómeno se explicaba por el cambio de temperatura al inicio del día, que provocaba la evaporación del agua atrapada en las fisuras del coloso, produciendo un sonido peculiar.
Las dos estatuas gemelas representan a Amenhotep III en posición sedente, con las manos reposando en las rodillas y la mirada dirigida hacia el este, en dirección al río Nilo y al sol naciente. A cada lado del trono, dos figuras de menor tamaño representan a su esposa Tiy y a su madre Mutemuia. Los paneles laterales muestran una alegoría en bajorrelieve del dios de la inundación anual, Hapy.
Las estatuas están esculpidas en grandes bloques de cuarcita, traídos especialmente desde Guiza y la cantera de Gebel el-Silsila, al norte de Asuán. Incluyendo las bases de piedra sobre las que se asientan, las estatuas tienen una altura total de dieciocho metros. Originalmente, los colosos presidían la primera entrada de los tres pilonos del complejo funerario de Amenhotep III. Además, existen otros cuatro colosos caídos que flanquean otros dos pilonos desaparecidos, que una misión internacional está intentando recuperar.
El templo de Amenhotep III era un inmenso centro de culto, construido en vida del faraón, donde se le adoraba como un dios en la tierra. En aquellos días, el complejo del templo era el mayor y más espectacular de todo Egipto, ocupando un total de 35 hectáreas. Incluso el Templo de Karnak era menor en comparación con el conjunto funerario de Amenhotep. Hoy en día, sin embargo, quedan pocos vestigios de aquel grandioso templo.
En la actual ciudad de Luxor, que en la antigüedad fue conocida como Tebas, se erige uno de los templos más fastuosos de la civilización egipcia: el Templo de Luxor.
Esta magnífica edificación se construyó alrededor del año 1300 a.C., durante los reinados de los faraones Amenhotep III y Ramsés II, quienes impulsaron su construcción para venerar a los dioses, especialmente al dios Amón. Cada año, en honor a Amón, se celebraba una procesión que marcaba la llegada del año nuevo. Esta procesión comenzaba en el Templo de Karnak y culminaba en el Templo de Luxor.
El diseño arquitectónico del templo se basa en un gran patio, un vestíbulo, una sala hipóstila abierta, el patio solar y el santuario. Con el tiempo, se añadieron otros elementos, como capillas, la sala del nacimiento y algunas estancias adicionales construidas durante el reinado de Alejandro Magno, como la sala de la Barca. La entrada principal del templo está flanqueada por un gran pilón que narra las gestas militares de Ramsés II. Los obeliscos que se encontraban junto al pilón fueron trasladados a Francia tras la campaña militar de Napoleón en Egipto. En el exterior, se conservan dos estatuas de granito y destaca especialmente el conjunto de columnas con capiteles que rodean el patio. El templo tiene una longitud de 260 metros y está conectado al Templo de Karnak a través de un sendero decorado con estatuas, principalmente esfinges que representan a los faraones.
El Templo de Luxor también estaba dedicado a la veneración de los faraones, quienes se creía tenían un origen divino. Para reafirmar su poder terrenal, se celebraba un ritual en la sala del nacimiento divino para conmemorar la divinidad del faraón. Este ritual también servía para transmitir al pueblo que el faraón continuaría velando por su prosperidad. Así, el Templo de Luxor tenía un doble significado: como muestra de respeto a la divinidad y como símbolo del poder del faraón.
Los egiptólogos coinciden en que la figura central del templo es el dios Amón (también conocido como Amón-Ra), la divinidad más importante de esta civilización. Amón es el símbolo del aire, porque permanece oculto aunque está presente. Este dios era muy venerado por el pueblo, y en su honor se realizaban ofrendas en los templos de Luxor y Karnak. Entre el pueblo y los faraones se encontraban los sacerdotes, quienes oficiaban los ritos en las estancias del templo.
El Templo de Karnak es el más grande de Egipto y sigue siendo un sitio de constantes descubrimientos y reconstrucciones. Su recinto abarca un perímetro de 2.400 metros y está rodeado por una muralla de adobe de 8 metros de grosor.
Construido por numerosos faraones entre los años 2200 y 360 a.C., el Templo de Karnak incluye en su interior el gran templo de Amón, otros templos menores, capillas y el gran lago sagrado. Entre los faraones más importantes que contribuyeron a su construcción se encuentran Hatshepsut, Seti I, Ramsés II y Ramsés III.
Quizás lo más impresionante del templo sea su sala hipóstila, que con más de 5.000 metros cuadrados, contiene 134 columnas. Las 12 columnas centrales, más anchas, elevaban el techo ahora destruido a 23 metros de altura.
En la entrada del templo, antes de cruzar el primer pilono, se pueden ver 40 esfinges con cabeza de carnero. Estas forman el comienzo de la Avenida de las Esfinges, que conectaba el Templo de Karnak con el Templo de Luxor y llegaba hasta el Nilo.
El Templo de Karnak también es famoso por su espectáculo de luz y sonido, uno de los más célebres de Egipto. Durante el espectáculo, los visitantes avanzan por el templo mientras se narra una historia y se iluminan diferentes partes del complejo.
Después de las visitas, regresamos a nuestro barco y ¡qué tarde tan genial pasamos a bordo! Durante la tarde, varias pequeñas barcas se acercaron a nuestro barco para vender sus productos. ¡Fue toda una experiencia! Nos lanzaban sus mercancías directamente a cubierta, y nosotros intentábamos atraparlas como si estuviéramos en un divertido juego de feria.
Luego, disfrutamos de una deliciosa merienda con vistas espectaculares del río. ¡Perfecto para recargar energías! Tras la merienda, pasamos una tarde relajada a bordo y vimos el atardecer mientras surcábamos las aguas del Nilo. Por la noche saboreamos una cena maravillosa antes de retirarnos a descansar.